La robotización y los trabajadores/ A robotização e os trabalhadores

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Eduardo Camín|

Estamos inmersos en un mundo dominado por la tecnología. El reciente tsunami de innovación y cambio tecnológico ha dado origen a un animado debate sobre el futuro del trabajo. Muchos de los actuales avances científicos estuvieron durante muchos años adscriptos al ámbito de lo imposible, pero el paso de un modo de producción a otro representa la negación dialéctica de una vieja calidad por otra nueva.

Ésto nos lleva ha pensar que la libertad futura puede nacer de la servidumbre actual con la condición de que en el seno de éstas logren no solo permanecer vivos y activos, sino crecer y expandirse, factores de controversia y de cambio capaces de contraponer otra imagen del hombre a la que se concibe y difunde acatando la realidad constituía.Resultado de imagen para robotizacion de los trabajadores

De lo contrario, aunque se concretara el sueño del reinado de la abundancia y del juego basado en la robotización, y que se logre para la inteligencia humana lo que la máquina de vapor hizo por la fuerza muscular, sólo quedarían autómatas para poblar este reino y enviar sus mensajes al cosmos.

La actualidad ha sincronizado su hora de desajuste político económico y social en todo el planeta. Frente a esta realidad algunas voces se elevan para recorrer los caminos de las soluciones, pero algunas de estas propuestas se confunden en las mismas huellas de futuros inciertos.

En las sutilezas de un lenguaje refinado, se miden las consecuencias de las orientaciones y decisiones políticas que nos enseñan una lógica de sociedad del futuro, que va más allá de los puros matices. Desde hace algún tiempo en diferentes ámbitos internacionales, un debate de científicos, de expertos y de tecnócratas -apenas visible para el común de los mortales- surge en torno a la inteligencia artificial.

Es obvio que no hay respuestas fáciles. Una investigación reciente de la Oeganización Internacional del Trabajo (OIT), pretende arrojar algo de luz sobre el proceso del cambio tecnológico, la innovación y la dinámica de creación y la destrucción de empleos.

Esta investigación “reconoce que el cambio tecnológico es un proceso complejo, incierto y no linear que llega en oleadas, produciendo por lo tanto fases de destrucción de empleos y de creación de empleos”. Este proceso no ocurre de manera automática, sino que es impulsado por diversas fuerzas a nivel económico, político y de la sociedad.

Algunos consideran que la innovación tecnológica destruirá puestos de trabajo a gran escala, pronosticando un futuro sin empleos. Otros, confían en que serán movilizadas fuerzas que crearán nuevos empleos y hasta una época dorada de creación de empleos de calidad. Este optimismo pretende ser sustentado por la experiencia histórica que muestra que a las fases iniciales de la destrucción de empleos a la larga siguió una fuerte creación de empleos.Resultado de imagen para robotizacion de los trabajadores

No hace falta ser un avezado estudioso de las ciencias sociales para saber que un gobierno de técnicos que se orienta a lo largo y ancho del planeta constituye hoy más que ayer la tenaz aspiración de cuantos ocultan todo su desprecio por la lucha social y política y que su único deseo es el de reforzar el orden económico y social existente.

Aparentemente ya no es necesario explicar el funcionamiento de la sociedad a la se pertenece y en la que se actúa cotidianamente. Ya no se asume el compromiso político y ético que propone los cambios sociales para modificar el estado existente, en un proyecto alternativo que permita eliminar las contradicciones del orden de dominio capitalista .

El gran ausente

El capitalismo desde su surgimiento, sufre constantemente cambios muy considerables e incluso cualitativos, pero las cualidades esenciales que lo definen se conservan a lo largo de todo este período: el capitalismo sigue siendo un régimen social explotador, basado en la propiedad privada.  Con la desesperación de un condenado a muerte que se aferra a la vida, recurre y se apropia de todos los medios disponibles.

El tiempo ha pasado y hoy la idea de progreso resulta ser más atractiva como mito político y hasta más útil a la hora de justificar la «religión » positivista y tecnocrática de los nuevos apóstoles de las tecnologías de la creación de la «inteligencia artificial».
La aparición de realidades virtuales conducidas por jinetes internautas en los viajes del ciberespacio de Internet ha encandilado la visión de futuro que se ha transformado en un mayor grado de explotación y colonialismo global. A pesar que la automatización y la fragmentación de los procesos de producción han destruido puestos de trabajo – y seguirán haciéndolo – algunas veces a gran escala.

