Europa se rearma tras el abandono de EEUU y el temor a Rusia
Isabella Arria
Preocupado, el Consejo de la Unión Europea analizó cómo encarar el reto de alcanzar la autonomía estratégica en el lapso más corto posible y eficaz para contener la amenaza existencial que plantea Rusia en su flanco oriental, tras los confusos planteos del presidente estadounidense Donald Trump.
Los europeos occidentales decidieron el apoyo al gobierno de Volodimir Zelenski en Ucrania, junto a la necesidad de impulsar la capacidad de defensa europea en momentos en que estados Unidos toma distancias.
Varios de los líderes de la Unión Europea se muestran por demás preocupados por la ruptura del eje trasatlántico con el que se sentían cómodos y protegidos en un esquema estratégico de seguridad y defensa que practicaron durante las últimas décadas.
Las preocupaciones mayores partieron de líderes como la jefa de la Unión Europea (Ue) Úrsula von der Leyen o del presidente francés Emmanuel Macron, que afirman que “vivimos en tiempos trascendentales y peligrosos” que marcan el principio de una “una nueva era”. ¿Un cambio de paradigma?
Ursula von der Leyen señaló que Europa afronta un peligro grave y presente y señaló que tiene que ser capaz de protegerse a sí misma, “y también tenemos que poner a Ucrania en posición de protegerse a sí misma y presionar para una paz justa y duradera”.
Presentó una serie de propuesta con las que confía lograr “cerca de 800 mil millones de euros” para aumentar los gastos en defensa ante las “turbulencias” generadas por el acercamiento de Estados Unidos a Rusia para acabar con la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, Trump ordenó paralizar toda la ayuda militar de EU a Ucrania, incluso la que ya está comprometida o en camino al país europeo.
Para los analistas euroccidentales, el relato dominante apunta que es imprescindible el tránsito desde las sociedades del welfare hacia las sociedades del warfare, como el único camino que permitirá alcanzar esa autonomía en materia de seguridad en un momento de quiebra de todos los consensos construidos desde 1945.
Después de la segunda guerra mundial, estos consensos apostaron por el imperio del derecho internacional y de la diplomacia como vía de resolución de conflictos, pero ahora los europeos sienten la necesidad de armarse hasta los dientes, para no depender de las idas y venidas del gobierno estadounidense, en especial desde que Donald Trump lo comanda.
De lo que hablaron en el Consejo de la Ue no es novedoso. Se reabre un debate antiguo con la sombrilla de las urgencias geopolíticas actuales, donde es inminente la derrota de Ucrania en su guerra con Rusia. Los ministros temen que ante la ausencia de Estados Unidos, los europeos queden a merced de Rusia, enemigo poderoso y nuclear.
Temen que Rusia aproveche la debilidad militar europea para terminar con un “proyecto europeo construido sobre la idea de la paz entre las naciones”. Por eso se vuelve a retomar el libreto de la guerra fría, poniendo en marcha la carrera de armamentos.
¿Hablan de un ataque convencional ruso sobre territorio europeo más allá de Ucrania o se refieren a más guerra híbrida?
Si Rusia está en economía de guerra, lo normal sería que los europeos hicieran lo propio para poder defenderse (ante un enemigo potencial como Rusia, ya sin comunistas). Aún cuando eso significara sacrificar valores, principios y modelo social sobre el que se sustenta el decadente proyecto europeo. Lo curioso, señala el diario español Público, es que para defender ese modelo se proceda a su destrucción desde dentro.
La inversión reclamada iría destinada a la compra de armamento para la defensa del país, y visto que los europeos no lo pueden producir en un tiempo récord, se compraría en Estados Unidos, lo opuesto a la aspiración de alcanzar la autonomía estratégica europea. ¿Más negocios para Trump y compañía?
Lo real es que siempre el relato cuenta sólo una parte del total de la historia, porque en los momentos más críticos de la crisis económica europea, los dirigentes no hesitaron en abandonar las necesidades de sus poblaciones, incluso a costa de reducir las coberturas de los Estados sociales de los que tan orgullos estaban los europeos y que se reivindicaban como el emblema distintivo frente a otros modelos.

En los momentos de escasez, lo que mejor funcionó era el incremento del gasto público, … y llegó la pandemia. Ahora el canciller alemán electo, Friedrich Merz, rompe con la ortodoxia fiscal alemana vigente desde tres lustros y que provocó la ruptura del gobierno de coalición de Olaf Scholz, pero sólo para el gasto en Defensa. ¿Para defender a Ucrania, para construir una Europa de la defensa para ser una potencia geopolítica?
Tras décadas en las que Alemania se colocó bajo la protección del paraguas estadounidense, hoy se embarca en un rearme nacional y europeo sin precedentes, en un giro de 180 grados denunciado por la prensa conservadora y la extrema derecha como una renuncia. Merz quiere una inversión sin precedentes para reforzar el ejército alemán.
Donald Tusk, primer ministro polaco, anunció este viernes en el Parlamento que su país se retirará de las convenciones internacionales que limitan el uso de bombas de racimo y minas antipersona y adelantó un proyecto para proporcionar un entrenamiento militar masivo a todos los varones polacos. “Mantener la alianza con EU debe ser prioridad absoluta”, advirtió.
En un discurso centrado en la defensa y la seguridad confirmó que ha pedido al Ministerio de Defensa que Polonia se retire de la Convención de Ottawa y, posiblemente, de la Convención de Dublín, las cuales prohíben el uso, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersona y bombas de racimo, respectivamente.
Habló de la necesidad de disponer de un ejército de medio millón de efectivos (incluídos reservistas), 210 mil más que los que cuenta actualmente. Dijo que hay 800 mil soldados ucranianos y un millón 300 mil rusos, lo que hace necesario que quienes no se alisten puedan ser “valiosos” en caso de conflicto.
¿La OTAN?
¿Y todo eso se hará en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en la que ya pocos confían? La pregunta de los ciudadanos es cómo se pagará todo este delirio, porque nadie ha señalado cuál es la grave amenaza que se cierne sobre Europa: si será con más impuestos, o con partidas hoy destinadas a satisfacer necesidades sociales.
No se ha informado si el incremento del gasto militar está orientado a la defensa de Ucrania, con el objetivo del mantenimiento de las fronteras anteriores a 2014. Todos, incluido el vapuleado presidente ucraniano Volodimir Zelenski, admiten que eso no parece un escenario muy realista.
Otro problema es que será muy difícil supranacionalizar la propuesta, es decir ponerla a consideración (y aprobación) de todos los miembros de la Ue. El mero gasto en defensa no hace a los europeos más poderosos militarmente, máxime cuando ya gastaron demasiado en la guerra de Ucrania.
En realidad, lo que se está configurando no es tanto una Europa geopolítica como una nueva Europa de las grandes potencias, tal como quedó reflejado en las recientes cumbres de de París y Londres.
El eje de esta ofensiva estará conformado por tres pivotes, París, Berlín y Roma, la triple M: Merz, Macron y Meloni, que son los que articularán el eje geopolítico de Europa, apoyados, por España y Polonia para los flancos sur y este y por los países nórdicos en el Ártico. La seguridad externa se sostendrá sobre las espaldas del Reino Unido y Turquía.
Para muchos europeos, vuelve la Europa de las grandes potencias, pero no de la autonomía estratégica de la Unión Europea, como se pretende “vender” el proyecto.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)