Modelo FMI: Presupuesto 2019 y el ajuste que les espera a los argentinos

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Juan Guahán|

 El miércoles pasado la “honorable” Cámara de Diputados dio media sanción a la “ley de leyes” (el Presupuesto) para el año 2019, que será debatido por el Senado a mediados de noviembre. De ese modo se conocieron los detalles del mismo, que fueron materia de negociación hasta último momento para asegurarse los votos necesarios para su aprobación.

Allí se destacó la intensidad y variedad de las idas y vueltas donde los gobernadores canjeaban los votos de sus diputados por compromisos presupuestarios a favor de sus provincias. De ese modo quedó sellado el futuro inmediato de Argentina: Habrá dinero para pagar las deudas a los bancos -alejando el default- y la economía quedará en manos del FMI.Resultado de imagen para argentina votacion presupuesto

El núcleo duro de quienes lo aprobaron está integrado por la bancada oficialista y los diputados que responden a la mayoría de los gobernadores de origen peronista. La oposición estuvo encabezada por el kirchnerismo, el massismo (el llamado peronismo renovador) y sus recientes disidentes de la Red por Argentina, los socialistas y la izquierda.

Conviene tener presentes algunos temas del contexto de este Presupuesto, donde  se destacan sus vínculos con los acuerdos del FMI; la movilización y represión desatada y también algunas cuestiones centrales de lo aprobado.

 

El acuerdo con el FMI y la aprobación del Presupuesto

Se puede considerar que el detalle más importante es que ese debate y la consecuente aprobación del presupuesto forman parte del acuerdo con el FMI. El gobierno necesitaba tener esa media aprobación para que se pudiera anunciar –como se hiciera el viernes- el segundo acuerdo con ese organismo internacional.

Se anunció el incremento del total del préstamo concedido (elevado de 50 mil a 56.300 millones de dólares), de los cuales ya desembolsó 15 mil millones de dólares, transfiriendo 5.700 millones en noviembre e igual cifra en diciembre y algo más de 23 mil millones para el 2019.

Si bien el acuerdo es por 36 meses la mayor parte del dinero –unos 50 mil millones- los recibirá Mauricio Macri durante el presente período, y viene condicionado, además, con la urgencia de una reforma laboral y avanzafr en la baja de las jubilaciones.

Era sabido que, a los fines del debate presupuestario, la aprobación de los diputados era mucho más dificultosa que la que tiene pendiente en senadores. Esa aprobación parlamentaria forma parte de la exigencia del FMI que los acuerdos debían contar con el suficiente “consenso político”. A ese requisito clave, el FMI lo da por cumplido con esa aprobación legislativa en Diputados.

En el debate parlamentario Agustín Rossi le recordó al gobierno que convenios parecidos ya habían fracasado con Álvaro Alsogaray, Adalbert Krieger Vasena, José Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Cavallo y José Luis Machinea. Y les preguntó: “¿Porqué creen que a ustedes les irá mejor?”

Lo que da una idea de la situación real, es que la inmensa mayoría de los diputados -al momento de votar- no conocían las cláusulas de dicho acuerdo. Es decir que la minoría (103 votos) se opuso, entre otras cosas y tal como lo plantearon algunos legisladores, porque no se sabía lo que se estaba votando.

Pero lo más grave es que la mayoría de aquellos que lo aprobaron (138 votos) tampoco sabían sobre esos detalles. Esto tiene al menos dos lecturas complementarias: Una, los efectos penales e institucionales que les puede acarrear aprobar una cuestión vital como es el presupuesto, sin saber lo que estaban legalizando. Dos: ello es una muestra más de cómo funcionan estas instituciones republicanas, a las cuales –dicen- estamos obligados a respetar.

 

La movilización y represión desatada

El miércoles se vivieron, en el Congreso y sus alrededores, un par de situaciones que obligan a reflexionar acerca de lo que esté ocurriendo en país. Una de ellas tiene que ver con la importante movilización que se produjo. Los principales actores de la misma fueron las organizaciones sociales y varios sindicatos.

