Trump insiste en comprar Groenlandia: ¿para EU o para él?
Mirko C. Trudeau
La capacidad de sorpresa de la “diplomacia” del cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos parece no conocer límites: Donald Trump suspendió –vía tuit- un viaje oficial a Dinamarca y se mostró ofendido porque su primera ministra no estaba dispuesta a debatir sobre si le vende o no Groenlandia.
“Dinamarca es un país muy especial con gente increíble, pero en base a los comentarios de la primera ministra Mette Frederiksen de que no tendría ningún interés en debatir sobre la compra de Groenlandia, pospondré nuestra reunión prevista para dentro de dos semanas para otro momento. La primera ministra ha sido capaz de ahorrar una buena cantidad de gasto y esfuerzo tanto a EU como a Dinamarca siendo tan directa”, tuitéo.
Poco después, Frederiksen, dejó en claro que «Groenlandia no está a la venta. Groenlandia no es danesa. Groenlandia pertenece a Groenlandia», y expresó que esperaba que el presidente no estuviera hablando en serio. Lo que molestó a Trump es que Frederiksen calificara la propuesta de «absurda». Bastaría, ha dicho Trump, con que le hubiera dicho que no, pero su respuesta, fue «desagradable y sarcástica». “No debería tratar así a EU”, dijo.
No ha quedado muy claro las pretensiones del presidente-magnate inmobiliario: ¿Quiere Donald Trump quiere hacer de Groenlandia el 51 estado de EU o apenas trata de concretar un negocio personal? Lo cierto es que los recursos naturales de Groenlandia y su situación geográfica lo convierten en una apuesta de futuro.
Algunos analistas hablan de que una anexión a EU frenaría los apetitos de China y Rusia en el Ártico. Otros, señalan que con el cambio climático, se abren nuevos espacios que facilitarían la extracción de numerosos materias primas, como hierro, zinc, rubis, uranio, diamantes y agua dulce (el 10 % de la reservas mundiales). También se especula que podría haber petróleo.
Pero lo que realmente interesa son las tierras raras que se usan en las baterías de los coches eléctricos y casi cualquier aparato electrónico con batería, desde el teléfono celular hasta centrales eólicas, pasando por sistemas de defensa militares. Ah: el «problema» es que China es el primer productor mundial de tierras raras: produce más del 70% de esos metales estratégicos y goza de una amplia hegemonía en cuanto a baterías de autos eléctricos
Groenlandia es la segunda isla más grande del mundo, un territorio danés autónomo de 2, 2 millones de km2 entre los océanos Atlántico Norte y Ártico, y con 2,5 millones de km² de zona exclusiva económica. Tiene una población de apenas 56 mil habitantes, que viven en la costa sin hielo rodeada de fiordos, particularmente en el suroeste. Gran parte de su superficie territorial está cubierta de hielo.
Su posición en el norte, en gran parte por sobre el círculo polar ártico, genera fenómenos naturales como el sol de medianoche en verano y la aurora boreal en invierno.
Un poco de historia
La semana pasada, The Wall Street Journal adelantó la noticia de que Trump había mostrado reiteradamente su interés en comprar el territorio autónomo, perteneciente al reino de Dinamarca, lo que confirmó el propio mandatario el domingo, al señalar que se trataba de un concepto «estratégicamente es interesante». «Esencialmente, es un gran negocio inmobiliario», dijo. La primera ministra danesa explicó que Groenlandia no está en el mercado y calificó el debate de «absurdo».
El lunes, el magnate inmobiliario convertido en presidente de EU aludió al asunto, en tono extrañamente jocoso, también por tuit. “¡Prometo no hacerle esto a Groenlandia!”, escribió sobre un fotomontaje de un rascacielos dorado con la marca Trump plantado en lo que parece un rudimentario asentamiento de viviendas en Groenlandia.
24 horas y 27 tuits después, canceló, por la misma vía, el viaje que tenía previsto realizar a Copenhague los días 2 y 3 de septiembre, invitado por la reina Margarita II. «¡Dinamarca está preparada para la visita del presidente Donald Trump! Socio, aliado, amigo». El texto, acompañado de dos banderitas y la foto de lo que parece un cartel en un edificio con el nombre del mandatario republicano, lo había tuiteado la embajadora de EU en Dinamarca, Carla Sands, tres horas antes de que el viaje fuera cancelado.
Deteriora relación con la comunidad judía
«Si votas por un demócrata estás siendo muy, muy desleal a Israel y al pueblo judío», dijo el presidente estadounidense el martes, y lo repitió el miércoles, declaración que fue denunciada como antisemita por una amplia gama de líderes y organizaciones judía.
Esa afirmación de «doble lealtad» tiene un largo antecedente histórico antijudío, ya que implica que éstos son «extranjeros», con lealtad más allá del país donde nacieron y fueron naturalizados. La Liga Antidifamación, una de las principales organizaciones judío-estadounidenses de defensa de derechos civiles, exigió que Trump se disculpara de inmediato.
Pero el magnate-presidente, cada vez más tuit-rágico, ,lo que intentaba, en medio de su furibunda campaña por la reelección, atacar a dos diputadas del Partido Demócrata, musulmanas, a quienes acusó de antisemitas por sus críticas al gobierno de Israel (y solicitó al gobierno de Benjamín Natanyahu que no autorizara sus visitas), y con ello denunció a todo el Partido Demócrata.
Cabe recordar que casi 80 por ciento del voto judío-estadounidense fue para los demócratas en las elecciones intermedias el año pasado, según el Centro de Investigación Pew.
Tras la cancelación de su visita a Dinamarca, Trump se prepara para otro viaje internacional, esta vez a la reunión del Grupo de los Siete en Francia, pero según sus asesores no tiene mucho entusiasmo en el encuentro. Quizá varios dirigentes de los otros países se sientan aliviados de no tener que soportar su manejo diplomático y de los asuntos internacionales.
Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)