Crisis ambiental del Titicaca causa el éxodo forzado de familias

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La Razón

El lago Titicaca atraviesa por una compleja crisis ambiental debido a la contaminación de los ríos que lo alimentan desde la Cuenca Katari. La situación de los ríos que atraviesan las ciudades de la cuenca afecta también la tierra, fuentes de agua. También están afectados los medios de vida de las comunidades asentadas a sus orillas. Esta crisis ambiental ha forzado la migración de familias en al menos una treintena de comunidades.

La actividad minera cooperativista ilegal en Viacha libera arsénico y otros contaminantes al subsuelo. Esto no solo afecta al lago, también al acuífero que abastece de agua potable a Viacha y al sur de El Alto. La consecuencia es la expulsión violenta de comunidades hacia las ciudades, reproduciendo desigualdades sociales y precariedad urbana, a lol que se suma la descarga anual de siete mil toneladas de plásticos y aguas residuales que llegan desde los ríos de El Alto y municipios cercanos. De esa forma se acumula en la parte baja de la cuenca, plantas invasoras y todas las aguas residuales.

Así lo advirtió Carlos Revilla, director ejecutivo del Instituto de Investigación y Acción para el Desarrollo Integral (IIADI), quien señaló que la crisis en la cuenca Katari ha desatado un proceso silencioso de “desplazamiento ambiental”, donde familias rurales se ven obligadas a migrar hacia las ciudades en condiciones de desigualdad y precariedad..

“En el lado boliviano, el problema del Lago Titicaca ya se acerca a las tres décadas y tiene que ver con el acelerado crecimiento de las ciudades de la cuenca Katari”, señaló Revilla al diario La Razón.

Denunció que la actividad de procesamiento de minerales en Viacha libera cianuro y otros metales pesados al subsuelo y los ríos. Esto no solo afecta al lago, sino también al acuífero que abastece de agua potable a Viacha y al sur de El Alto. La consecuencia, advirtió, es la expulsión de comunidades hacia las ciudades, reproduciendo desigualdades sociales y precariedad urbana.

Acotó que la ganadería, como principal actividad, está seriamente mermada, lo que lleva a las comunidades a tener que migrar hacia actividades lejos del campo dedicándose al comercio, transporte y construcción, entre otros.

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Señaló, por ejemplo, que, en la cuenca baja, las comunidades se dedicaban a la pesca y la agricultura, sin embargo; estas han ido dejando la pesca para trabajar en la ganadería, la cual está también amenazada por la afectación de fuentes de agua y forraje.

“En el caso de las comunidades de la Cuenca Baja, tenemos a 17 comunidades de la Central Agraria Quiripujo con más de tres mil habitantes afectados de manera directa o indirecta en la calidad de sus recursos productivos, tierra y agua. Una cantidad superior se presenta en la Marka Puchukollo, las cual está afectada por la contaminación del río Seco. En comunidades rurales de Laja, la sequía de los pozos obliga a disponer de las aguas del río Pallina que reúnen la contaminación de El Alto, Viacha y de la propia ciudad de Laja”, señaló el investigador.

A esta problemática se suma la descarga anual de 7.000 toneladas de plásticos y aguas residuales que llegan desde los ríos de El Alto y municipios cercanos, acumulándose en la parte baja de la cuenca, plantas invasoras y todas las aguas residuales.

“Las comunidades de Chojasivi, Lucurmata, Lacaya y Chiluyo viven en carne propia este deterioro y se enfrentan a la pérdida de agua limpia para consumo humano y para su ganado lechero, base de la economía familiar en la zona”, señaló Revilla.

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Así, la vida en estas comunidades transcurre entre aguas negras que no solo se destinan para consumo humano, sino también para el ganado lechero que abastece de leche y queso a las ciudades

“Nosotros vamos al lago por turismo, vemos, en cierto modo, la parte más bonita e interesante, pero los invitamos a visitar las comunidades de la Cuenca Katari para conocer lo que está pasando en estas zonas, para darnos cuenta del enorme problema ambiental que tenemos”, afirmó.

Revilla destacó que ya existen soluciones comunitarias —como biobardas, cosecha y siembra de agua, y alternativas agroecológicas— que deben ser respaldadas y replicadas. “El lago no puede salvarse solo con decisiones técnicas o estatales; requiere acción colectiva y reconocimiento de nuestra identidad ligada al agua. El desplazamiento ambiental de las comunidades es la señal más clara de que el tiempo de actuar es ahora”, concluyó.

Advirtió que, si no se realizan con urgencia las acciones estructurales de alcantarillado y tratamiento de todas las aguas residuales domésticas e industriales, así como la reducción de residuos sólidos vertidos en los ríos de la Cuenca, la situación de acumulación de nutrientes y contaminantes en el Lago puede tornarse irreversible.

“El cambio climático con su influencia en eventos como sequías e inundaciones más severos, hace aún más difícil la situación de las comunidades y del ecosistema lacustre, obligando a respuestas más urgentes y a una mayor inversión”, dijo el director.