La guerra Rusia-Ucrania y la caída de la cooperación internacional con los países del Sur

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Sergio Ferrari

A más de dos años de su inicio, la confrontación Rusia-Ucrania sigue produciendo efectos colaterales nefastos. El aumento a máximos históricos de los precios de los granos, la crisis energética por el incremento también explosivo de ciertos carburantes y la inflación descontrolada en diversas regiones, son algunas de esas consecuencias negativas del conflicto. A las que se suma, también, la caída abrupta de la cooperación para el desarrollo del Sur. 

(Mientras, el Congreso de EEUU ha aprobado este sábado 21 de abril un paquete de ayuda de 95.000 millones de dólares para Ucrania, Israel y Taiwán. De ellos, 60.840 corresponden a Ucrania)

El ejemplo del “mal ejemplo” 

Una encuesta de la Universidad de Zurich muestra que la población demanda más presupuesto-para la cooperacion suiza, que para gastos militares-
Una encuesta de la Universidad de Zurich muestra que la población demanda más presupuesto-para la cooperación suiza, que para gastos militares.

La segunda semana de abril, el Consejo Federal suizo, ejecutivo colegiado de siete miembros, decidió destinar para la asistencia a Ucrania un paquete de 5.000 millones de francos (más de 5.000 millones de dólares estadounidenses), los cuales se distribuirán durante los próximos doce años.

Casi en paralelo, el mismo Consejo Federal convocó para el 15 y 16 de junio en el Bürgenstock Resort una Conferencia de Paz de alto nivel con el objetivo de construir y garantizar una “paz global, justa y duradera”. En este lujoso complejo hotelero de una empresa catarí sobre el Lago de los Cuatro Cantones, en las cercanías de Lucerna, Suiza apuesta a reunir a importantes personalidades políticas mundiales. Sin embargo, dicha iniciativa ya nace debilitada porque Rusia anticipó que no participará, lo que le niega a este encuentro la posibilidad de alcanzar un resultado inmediato de terminar con el conflicto.

El espectacular paquete de ayuda oficial suiza para reforzar la cooperación con Ucrania ha creado malestar entre Organismos No Gubernamentales y una parte de la dirigencia política nacional. De hecho, a partir de 2025 Ucrania recibirá más recursos que todos los programas bilaterales que la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) destina a más de 20 naciones del África subsahariana, una de las regiones históricamente priorizadas por la Confederación Helvética. Según el gobierno suizo, las partidas de ayuda a Ucrania entre 2025 y 2028, por un valor de 1.500 millones de francos (1.650 millones de dólares), se financiarán totalmente del presupuesto destinado a la cooperación internacional. Aunque aún no se ha confirmado de dónde saldrán los 3.500 millones restantes, existe la posibilidad de que provengan del mismo renglón presupuestario. 

Sostener la ayuda humanitaria a Ucrania, pero sin debilitar la cooperación con los países del Sur.

 Aumentar la cooperación sin castigar a los países del Sur 

Las voces críticas se han multiplicado en los últimos días. Como lo afirma la Alliance Sud (Alianza Sur), plataforma de las ONG helvéticas más importantes de cooperación con el Sur Global, “nadie discute que se necesitarán recursos sustanciales para la reconstrucción de Ucrania y que Suiza debe hacer una importante contribución financiera para esa ayuda humanitaria y la reconstrucción”.

Sin embargo, aclara la plataforma, el gobierno desconoce la voluntad de amplios sectores de la sociedad civil que participaron durante meses de la consulta sobre cooperación internacional. En efecto, el 75% de las respuestas sobre este tema para el periodo 2025-2028 indicó que la ayuda a Ucrania no debe brindarse en detrimento de otras regiones, como África Subsahariana y Oriente Medio. Cinco de los siete partidos políticos con representación parlamentaria, así como las autoridades de nueve Cantones (estados o provincias), coincidieron con esta visión. 

Alliance Sud señaló que sólo tres de las 215 respuestas (apenas poco más del 1%) afirmaron explícitamente la

continuidad de ayuda a Ucrania aunque signifique reducir la asistencia financiera a otras regiones (el 24% no se pronunció al respecto). También la Comisión Asesora para la Cooperación Internacional del Consejo Federal expresó su oposición a financiar a Kiev a expensas de los más necesitados de otras regiones del planeta.

Para Alliance Sud, la decisión de invertir en Ucrania 1.500 millones de francos suizos del presupuesto para la Cooperación Internacional 2025-2028 sin aumentar dicho fondo significa “ignorar por completo los resultados de esa consulta”. 

Solo cabe esperar que el mismo Parlamento corrija lo que Alliance Sud considera una “decisión errónea” del gobierno. Será en las sesiones de septiembre y diciembre de este año cuando el parlamento helvético rectifique o ratifique lo que a todas luces suena como un desacierto gubernamental de proporciones. Andreas Missbach, director de Alliance Sud, argumenta que se debe evitar que la excelente cooperación suiza al desarrollo se vea afectada por esta decisión. El Parlamento, agrega, debe respetar la voluntad de la ciudadanía.

