Argentina, el FMI, la deuda odiosa y la presión popular/ O FMI, a dívida odiosa e a pressão popular

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Juan Guahán |

Ahora sí, el acuerdo con el FMI ya está: aprobado, firmado y con los primeros 15 mil millones de dólares pasando por las arcas estatales argentinas. Vinieron en un paquete que trajo un regalo extra: Morgan Stanley, que es un banco de inversiones y agente de bolsa que maneja un índice que califica a los países en tres categorías (desarrollados, emergentes y fronterizos), lo que responde a la lógica impuesta por los países desarrollados del mundo capitalista. Argentina fue catapultado a “emergente”.

En la categoría de “desarrollados” ingresan los países centrales que tienen un alto nivel de industrialización; los “fronterizos” representan (para su lógica) un alto riesgo, por lo cual las grandes empresas tienen restringido los créditos e inversiones en los mismos (categoría a la que había descendido Argentinaen 2009) y los “emergentes” (Brasil, México, Chile, Colombia y Perú) –los del medio- son los que se encaminan hacia mejores posiciones competitivas, mejoras en la productividad y un buen lugar para canalizar el dinero de las inversiones.Resultado de imagen para deuda odiosa

Los expertos señalan que, como se trata de un mercado de acciones. se privilegiarán aquellas empresas que operan en esos mercados, es decir en las bolsas de valores y las posibles inversiones podrían privilegiar los sectores financieros y energéticos. Sus posibles e inmediatos beneficiarios serían el Banco Macro, Grupo Galicia, BBVA Banco Francés, Banco Supervielle, Pampa Energía, Transportadora de Gas del Sur, Edenor, YPF, Telecom Argentina y Loma Negra.

Esta inclusión entre los “emergentes” generó una exultante alegría, transformada en propaganda, del gobierno. Sin embargo no mencionan un dato significativo. Argentina debe mantener la libre circulación de capitales. Esa exigencia del “mercado” es la que hace que los usureros internacionales caminen libremente por estos lares jugando a la lotería financiera y apoderándose de la riqueza producida por el suelo y el trabajo de los argentinos. En estas semanas se llevaron unos 13 mil millones de dólares.

Deudas odiosas ¿como las sanmartinianas?

La realidad nada tiene que ver con las sonrisas y los buenos augurios de los funcionarios. Se nota en la calle, plagada de reclamos que legan al paro general; se filtra en los medios, incluso los cercanos al oficialismo. El “cansancio” por las medidas de este gobierno ya se ha generalizado.

Hay que tener cuidado porque estos son los momentos más peligrosos, cuando la desesperación del gobierno abre las puertas a las peores y mayores entregas, las que hipotecan el futuro por mucho tiempo y varias generaciones. Es lo que pasa con el actual y desesperado endeudamiento con el FMI, cuando los gobernantes suelen contraer deudas odiosas, contra el interés y la voluntad de sus pueblos.

Muchos años atrás. el Libertador José de San Martín siendo Protector del Perú, declaró que no se pagarían los empréstitos tomados por los gobiernos sin el consentimiento del pueblo y para ser usados en contra de sus intereses. Ese tipo de deudas, con el paso del tiempo, fueron reconocidas como “deudas odiosas”.

Alexander Nahum Sack, docente de las universidades de San Petesburgo y París, desarrolló la teoría de las deudas odiosas que podían ser repudiadas que tiene dos condicionantes: la ausencia de beneficio para la población y la complicidad de los prestamistas.

Cuando arrecian las medidas en materia de salarios, haberes jubilatorios, tarifas, transferencias a provincias, no quedan dudas que lo que se viene no beneficia a la población. En cuanto al requisito de de complicidad de los prestamistas, aquí hay algo más que complicidad, aquí hay “autoría” de los prestamistas, porque son ellos quienes imponen esas medidas.

La “corrida bancaria” y el haber acudido al FMI reflejan las cuestiones centrales de estos meses y dan cuenta del fracaso económico y el derrumbe político del gobierno, y ambas señalan la endeblez de la economía argentina, luego de varios años de bonanzas. Este “desastre anunciado” todavía no derivó en una explosión social generalizada por un como el ocurrido en diciembre del 2001.