Es novedoso que se produzca una movilización significativa en torno al debate presupuestario, aunque ésta haya sido algo menor a la producida el 18 de diciembre pasado al sancionarse disposiciones vinculadas al régimen previsional.

La otra cuestión gira en torno al voluminoso despliegue represivo. No llama la atención que el actual gobierno apele a esa metodología, pero sí es novedoso el hecho de que muchas detenciones se produjeron a unas 15 cuadras del Congreso, cuando los manifestantes se estaban retirando y que tales detenciones se hicieron sobre varias personas de reconocida militancia (miembros del movimiento vecinal Garganta Poderosa) o participantes de recientes conflictos (Astilleros Río Santiago y Télam).

Entre los presos hubo cuatro extranjeros, algunos de ellos ajenos a la movilización, con trámite de expulsión en trámite, algo parecido a la vergonzosa Ley 4144 de 1902 aprobada para echar a inmigrantes extranjeros que organizaban al movimiento obrero.

 

Algunos aspectos centrales del presupuesto en debate

Es tradición que los diferentes gobiernos presenten al debate parlamentario un “dibujo” que luego sufren diversos cambios, algunos porque lo deciden las autoridades del Ejecutivo y otros impuestos por la realidad. Es por eso que esos presupuestos están cargados de una dosis de un voluntarismo, para hacerlos políticamente más simpáticos.

Los números previstos en el presupuesto para este año y la realidad actual -con el valor del dólar, la inflación, la recesión- constituyen el ejemplo más claro y rotundo de lo dicho sobre ese desfasaje entre previsión y realidad. A pesar de esas tradicionales mentiritas, en el Presupuesto para el 2019 hay datos que indican las tristes y dolorosas perspectivas para el próximo año.

El eje del presupuesto no es cuánto y cómo se desarrollará el país. No. Desde el inicio nos avisan –por exigencia del FMI- que la clave del Presupuesto es el “equilibrio fiscal” (lo que entra y sale de la caja del Estado). Del déficit del 2,6% del PBI previsto para este 2018 se pasa a la idea central del “déficit cero”, para el 2019. Frente a ello cabe aclarar que eso se puede alcanzar de dos maneras: Una, porque se prevé un crecimiento de la economía que asegure mayores ingresos y de esa manera compensar los gastos y alcanzar el equilibrio. Pero otra vez no.

En el  presupuesto se estima que la actividad económica en el 2019 tendrá un resultado negativo, con una caída del 0,5% del PBI (según la previsión del gobierno, el FMI eleva la caída a más del 2%). Ante esta situación se plantea una duda ¿cómo se hace para alcanzar el equilibrio si la actividad económica se va a reducir? Muy sencillo: con un brutal ajuste. Eso es lo que prevé el presupuesto aprobado.

Pero eso no es todo. Lo más grave es que -a pesar de todo el sacrificio que se impone- el déficit va a seguir incrementando la deuda externa, porque el “déficit cero” es en sí mismo mentiroso, dado que solo se refiere al “déficit primario” es decir aquél que no incluye lo que se debe pagar por la deuda y sus intereses.

En el 2019 Argentina tendría que pagar 38.900 millones de dólares por vencimientos de lo que reclaman como deuda. De esa cifra unos 16 mil millones corresponden a intereses…Pero nada de ello está contemplado en el “déficit cero”.

De modo que los cuatro años macristas (de completarse) dejarán una economía más chica que la que tenía cuando asumió y una deuda que –según previsiones oficiales- alcanzaría al 87% del PBI.

Otras previsiones contempladas en el presupuesto son un dólar, promedio del año en 40,10 pesos; una inflación del 23% para fines del 2019; una baja del 9,7% en inversiones.

En términos reales hay notorias reducciones presupuestarias: en salud 8%, ciencia y técnica 17%; agua potable y alcantarillado 20%; educación y cultura 23%; vivienda y urbanismo 48%. El único incremento previsto fue para tratar de evitar una explosión social, y está destinado a los recursos sociales y sería del 32%. Eso sí, cumpliendo el compromiso con los sojeros se redujeron, del 33 al 30%, los derechos de exportación de la soja.

 

  • *Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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