Bombazo de Cristina: será candidata a vice de su exjefe de gabinete, Alberto Fernández
Juan Guahán|
La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner movió el avispero con su anuncio del sábado, decidiendo que el candidato a la presidencia, por su espacio, sería su exjefe de gabinete Alberto Fernández y que ella lo acompañaría como candidata a vice.
Es imposible saber si ésa es “la jugada” o si aún faltan otros detalles para descubrir la “segunda jugada. Como no hay razones para no creerle a Cristina, se puede decir que ella arriesga mucho. Más allá de las palabras –convocantes a la unidad y el patriotismo- no está clara la razón de las mismas y las causas no invocadas solo el tiempo podrá develarlas.
No es fácil imaginar a Alberto Fernández como continuador de sus ocho años de gobierno; tampoco asegura que ello fortalezca la unidad de un peronismo preocupado por la reminiscencia de esta jugada con aquella de “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”.
Por último tampoco asegura la victoria, porque votando a Cristina se sabía lo que se votaba, cosa que no acontece haciéndolo por Alberto Fernández (AF) y mucho menos cuando la expresidenta sea su vice. Tampoco está claro que los aportes electorales de AF, protagonista de fuertes virajes políticos, compensen los votos que pierda Cristina con esta decisión.
Pero no fue la única decisión importante de Cristina en esta semana. El martes pasado Cristina volvió a atravesar las puertas de Matheu 130 de la Capital Federal, sede nacional del Partido Justicialista (peronista), tras años de ausencia y variadas diatribas en el medio, volvió «invitada» por José Luis Gioja, su Presidente.
¡Vino, habló y se fue! Su discurso estuvo en el tono del pronunciado en la Feria del Libro. Acordar un nuevo “Contrato Social de Responsabilidad Ciudadana” y construir un Frente que abarquen a un conjunto de fuerzas que aseguren la victoria.
El valor superior fue el hecho simbólico de volver a ese lugar y dejar sentada la advertencia que si alguien se le quiere oponer dentro del PJ tendrá que vérselas con ella. De ese modo y con ese gesto le cerró las puertas a los PJ federales de hacerse los distraídos. Estarán con ella o contra ella, los que decidan mantener vivo fuera de la unidad, al espacio del peronismo federal que, envuelto en sus confusiones, no sabe cómo aprovechar la victoria cordobesa.
Ahora la proyección nacional del «cordobesismo» se encuentra con una severa dificultad, los caudillos del interior -aferrados al control de sus territorios- temen que la vorágine del cristinismo, ahora absorbiendo también al PJ, ponga en riesgo su futuro.
Ese peronismo tendrá que superar dos grandes desafíos si quiere alcanzar su objetivo de derrotar a Macri en la primera vuelta, para competir con Fernández/Fernández en la segunda.
Esas apuestas son, primero, mantener en sus filas a Sergio Massa, muy requerido por Alberto Fernández el gran «armador» del cristinismo, mentor del intento de una recuperación de los vínculos del kirchnerismo con Clarín, con Estados Unidos y lobbista –junto con “Wado” de Pedro- ante el desquiciado poder judicial.
Y luego, lograr que ese concierto de egos y estrategias pueda resolverse en una candidatura única o en unas PASO que el economista Roberto Lavagna acepte. Si consigue reunir esas dos condiciones podrá aspirar –aunque con dificultades- con llegar a la segunda vuelta, dejando a Macri en el camino. Si falla alguna de ellas queda abierto el camino para un triunfo de la fórmula auspiciada por Cristina, en la primera vuelta.
La realidad sigue marchando: el fin macrista se acerca
No quedan dudas que la realidad termina aflorando, aunque las respuestas no siempre sean las más adecuadas. El fin del macrismo parece inexorable y el kirchnerismo, bajo diversas formas intenta seguir avanzando. Comienzan diferentes reacomodamientos. Mientras, la Justicia se lava la cara.
Desde hace tiempo la mayor parte de la sociedad rompió su contrato de apoyo al macrismo. Pero éste, endulzado por las ventajas y privilegios del poder, pareció no darse cuenta y decidió seguir. El sistema de poder interno y gran parte del internacional empezó a preocuparse.
