Venezuela de cara al 2025: ¿hay espacio para una remake del guaidosismo?

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Marcos Salgado 

A más de dos meses de las elecciones presidenciales donde el presidente Nicolás Maduro obtuvo su segunda reelección consecutiva, la estrategia opositora de desconocer el resultado no logró conmover dentro de Venezuela, como ya había sucedido con la estrategia Guaidó, pero aún peor. Ahora, de nuevo, la presión llegan desde el exterior, aunque debilitada y zigzagueante.

En 2019 la estrategia de la Casa Blanca de dar la espalda a la reelección de Nicolás Maduro y reconocer como única autoridad legal al presidente de la Asamblea Nacional, ese año en manos de Voluntad Popular y el entonces ignoto Juan Guaidó, albergó cierta expectativa en las filas opositoras, mas cuando uno a uno decenas de países adscriptos a la política exterior de los Estados Unidos lo reconocieron como «presidente interino».

Mientras las agencias de noticias repetían casi como un mantra que Guaidó era «reconocido presidente por unos 50 países», el autoproclamado brindaba conferencias de prensa en un parquecito coqueto en Prados del Este, en el sur de Caracas, a periodistas que, también, lo llamaban «presidente».

Guaidó, el experimento político fallido de Donald Trump. (Mariela López)
¿La historia vuelve a repetirse?

Luego del desconocimiento del resultado del 28J por parte de la Mesa de la Unidad Democrática capitaneada discursivamente por María Corina Machado, muchos recordaron aquellos días de la presidencia virtual de Guaidó, especialmente cuando Edmundo González alimentó el Déjà vu firmando comunicados como presidente electo.

Después sobrevendría la salida intempestiva pero negociada de González desde la residencia de la embajada española en Caracas hacia Madrid, donde de nuevo insistió en que asumiría el 10 de enero venidero la presidencia de Venezuela. Pero esta vez el aval explícito no llegó desde una cincuentena de países, sino apenas de algunos parlamentos y gobiernos, que se cuentan con los dedos de una mano.

¿Por qué en 2019 sí y ahora no? Primero y principal, porque el Departamento de Estado no envió directivas claras a sus satélites. Estados Unidos se limita por ahora a desconocer el resultado de las elecciones, pero no reconoce a González como presidente electo. La diferencia no es menor. Después, porque países gravitantes en el continente, como México, Brasil y Colombia, tampoco le alzaron la mano al ultraderechista. Aún con diferencias (Petro y Lula siguen sin reconocer el resultado, mientras AMLO/Sheinbaum salieron del grupo tomando nota del resultado validado por el Tribunal Supremo de Justicia). También debe anotarse que (así como en 2019) potencias como Rusia y China, más países gravitantes como Irán y otros siguen reconociendo a Maduro y las instituciones venezolanas.

Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. (Xinhua)
Cuánto falta para enero

Así las cosas ¿qué puede pasar en enero? Lo primero que habrá que saber es quién gana la elecciones en Estados Unidos, y -más aún- qué política definen para Venezuela. Aunque se puede suponer una continuidad en caso que gane Kamala Harris, un eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca no necesariamente significaría un cambio en el actual statu quo de la compleja relación Washington-Caracas.

No se puede perder de vista el crecimiento de las operaciones de Chevron en Venezuela. Consideradas interanualmente, las exportaciones de crudo de Venezuela a Estados Unidos registraron un aumento del 79%. Venezuela ya está en el quinto lugar de los exportadores de petróleo a EE.UU. apenas detrás de Arabia Saudí y sobre varios proveedores latinoamericanos, como Brasil, Colombia y Ecuador.

Y el mes pasado la Asamblea Nacional venezolana aprobó extensiones temporales a empresas mixtas petroleras en las cuales Chevron participa como socio minoritario de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). La inversión de Chevron en proyectos de Pdvsa se estima en 10 mil millones de dólares hasta 2047. ¿Cortará Trump esta tendencia, o recordará cómo sus halcones capitaneados por John Bolton lo llevaron a un callejón sin salida con la estrategia Guaidó?

PDVSA y Chevron son socios en Venezuela. ¿Trump dará marchas atrás?
La oposición sigue sin ayudar

Pero el plan Guaidó 2.0 anunciado por González para enero enfrenta, en rigor, un problema esencial: la ausencia absoluta de clima de protesta dentro de Venezuela. Hasta Guaidó en sus inicios tuvo algo de movida de calle. Pero ahora, nada.

Tampoco ayuda la dirigencia opositora, siempre variopinta, dispersa y con enfrentamientos a cuchillo. El sainete de la hora es dentro del partido Primero Justicia, agrupación alguna vez más o menos importante, donde ahora se enfrentan el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles y el ex presidente de la AN, Julio Borges.

Capriles dijo que Borges es un cobarde que actúa en contra de su propio partido. También lo acusó de financiar campañas en medios y redes contra opositores como Gerardo Blyde, Henry Ramos Allup y Manuel Rosales; entre otros. «No hay manera de que uno quiera seguir haciendo política, o estar bajo el mismo paraguas que un personaje oscuro, decadente, y tan desacreditado como Julio”, remató.

No se puede olvidar que en 2025 en Venezuela no solo comenzará el nuevo mandato de Nicolás Maduro (además, eventualmente, de alguna parodia de gobierno paralelo), también habrá elecciones para renovar las 277 bancas de la Asamblea Nacional, así como todas las gobernaciones y todas las alcaldías con sus correspondientes espacios legislativos.

La Asamblea Nacional de Venezuela revisará leyes electorales. (Xinhua)

Esto provocará sin duda reordenamientos y mas peleas como la de Capriles con Borges. Antes, la Asamblea Nacional anunció que adelantará en acuerdo con sectores políticos y sociales la revisión de todas las leyes electorales durante 2024. Durante el anuncio de la iniciativa, el presidente de la AN, Jorge Rodríguez, recordó que la ultraderecha “siempre arranca con mentiras en los procesos electorales; como en el 2002, ellos tienen la pésima costumbre de no reconocer los resultados electorales del único ente como el CNE. Les digo que si no va a reconocer el árbitro electoral, no participen”.

La movida está clara, y es lógica: reconocer al árbitro electoral es también reconocer las decisiones que éste toma. No habrá así espacio esta vez para el doble juego de desconocer a Maduro en la Presidencia y a la vez presentar candidaturas para diputados, gobernadores y alcaldes. ¿En este escenario se quedarán los partidos de la MUD encerrados en una estrategia Guaidó 2.0, esta vez con Edmundo y María Corina? Parece muy pero muy difícil.

 

*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

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