Tecnolibertarios y liberales, un espíritu de época anglosajón (de Musk a Milei sin escalas)
Verónica Sforzin
Negocios, amistades e ideología.
Como dos caras de una misma moneda, confluyen ideológicamente el tecnoliberalismo, el tecnoutilitarismo y los libertarios argentinos y latinoamericanos. Una nueva propuesta ideológica que parece renovar los gastados trajes neoliberales en nuestra región. Trataremos de analizar la estructura económica y de negocios que los guía a partir de uno de sus exponentes: Elon Musk. Analizaremos la necesidad geopolítica de occidente de tener ordenada – subordinada a América Latina a partir de consolidar un colonialismo tecnológico como objetivo central, en un mundo que se reordena desde oriente y camina hacia un multipolarismo que se encuentra en la región mal que les pese a la mayoría de los grupos económicos locales.
Mientras se profundizan las internas del eje angloamericano, ambos bloques utilizan la manipulación, el intervencionismo y la colonización cognitiva para consolidar su poder. El globalismo imponiendo su sistema financiero especulativo, y el Comando Sur de la mano de los sectores continentalistas la militarización y el narcotráfico como herramientas principales; ambos sostenidos por su gran aparato de guerra cognitiva a través de lo digital y tecnológico.
Desde oriente, impulsando un cambio radical en las relaciones internacionales encontramos a China, locomotora de los BRICS que proponen un nuevo sistema de industrialización y trasferencia tecnológica a nivel mundial.
El tecnolibertario Elon Musk, el hombre más rico del mundo a diciembre del 2023, se encuentra siendo parte en este juego de poderes tratando de sacar tajada y de imponer su cuota de poder. Mientras Javier Milei es la mejor y más bizarra expresión del intento de materialización del sueño de los tecnócratas corporativos intentando construir el mundo privado, consolidando en definitiva una nueva situación de colonización y subordinación en América Latina respecto del norte anglosajón en decadencia estructural.
Elon Musk, la batalla por el litio y Argentina
Elon Musk es un jugador de primer nivel, a diferencia de lo que puede creer Javier MIlei de sí mismo. Mientras las grandes corporaciones de Musk pelean por ordenar toda la cadena de valor de la tecnología, pero por sobre todo no tener flancos débiles que le impidan seguir el proceso de innovación y de desarrollo estratégico (un paso en falso implicaría salir rápidamente de la primera línea tecnológica en la que solo unos pocos logran mantenerse), mientras que Milei es la figurita política construida y puesta para regalar las joyas a la corona.
Se establece un dialogo entre ellos, que los medios masivos de colonización instalan como de amistad, admiración mutua, etc. donde en realidad, cualquiera que analice mínimamente las relaciones de poder internacionales puede comprender la desigualdad estructural entre los actores y la subordinación que implica para Argentina esa relación directa.
Para Tesla, la principal corporación de Musk, la cadena de valor comienza con el litio y las baterías recargables, así como para los desarrollos que impulsa en Inteligencia Artificial a través de Neuralink. Lograr sostener múltiples acuerdos y diversificar las entradas de este material es tan estratégico, como lograr que otros actores no controlen su extracción y el desarrollo de baterías. El litio es considerado uno de los minerales críticos por los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá.
En este marco podemos comprender el famoso twitt de Elon Musk “Le daremos un golpe a quien queramos” en relación a las acusaciones que le hizo un seguidor de la antigua Twitter acerca de su instigación al Golpe de Estado en Bolivia en el año 2020.
Un jugador audaz, pragmático e impune en sus posicionamientos, pero principalmente, expresión de un posicionamiento de clase; un capitalista en plena competencia por los recursos para seguir siendo dominante.