Sin embargo, la OIT sostiene que “por lo general han emergido nuevos empleos gracias a la expansión de los mercados y, sobre todo, a la innovación de los productos, después de la fase destructiva”. Obviamente, las fuerzas del mercado son un importante motor de creación de empleo. Mientras que la automatización y la fragmentación de los procesos de producción mejoran la productividad economizando mano de obra, los mercados tienden a buscar maneras de compensar está pérdida de empleos.

La distribución del aumento de la productividad desempeña un papel esencial, porque ejerce influencia sobre el nivel y la estructura tanto de la demanda como de la oferta. Se genera nueva demanda si el aumento de la productividad es distribuido bajo la forma de salarios más altos, precios más bajos, u horarios de trabajo reducidos.

Además, una productividad más alta puede incrementar las ganancias, las inversiones y el rendimiento. Como resultado, los mercados se expanden, las empresas se diversifican y, con el tiempo, nuevos empleos pueden ser creados.

No hay que olvidar las palabras de Ernesto Che Guevara: «El capitalismo es el genocida más respetado del mundo»

La importante enseñanza que aporta la historia es que los procesos de creación de empleo se activan por las consecuencias tanto intencionales como involuntarias de las innovaciones dirigidas a economizar mano de obra. Según la OIT “este proceso endógeno puede explicar por qué el cambio tecnológico llega en oleadas, y por qué las fases iniciales de la destrucción de empleos cada vez fueron seguidas por un incremento de la creación de empleos”. 

Ahora bien, la pregunta que nos hacemos es la saber de qué empleos se trata para aquellos que quedan fuera del circuito, remplazados por los robots. Resulta paradójico pensar que el capitalismo, siendo un orden social y político fundado en relaciones de explotación, se imponga límites éticos a sí mismo en su proceso de acumulación de capital y creación de plusvalor, ¿o acaso ha cambiado algo desde las ultimas crisis?

*Periodista uruguayo, miembro de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU, jefe de Redacción Internacional del Hebdolatino de Ginebra, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

VERSIÓN EN PORTUGUÉS

A robotização e os trabalhadores

Por Eduardo Camín

Estamos imersos em um mundo dominado pela tecnologia. O recente tsunami de inovação tecnológica deu origem a um intenso debate sobre o futuro do trabalho. Muitos dos atuais avanços científicos foram adiados, durante muitos anos, por serem considerados impossíveis, mas a passagem de um modo de produção a outro representa a negação dialética de uma velha qualidade por outra nova.

Isso nos leva a pensar que o conceito futuro de liberdade pode nascer da servidão atual, com a condição de que, no seio desta, o ser humano aspire mais que permanecer vivo e ativo, como também crescer e se expandir. Fatores de controvérsia e de mudanças, capazes de contrapor outra imagem do homem, a qual se concebe e difunde acatando a realidade constituída.

Do contrário, mesmo que a robotização concretize o sonho do reinado da abundância e do entretenimento, e que faça pela inteligência humana o que a máquina de vapor fez pela força muscular, só restariam autômatas para povoar este reino e enviar suas mensagens ao cosmos.

A atualidade sincronizou sua hora de desajuste político, econômico e social em todo o planeta. Diante desse panorama, algumas vozes se elevam para defender soluções para a questão do trabalho, mas algumas dessas propostas se confundem no mesmo caminho de futuros incertos.

Nas sutilezas de uma linguagem refinada, se medem as consequências das orientações e decisões políticas que nos ensinam uma lógica de sociedade do futuro que vai além dos meros detalhes. Há algum tempo, em diferentes âmbitos internacionais, se instalou um debate entre cientistas, especialistas e tecnocratas – que não é perceptível para os mais comuns dos mortais – sobre o papel da inteligência artificial na nossa sociedade, e suas possíveis consequências.

É óbvio que não há respostas fáceis. Uma investigação recente da Organização Internacional do Trabalho (OIT), pretende jogar algumas luzes sobre o processo de avanços tecnológicos, da inovação e da dinâmica de criação e destruição de empregos.

Esta investigação reconhece que “as mudanças tecnológicas são parte de um processo complexo, incerto e não linear, que vem em ondas, as quais podem ser vistas como fases, que podem ser de destruição de empregos às vezes, ou de criação de empregos, ou de outros momentos”. Esse processo não ocorre de forma automática, porque é impulsado por diversas forças a nível económico, político e da sociedade.

