Día Mundial del Agua, un recurso en extinción… que cotiza en Bolsa
Eduardo Camín
Cada año el 22 de marzo, el mundo celebra el Día Mundial del Agua, proclamado por la ONU en 1992 en la Conferencia sobre medio Ambiente celebrada en Rio de Janeiro, una fecha elegida para concienciar sobre la importancia crítica del agua dulce y promover una gestión responsable de este recurso esencial, el tema elegido para este año es sobre la «Conservación de los glaciares».
n este marco conmemorativo un nuevo estudio señala que los glaciares son esenciales para la vida: su agua de deshielo es vital para disponer de agua potable y para usos agrícolas, industriales y de producción de energía limpia, además de ser esencial para la salud de los ecosistemas.
El rápido derretimiento de los glaciares provoca que los flujos de agua se vuelvan inciertos, lo que acarrea profundas repercusiones para el planeta y sus habitantes. Por lo tanto, los expertos insisten que es esencial reducir las emisiones de carbono a escala mundial y adoptar estrategias locales para adaptarse al retroceso de los glaciares.
El agua y el cambio climático
Por más que les pese a los negacionistas de todo orbe o a «los nuevos científicos de las redes sociales” el agua y el cambio climático están inextricablemente vinculados. Los fenómenos meteorológicos extremos están provocando que el agua sea más escasa, más impredecible, más contaminada o las tres cosas a la vez.
Estos impactos a lo largo del ciclo del agua amenazan el desarrollo sostenible, la biodiversidad y el acceso de las personas al agua y al saneamiento. Sin dudas que el cambio climático es principalmente una crisis hídrica, sentimos sus efectos a través del agravamiento de las inundaciones, el aumento del nivel del mar, la reducción de los campos de hielo, los incendios forestales y las sequías. No obstante, la gestión sostenible del agua es fundamental para fortalecer la resiliencia de las sociedades y los ecosistemas, así como para reducir las emisiones de carbono.
Como hemos visto en estos últimos años en diversos puntos del Planeta las inundaciones y el aumento del nivel del mar pueden contaminar los recursos terrestres y hídricos con agua salada o materia fecal y causar daños a la infraestructura hídrica y sanitaria, como puntos de agua, pozos, retretes e instalaciones de tratamiento de aguas residuales.
Por su parte los glaciares, los casquetes polares y los campos de nieve están desapareciendo rápidamente. El agua de deshielo alimenta muchos de los grandes sistemas fluviales. La volatilidad en la criosfera (la parte helada de la Tierra) puede afectar la regulación de los recursos de agua dulce para un gran número de personas en las tierras bajas.
Es innegable que verano tras verano las sequías y los incendios forestales están desestabilizando comunidades y provocando disturbios civiles y migraciones en muchas zonas. La destrucción de la vegetación y la cubierta arbórea agrava la erosión del suelo y reduce la recarga de aguas subterráneas, lo que aumenta la escasez de agua y la inseguridad alimentaria.
La creciente demanda de agua incrementa la necesidad de bombeo, transporte y tratamiento de agua, que requieren un alto consumo energético, y ha contribuido a la degradación de sumideros de carbono cruciales que dependen del agua, como las turberas. La agricultura con un uso intensivo del agua para la producción de alimentos, en particular carne, y para el cultivo de cultivos utilizados como biocombustibles, puede agravar aún más la escasez de agua.
El agua en Bolsa …de valores
El agua que se nos presenta como un bien indispensable para la vida en la Tierra, pasó a ser considerada como una simple mercancía ya en 1992, a la vuelta de la Conferencia de Rio, ya que desde entonces para la Organización Mundial del Comercio esta es “una mercancía, un bien privado”, es decir una mercancía más para la especulación.
Al igual que el petróleo, el oro o el trigo este recurso natural entro a cotizar en la Bolsa de Valores de Wall Street en 2020/2021 vinculado al índice Nasdaq Veles California Water (NQH20) transformado en un índice de valor de los precios futuros del agua de California.
El negocio con este bien imprescindible creció exponencialmente, en el año 2000, la revista Fortune, publicaba que el mismo movía 400.000 millones de dólares al año. Hoy, apenas un puñado de multinacionales (las francesas Veolia y Suez son las más importantes) controlan los principales recursos hídricos a escala mundial. Por su parte organismos como el Banco Mundial, o el Banco Interamericano de Desarrollo BID siempre al servicio de las grandes transnacionales, condiciona la concesión de créditos a países emergentes a que privaticen los servicios de abastecimiento de agua.
Mientras, tanto las consecuencias para la mayoría de la población han sido brutales, como lo destaca el “Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020: Agua y Cambio Climático”, señalando que en el mundo hay actualmente 2.200 millones de personas privadas de acceso al agua potable y otros 4.200 millones que carecen de sistemas de saneamiento seguros.