En ese mismo sentido acaba de pronunciarse Melchior Lengsfeld, director de Helvetas, una de las ONG suizas más importantes en el área de cooperación internacional, con proyectos en 35 países, fundamentalmente en el Sur y en Europa del Este. En recientes declaraciones a la Radio Suiza Francesa, Lengsfeld no renegó el apoyo humanitario y para la reconstrucción de Ucrania, pero aclaró que “el mismo no puede hacerse en detrimento de la cooperación con los países del Sur, como se perfila por el momento”. La población suiza, agregó, es extremadamente generosa, no solo en situaciones de crisis y urgencias, sino también en la lucha contra el hambre en el mundo. Y también en las encuestas, donde se pronuncia a favor, incluso, de un aumento de la cooperación al desarrollo. 

La ayuda 2025 / 2028 de Suiza a Ucrania será mayor que toda la cooperación con más de 20 naciones del Africa subsahariana. Foto: EDA.

 Más cooperación, no más gastos militares 

Por su parte, una encuesta del Centro para el Desarrollo y la Cooperación (NADEL) de la prestigiosa Universidad de Zúrich muestra que la mayoría de las respuestas coinciden en la necesidad de priorizar la cooperación al desarrollo, particularmente al Sur, en lugar de incrementos adicionales para el ejército y los gastos militares.

A pesar de los conflictos globales y las incertidumbres económicas, la encuesta del NADEL deja en claro que la preocupación de la sociedad suiza por la pobreza global sigue siendo tan significativa como constante, como lo expresa un 65% de las personas consultadas. Además, constata que un 72% de ellas es consciente de que más de la mitad de la población mundial vive con menos de 10 dólares al día. Con esto en mente, el 58% de la población suiza apoya un aumento de fondos para la cooperación (un 30% quiere mantener los niveles actuales). Sobre los niveles del gasto militar, el 26% apoya el aumento del mismo, en tanto un 40% se muestra a favor de no modificar la situación al día de la fecha.

Cifras infladas 

La segunda semana de abril, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne 34 naciones de medio y alto nivel de desarrollo, publicó su Informe 2023 sobre la Cooperación Internacional. Según el mismo, Suiza, con un escaso 0,43% del Producto Nacional Bruto destinado a ese rubro, se encuentra muy lejos del objetivo del 0,7% propuesto como meta internacional.

Dicho informe también ilustra que el aparente aumento de la cooperación oficial suiza para el desarrollo se debe al costo adicional de absorber humanitariamente a un número significativo de refugiados ucranianos. Estas cifras pueden ser engañosas: aun cuando Suiza ha logrado mantener sus niveles oficiales de cooperación, su ayuda adicional actual para los refugiados ucranianos no tiene ningún efecto real en la política de desarrollo ni promueve la reducción de la pobreza y las desigualdades en el Sur Global.

Casi 10 millones de personas huyeron de Ucrania.

Ante este panorama, Andreas Missbach sostiene que “se necesita más solidaridad con las personas que viven en la pobreza extrema y que corren el riesgo de ser abandonadas”. E insiste que “Suiza debe cumplir con el objetivo de las Naciones Unidas con el que se comprometió y dedicar el 0,7% de su ingreso nacional bruto a financiar el desarrollo”. Missbach concluye que resulta escandaloso que, a pesar de la deuda pública muy baja de la Confederación Helvética, “se esté ahorrando dinero a costa de los más necesitados”.

Con el propósito de contrarrestar esta tendencia en baja del presupuesto oficial para la cooperación con el desarrollo, Alianza Sur y varias personalidades nacionales acaban de lanzar la campaña “#SolidairesNow (Seamos solidarios ahora) ¡Fortalezcamos la cooperación con el desarrollo!”

Esta iniciativa señala que, según los objetivos del Consejo Federal, el porcentaje presupuestario para la cooperación cae a un 0,36%, lo que la lleva a pronunciarse enfáticamente: “¡Una vergüenza! Nuestro país tiene suficiente margen de maniobra financiera. Sólo la concepción extrema del freno de la deuda se interpone en el camino hacia una Suiza solidaria”.

El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania continúa produciendo olas, por no decir verdaderos tsunamis. Para Suiza y Europa Occidental, aliados incondicionales de Volodimir Zelensky, Ucrania se ha convertido en un agujero negro de financiamiento “a pérdida”. La guerra beneficia a la gran industria bélica, no necesariamente a las naciones ni sus presupuestos, tampoco a la sociedad civil y la cooperación en particular, ni mucho menos a las poblaciones más marginadas del planeta. No se pueden ignorar las cuantiosas “víctimas colaterales” que este conflicto está generando tanto en las naciones del Sur Global como en los sectores más vulnerables de la propia Europa.

Y todavía no se comenzó a pagar la gran factura de la reconstrucción de la Ucrania de postguerra la que recaerá, fundamentalmente, en el contribuyente europeo, quien verá explotar sus impuestos y padecerá recortes sociales aún más significativos que los actuales.

*Periodista argentino residenciado en Suiza, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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