Ahora Argentina está en manos de las políticas del FMI. Cada tres meses revisarán sus números para ver si siguen mandando los recursos que completen los 50 mil millones que dicen que van a prestar. El objetivo de esos controles y de las medidas que se van a adoptar es garantizar los dólares necesarios para que el país pueda seguir pagando la deuda y para ello van a enfriar la economía, disminuir el consumo y tratar de sostener a los sectores que producen dólares: campo, minería y unos pocos rubros de exportación de manufacturas.

El gobierno reconoce que hasta octubre habrá una parálisis económica (crecimiento cero) y una alta inflación que bien puede llegar (e incluso sobrepasar) el 30%. Quebrantos económicos, pobreza y desempleo serán los efectos inmediatos de lo que está pasando. Las provincias serán empujadas a que también se endeuden para mantener los planes propios y las obras públicas previstas.

Los cambios producidos en el gabinete en la última semana son apenas una lavada de cara. Luis Caputo va al Banco Central para aplicar las políticas acordadas con el FMI y Dante Sica en Producción es un guiño a algunos grandes exportadores, con la meta de que el dólar acompañe la inflación. Habrá que ver si la sociedad y la política soportan esta situación.

Lo que ya parece difícil es la reelección de Mauricio Macri y una delegación de altos dirigentes macristas viajó al Vaticano  para hablar en “audiencia privada” con Jorge Bergoglio, quizá para que influya ante los movimientos sociales para que no sigan en las calles.

Después del Mundial de Fútbol recomenzarán las pujas internas y acuerdos políticos que hoy pueden parecer impensables, tanto para la oposición como para el gobierno. La  semana comienza con un Paro Nacional  de las centrales sindicales, junto a la mayor parte de las organizaciones sociales y gremiales. Nada bueno para el gobierno.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


EN PORTUGUÉS

O FMI, a dívida odiosa e a pressão popular
Por Juan Guahán

Agora sim, o acordo com o Fundo Monetário Internacional (FMI) já está aprovado, assinado e com os primeiros 15 bilhões de dólares passando pelos cofres estatais argentinos. Chegaram num pacote que trouxe um presente extra: Morgan Stanley, um banco de investimentos e agente da bolsa, que atualiza um índice de qualificação dos países em três categorias (desenvolvidos, emergentes e fronteiriços), o que responde à lógica imposta pelos países desenvolvidos do mundo capitalista. Recentemente, a Argentina foi catapultada à categoria de “emergente”.

Entre os “desenvolvidos” estão os países centrais, que têm um alto nível de industrialização. Os “fronteiriços” representam (dentro dessa lógica) um alto risco para os investimentos, e por isso as grandes empresas restringem os créditos e investimentos nos mesmos – a Argentina foi colocada nesse patamar em 2009 e vinha se mantendo lá até então.

Os “emergentes” são os que ficam no meio das outras duas classificações. São os que se encaminham para ter melhor posição, maior concorrência, melhoras na produtividade e um bom lugar para canalizar o dinheiro dos investimentos. Na América Latina, os países que se colocam nesse nível são Brasil, México, Chile, Colômbia e Peru.

Os especialistas dizem que, como se trata de um mercado de ações, no final sempre sairão privilegiadas as empresas que operam nesses mercados, ou seja, nas bolsas de valores, e os possíveis investimentos poderiam privilegiar os setores financeiro e energético. Seus possíveis e imediatos beneficiários seriam o Banco Macro, Grupo Galícia, BBVA Banco Francês, Banco Supervielle, Pampa Energia, Transportadora de Gás do Sul, Edenor, YPF, Telecom Argentina e Loma Negra.

Esta inclusão da Argentina ao grupo dos “emergentes” gerou uma exultante alegria, transformada em propaganda, do governo. Entretanto, não foi mencionado um dato significativo: a Argentina deve manter a livre circulação de capitais. Essa exigência do “mercado” é a que faz com que os agiotas internacionais caminhem livremente por estes lados, brincando como numa loteria financeira e se apoderando da riqueza produzida pelo suor e pelo trabalho dos argentinos. Só nestas últimas semanas, esse setor tirou do pais cerca de 13 bilhões de dólares.