Tesla entro al mercado de autos eléctricos compitiendo con Google y el enfoque que utilizo fue el de incorporar rápidamente características autónomas, como el piloto automático, tan pronto estuvieran disponibles, exportando los riesgos a los usuarios. Fue un enfoque que acelero la velocidad de implementación a la vez que acepta el nivel de riesgo, impulsando un enfoque tecnoutilitario (Kai-Fu), es decir todo vale en función del desarrollo de su tecnología.
Sus preocupaciones son el aumento del precio del litio (en el año 2022 subió un 80% su precio) y la agresividad de nuevos competidores, principalmente las corporaciones chinas que amplían su presencia en Sudamérica, no solo en extracción, sino en la importación del mineral.
La estrategia de Tesla desde siempre fue la diversificación y tratar directamente con las mineras, sin intermediarios, actualmente mantiene contratos con proveedores chinos, australianos, uno canadiense, uno de la República Democrática del Congo, otro de Canadá y dos más de Nueva Caledonia y Argentina.
Bolivia cuenta con la mayor cantidad disponible de litio del mundo, junto con la Argentina y Chile forman el Triángulo del Litio, reuniendo el 60% de este mineral disponible en el planeta.
Dentro de EE.UU. tiene serios problemas ya que no controla el flujo del mineral. A su vez, si bien Estados Unidos figura entre los cinco primeros países de la lista con más reservas, no es uno de los mayores productores, prefiere comprarlo a otros países como Argentina y Chile.
Sus autos eléctricos necesitan las baterías recargables de litio para vivir y reproducirse. “Cada automóvil eléctrico Tesla modelo S necesita alrededor de 63 kilos de litio [para sus baterías]”. La fábrica de Tesla, la fábrica de baterías de litio más grande del planeta, se encuentra a 350 kilómetros de la única mina de litio en funcionamiento en los Estados Unidos. (Crawford, 2023).
Tesla es el mayor consumidor de baterías de iones de litio en el mundo; las compra en grandes volúmenes, de Panasonic y Samsung, y las vuelve a empaquetar en sus autos y cargadores caseros. Se estima que Tesla usa más de 28.000 toneladas de hidróxido de litio al año: la mitad del consumo del total del planeta. De hecho, podría describirse con más precisión como una empresa de baterías entes que como una de autos.
La empresa Albemarle Corporation es la dueña de la mina de litio estadounidense y tiene porcentajes de explotación en Chile y Argentina (también en Australia). Esta empresa es controlada por fondos financieros de inversión como The Vanguard, State Street y Black Rock.
Frente a la situación de no controlar el flujo del litio dentro del país donde Elon tiene la fábrica más grande de autos eléctricos, hay jugadas nuevas de diversificación: por un lado, a fines del 2023 se anunció la posibilidad de que Tesla Chile SpA comercialice y produzca partes de los autos eléctricos. Sería la primer plaza en Sudamérica con estas características. Es decir, sería una forma de asentarse para realizar por sí mismo la extracción, algo que no realiza, así como la posibilidad de hacer acuerdos de largo plazo con las empresas que extraen y producen componentes. A su vez hay que marcar que esta jugada se produce justo después de la entrada de empresas chinas a Chile.
La llegada de Tesla a Chile se confirma apenas días después de que el presidente chileno, Gabriel Boric, ratificara en Pekín que la empresa china Yongqing Technology Co. Ltd, perteneciente al Grupo Tsingshan, invertirá 233 millones de dólares para producir cátodos de litio, uno de los componentes principales de las baterías, y la de la firma china BYD, que también producirá cátodos de litio con una inversión de 290 millones de dólares.
No controlar el flujo del litio en Estados Unidos y el avance de China en la extracción en Sudamérica: dos situaciones geopolíticas complicadas para Tesla.
La otra jugada fuerte del 2023 es la de apostar a los acuerdos con Javier Milei en Argentina, desde el proceso de la campaña electoral. Los intercambios de mensajes en la red social X que analizaremos más adelante delatan estos apoyos y negociaciones, los que son evidenciados a partir del Decreto de Necesidad y Urgencia – DNU-.