Alguns consideram que a inovação tecnológica destruirá postos de trabalho em grande escala, e usam essa perspectiva para prever um futuro sem empregos graças à inteligência artificial. Outros confiam em que serão criados novos tipos de trabalho, e que, ao final do processo, haverá uma nova época dourada de empregos de qualidade. Esse otimismo pretende ser sustentado pela experiência histórica, que mostra como as fases iniciais de destruição de postos de trabalho durante as revoluções industriais terminaram gerando novos tipos de emprego no final desses processos.

Não é preciso ser um disciplinado estudioso das ciências sociais para saber que aqueles que ocultam o seu desprezo pela luta social e política sonham com um governo de técnicos com poder de jurisdição sobre todo o planeta, e que o único desejo desses setores é que esse governo atue para reforçar e manter estabelecida para sempre a ordem econômica e social existente.

Aparentemente, já não é necessário explicar o funcionamento das sociedades às quais pertencemos, e nas quais atuamos cotidianamente. Já não se assume o compromisso político e ético proposto pelas mudanças sociais, para modificar o estado existente das coisas, e criar um projeto alternativo que permita eliminar as contradições de ordem do domínio capitalista.

O grande ausente

O capitalismo, desde o seu surgimento, sofre constantemente com mudanças consideráveis, embora as qualidades essenciais que o definem sejam conservadas ao longo de todo este período: continua sendo um regime social explorador, baseado na propriedade privada. Com o afã de um condenado à morte que se agarra à vida, o capitalismo, através dos beneficiados responsáveis por sua hegemonia, se apropria de todos os meios disponíveis para a sua sobrevivência.

O tempo passa, e hoje, a ideia de progresso parece ser mais atraente como mito político, e até mais útil para justificar a “religião” positivista e tecnocrática dos novos apóstolos das tecnologias da criação da “inteligência artificial”.

O surgimento de realidades virtuais conduzidas por cavaleiros internautas, em viagens pelo ciberespaço da Internet, estimula a visão de um futuro que se transformaria em um maior grau de exploração e colonialismo global. A automatização e a fragmentação dos processos de produção realmente acabaram com muitíssimos postos de trabalho, algo que continuará acontecendo, e algumas vezes em grande escala.

Entretanto, a OIT sustenta que “de uma forma geral, também surgiram novos empregos, graças à expansão dos mercados, e sobretudo à inovação dos produtos, depois da fase destrutiva”. Obviamente, as forças do mercado são um importante motor de criação de emprego. Enquanto a automatização e a fragmentação dos processos de produção melhoram a produtividade economizando mão de obra, os mercados tendem a buscar maneiras de compensar esta perda de empregos.

A distribuição do aumento da produtividade desempenha um papel essencial, porque exerce influência sobre o nível e a estrutura, tanto da procura quanto da oferta. Isso poderia gerar uma nova demanda, caso o aumento da produtividade seja distribuído na forma de salários mais altos, preços mais baixos ou horários de trabalho reduzidos.

Ademais, uma produtividade mais alta pode incrementar os lucros, os investimentos e o rendimento. Como resultado, os mercados se expandem, as empresas se diversificam e, com o tempo, novos empregos podem ser criados.

Não se pode esquecer, contudo, das palavras de Ernesto Che Guevara: “o capitalismo é o genocida mais respeitado do mundo”.

A importante lição que a história nos entrega é a de que os processos de criação de emprego se ativam pelas consequências intencionais ou involuntárias das inovações dirigidas a economizar mão de obra. Segundo a OIT, “este processo endógeno pode explicar porque os avanços da tecnologia chegam em ondas, e porque as fases iniciais da destruição dos empregos levaram a momentos posteriores de criação de empregos”.

Outra pergunta que devemos fazer é sobre quais tarefas ficarão obsoletas e serão totalmente substituídas pelos robôs. Parece um paradoxo pensar que o capitalismo, sendo uma ordem social e política fundada nas relações de exploração, imponha limites éticos a si mesmo, em seu processo de acumulação de capital e criação de mais valia. Ou teria ele sido transformado através das últimas crises?

Eduardo Camín é jornalista, membro da Associação de Correspondentes de Imprensa da ONU, redator-chefe internacional do Hebdolatino e analista associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)

*Publicado originalmente em estrategia.la | Tradução de Victor Farinelli

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