Con la cotización del agua en los mercados los capitalistas han dado un paso adelante cualitativo en la apropiación y control de este recurso básico para la vida que tendrá efectos todavía más dramáticos para millones de seres humanos. Y aunque como siempre algunos traten de minimizar el hecho, el agua se ha convertido en un indiscutible commodity.
Como hemos destacado la fluctuación en los precios del agua estará marcada por el índice Nasdaq Veles California Water Index (NQH20), es un indicador basado en los precios de las cinco principales cuencas fluviales de California
donde la escasez del agua ha aumentado duplicándose su precio en estos últimos años. Aunque el índice está basado en los precios de las cuencas fluviales de California, este valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.
El negocio es redondo y está asegurado. El agua es un recurso básico para la vida y su uso en el planeta se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años, según el informe mundial de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos.
El negocio del capitalismo con el cambio climático
Una de las características que define al sistema capitalista es su capacidad para hacer grandes negocios con las grandes catástrofes, la mayoría de las cuales son provocadas por ellos mismos. Uno de los ejemplos más claros son las guerras; terribles acontecimientos para millones de seres humanos, pero a la vez tremendamente lucrativas para un puñado de millonarios.
El cambio climático que claramente está padeciendo el planeta ya está provocando consecuencias desastrosas para la vida en la Tierra, y una de ellas es la cada vez mayor escasez de agua. Este problema no tiene nada que ver con un “castigo divino” sino que es una consecuencia más de la explotación salvaje y descontrolada que sobre la naturaleza ejerce el capitalismo, un sistema económico orientado a satisfacer los intereses de una minoría sin importar las consecuencias que pueda tener para el resto de la humanidad.
Y siendo consecuentes con la lógica de su sistema, los capitalistas se preparan para seguir haciendo negocio con las catástrofes que ellos mismos generan.
En los próximos años dos tercios del planeta podría experimentar carestía de agua y millones de seres humanos verse obligados a desplazarse. Y con absoluta certeza las sequías, el cambio climático y el crecimiento demográfico van a seguir elevando el precio del “líquido elemento”.
En un ejercicio de hipocresía absoluta solo al alcance de los lobbies capitalistas el CME Group apunta que la salida a bolsa del agua ayuda a que esta se utilice de una manera más eficiente. Según sus “expertos” los nuevos contratos permitirán una mejor gestión del riesgo asociado a la insuficiencia de agua y así realizar una mejor correlación entre la oferta y la demanda en los mercados.
La posible regulación entre oferta y demanda es una auténtica falacia para intentar disfrazar la verdadera realidad, que no es otra que la de dar vía libre total a la especulación con un bien tan preciado, esencial y escaso como el agua. Para ser concretos lo que ha salido a bolsa son los derechos de uso del agua.
Los mercados a futuros no tienen un comportamiento como los mercados corrientes; al contrario que en estos, en los mercados de futuro no se realizan transacciones inmediatas; los compradores no se llevan el producto, sino que se recoge más adelante. En los contratos a futuros las operaciones se basan en la adquisición de derechos sobre una cantidad de agua en un futuro a un precio fijo.
Sin lugar a duda la cotización del agua en los mercados de futuros va a dificultar todavía más el acceso al agua a millones de personas y va a elevar el precio real para todos los consumidores. Además, los planes para construir las instalaciones necesarias para que la población pueda acceder a ella estarán todavía más ligados a la previsión del beneficio que las empresas calculen obtener.
El ejemplo de los efectos de la entrada de los alimentos en los mercados de futuros es muy elocuente e ilustrativo. La entrada en el mercado de derivados financieros basados en productos alimentarios, por parte de poderosos inversores fue posible gracias a la liberalización, a partir del año 2000, de las normas en los mercados de derivados financieros de materias primas.
Acabar con el capitalismo, salvar a la humanidad y el planeta
Que los capitalistas hagan que un bien tan esencial para la vida como es el agua cotice en bolsa define perfectamente la barbarie de su sistema económico y social. Mientras las consecuencias del cambio climático empiezan a ser muy evidentes, mientras millones de personas no tienen acceso al agua potable, toman medidas para hacer todavía más negocio de la catástrofe que ellos han provocado.
Están destrozando el planeta en el que vivimos con un modelo de producción absolutamente depredador. El cambio climático y todas las terribles consecuencias que está provocando y provocará a la humanidad es únicamente producto del capitalismo y su lógica del máximo beneficio.
La obscena abundancia de una élite minoritaria se levanta sobre la miseria de millones de seres humanos. Hay riqueza, recursos y tecnología suficientes en el mundo para que todos podamos vivir dignamente, el problema es que se encuentra en muy pocas manos y al servicio de sus intereses. El sistema capitalista es insustentable en su búsqueda insaciable de una acumulación sin fin de capital tendiente a una producción que debe expandirse continuamente para obtener ganancias.
Frente a la crisis ambiental el problema central no es la división entre quienes contaminan y quienes no lo hacen
sino en la mayoría social que están pagando los costos de la crisis y los capitalistas que la generaron. Sin dudas que para salvar los glaciares hay que destruir al capitalismo…
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)