El macrismo había cumplido, con creces, los objetivos de esos sectores. La destrucción de la economía, la pérdida de derechos por parte de los sectores populares y un impagable endeudamiento son símbolos de esa tarea. El macrismo simuló no advertir que para consolidar lo logrado era necesario lograr nuevos consensos. Ello no formaba parte de su agenda.
Muchos de sus «amigos» se fueron yendo, el gobierno fue perdiendo solidaridades y apoyos. En la sociedad comenzó a desplegarse la idea que, si no se reconstruían nuevos acuerdos, todo lo hecho podía volar por los aires. El pueblo, harto de tantos maltratos, podría llegar a hacerlo.
Siete consecutivas derrotas electorales (Chubut, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén, Río Negro, San Juan, Santa Fe) presagiaban que la elección de Córdoba tendría efectos mayores. Allí se dio la octava y aplastante derrota y el inicio de los aprestos finales para las elecciones definitivas.
Sus efectos se hacen sentir. El fin del macrismo está en todas las bocas y la posibilidad de un triunfo del kirchnerismo sigue creciendo.
Con la economía deshecha, los dolores y angustias colectivos siguen en la calle pero mirando con nuevas esperanzas ese futuro. La dirigencia política -demasiado acostumbrada a conversar solo entre ellos- se siente en su salsa, porque la comunidad -después de los disparates que vienen haciendo- vuelve a poner la mirar en esa dirigencia, como dándole una nueva oportunidad, en medio de la actual crisis que es cada vez más profunda y extendida.
La justicia se acomoda a los nuevos tiempos
Es sabido que la Justicia no siempre es justa. Por el rabo del ojo espía para ver por dónde anda el poder de turno. La tontería macrista de quedarse con la presidencia de la Suprema Corte, al precio de contribuir a construir una mayoría influenciables por el peronismo, le está resultando fatal.
Con esos antecedentes esta Suprema Corte ha decidido intervenir en una cuestión muy sensible. Lo hace en un tema central para el gobierno de Macri: «La Grieta». La misma que está basada en la acusación y persecución al kirchnerismo fundada en hechos de corrupción.
Todo había sido milimétricamente calculado. Cristina estaría sentada en el banquillo de los acusados, junto a impresentables como José López, Lázaro Báez, entre otros. Ello sería escrupulosamente recogido por la TV. Ésa era el arma letal del macrismo para la campaña electoral.
La misma Justicia que nada hizo cuando los Kirchner gobernaban, que abrió causas por doquier cuando dejaron el gobierno, ahora pidió los 50 cuerpos de la causa por corrupción en las obras públicas, que esta semana deben ingresar a la fase del juicio oral. El argumento de la Corte: Revisar si no hay motivos para 9 nulidades planteadas y evitar -si alguna de esas nulidades fuera reconocida- un juicio improcedente.
Está claro que los olores de la perspectiva de un nuevo poder conmovieron a los miembros del máximo tribunal. Aunque, a ciencia cierta nadie sabe sobre el futuro de esta y otras causas.
Lo concreto es que la situación varía por horas y Cristina ha logrado su objetivo de mínima, el tema de la nulidad ya está instalado. Habrá dos trámites paralelos. En uno de ellos, se debatirá en juicio oral las incidencias del trámite principal y en el otro, en la Suprema Corte, se discutirá sobre las eventuales nulidades solicitadas. La evolución de uno y otro muy probablemente se resuelvan en la sociedad y los votos, más que en el trámite legal.
Otra discusión aparte es el show periodístico. El gobierno lo quiere con todos los acusados presentes bajo las luces televisivas. El kirchnerismo, si no lo puede parar, tratará que sea con la menor exposición posible de Cristina Fernández de Kirchner.
Es obvio que el objetivo de máxima del kirchnerismo es el cierre definitivo de esta causa. Eso puede estar lejos, a la misma distancia que se encuentra su eventual victoria electoral. En el medio hay un montón de variables, de acuerdo al desarrollo de los acontecimientos. En cuanto a la justicia de la acusación o la absolución, eso es otra cosa y de eso este sistema judicial se ocupa poco y nada…
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)