Dívidas odiosas, como dizia San Martín?

A realidade não tem nada a ver com os sorrisos e boas vibrações dos funcionários. Na rua, é possível ver os muros cheios de reclamações, que vão até as consignas pedindo por uma greve geral contra as medidas do governo de Macri. Demandas que aparecem até mesmo nos meios de comunicação amigos do governo. O “cansaço” popular pelas medidas deste governo já está generalizado.

Deve-se ter cuidado, porque estes são momentos mais perigosos, quando o desespero macrista abra as portas do país para que venham investidores que serão problemas maiores e piores que os de agora, e que hipotecam o futuro da atual e de muitas outras religiões. É o que acontece com o atual endividamento com o FMI, quando os governantes consultados costumam atuar contra o interesse e a vontade do povo.

Muitos anos atrás, o libertador argentino José de San Martín sendo protetor do Peru, declarou que não se pagariam os empréstimos tomados pelo governo sem o consentimento do povo e usados contra os seus interesses. Esse tipo de dívida, com o passar dos anos, ganharam a alcunha de “dívidas odiosas”.

Alexander Nahum Sack, docente das universidades de São Petersburgo e de Paris, desenvolveu a teoria das dívidas odiosas, que podiam ser repudiadas que tem duas condicionantes: a ausência de benefício para a população e a cumplicidade dos prestamistas.

Se acumulam as medidas com respeito ao valor dos salários, das aposentadorias, das tarifas de serviços básicos (água, luz e gás) e transferências orçamentárias às províncias, e não restam dúvidas de que isso não significa nada que possa beneficiar a população. Com respeito à relação com os prestamistas, aqui há algo mais que cumplicidade, é praticamente uma “autoria” por parte dos prestamistas, porque são eles os que impõem essas medidas.

A “corrida bancária” e a ideia de pedir socorro ao FMI refletem as questões centrais destes meses e evidenciam o fracasso econômico e a desgraça política do governo, ambas como sintomas da debilidade do atual modelo de economia argentino, depois de vários anos de bonanças. Este “desastre anunciado” ainda não gerou uma explosão social generalizada, como a que aconteceu em dezembro de 2001.

Agora, a Argentina está nas mãos das políticas do FMI. A cada três meses, o órgão revisará os seus números, enquanto o governo sul-americano espera contabilizar todo o empréstimo solicitado, até completar os 50 bilhões que foram prometidos. O objetivo desses controles e das medidas que serão adotadas é garantir os dólares necessários para que o país possa seguir pagando a dívida, e para isso vão esfriar a economia, diminuir o consumo e tentar sustentar os setores que produzem dólares: o agropecuário, a mineração e alguns poucos ramos de exportação de manufaturas.

O governo reconhece que haverá uma paralisia da economia (crescimento zero) até outubro, e uma alta inflação que poderia chegar (e até superar) os 30%. Decadência econômica, pobreza e desemprego serão os efeitos imediatos do que está acontecendo. As províncias serão obrigadas a se endividar também, para manter seus próprios planos, e as obras públicas previstas.

As mudanças produzidas no gabinete na última semana são apenas limpar a imagem do governo. O ex-ministro das Finanças Luis Caputo assumiu o Banco Central, para aplicar as políticas do FMI. Dante Sica no Ministério da Produção é um gesto a favor de alguns dos grandes exportadores, com a meta de manter o dólar acompanhando a inflação. Falta saber se a sociedade e a política suportam esta situação.

O que já parece difícil que aconteça é a reeleição de Mauricio Macri, e talvez por isso uma delegação de altos dirigentes macristas viajou ao Vaticano, para falar com o Papa em uma “audiência privada”, talvez para que dialogue com os movimentos sociais e evite que organizem protestos nas ruas.

Depois da Copa do Mundo de Futebol, recomeçarão as brigas internas e os acordos políticos – que hoje podem parecer impensáveis, tanto para a oposição quanto para o governo. A semana começa com uma greve geral das centrais sindicais junto com a maior parte das organizações sociais. Notícias nada boas para o governo.

Juan Guahán é analista político e dirigente social argentino, associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)

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