Una de las leyes que benefician directamente a las corporaciones de Musk es la derogación de la Ley de Tierras (26.737), lo que habilita a Corporaciones y Fondos Financieros de Inversión extranjeros a comprar sin límites tierras dedicadas a la minería, petróleo o el agro.
El propio presidente [Javier Milei] lo dio a entender, al ser consultado en el programa de Mirtha Legrand sobre la Ley de Tierras, y en particular por el litio en Jujuy. Ante esto respondió, «Bueno, una de las cosas que me pasó es que me llamó Elon Musk, está sumamente interesado en el litio. Y también está muy interesado el gobierno de Estados Unidos, y muchas empresas de Estados Unidos, pero necesitan un marco jurídico que respete los derechos de propiedad».
Elon en el cielo con diamantes
En otra de sus alocuciones pragmáticas, Elon vaticino que para colonizar marte los primeros astronautas tienen que estar preparados para morir. No les pasara nada diferente que a millones de trabajadores que permitieron la expansión del capitalismo en la tierra, tendrán la ventaja de ganar un poco más y tener experiencias únicas, por ahora, antes de sus decesos, todo en pos del progreso infinito y del capitalismo tecnocrático salvaje que expande sus fronteras.
La empresa de Elon Musk para controlar el espacio es Space X, y aquí tiene una ventaja con las demás corporaciones anglosajonas. Esta corporación desarrollo una nueva constelación de satélites, de órbita baja (a unos 550km de la tierra) llamada Starlink, cuyo objetivo es proveer acceso a internet de banda ancha de forma global. Su servicio de internet ya se encuentra activo en muchos países y tiene una red operativa de 2400 satélites.
El presidente de Argentina Javier Milei anunció la desregulación de los servicios de internet satelital, “Para permitir el ingreso de empresa como Starlink”. La nueva modificación a la ley Argentina Digital (Ley N° 27.078) indica que “la provisión de facilidades de los sistemas satelitales de comunicaciones será libre”.
Como analiza el CEPA: ¿cuál sería el objetivo de la entrada de Starlink en Argentina? Detentar el monopolio del servicio de internet satelital en zonas con baja conectividad: al convertirse en un proveedor dominante de conectividad satelital, esto conduciría a una falta de “libre competencia”, afectando así a los consumidores en términos de opciones y precios (actualmente, el costo mensual en Estados Unidos es de 120 USD aproximadamente). Además, también generaría una dependencia nacional de un proveedor extranjero, aumentando aún más la vulnerabilidad de Argentina, que estaría supeditada a las decisiones y políticas comerciales de un proveedor extranjero, e impactaría directamente en la conectividad del país.
A su vez, así como fue un peligro para Elon Musk que Bolivia no solo nacionalizara el litio sino que se animara a la construcción de baterías e incluso autos eléctricos, también es un peligro ARSAT, la empresa estatal Argentina, la cual tiene por misión: (…) generar condiciones de igualdad en el acceso al servicio de las telecomunicaciones en todo el país, conectando a los argentinos con infraestructura terrestre y satelital. Nuestra visión es transformar el mercado de las telecomunicaciones generando valor para la nación y bienestar de los argentinos.
Esta empresa diseña y construye satélites, fibra óptica, centros de procesamientos de información, ofrece internet satelital, entre las líneas de trabajo más significativas. Como un ejemplo de sus múltiples líneas de trabajos podemos comentar la pronta concreción del lanzamiento y puesta en órbita del ARSAT-SG1, tercer satélite de la flota geoestacionaria que la empresa se encuentra en proceso de fabricación de forma conjunta con INVAP. “Con dicho satélite, se estipula ofrecer conectividad satelital de alta calidad a más de 200 mil hogares en zonas rurales o de difícil acceso de la República Argentina.”
Pero tal como dice en su misión el papel más importante en términos de soberanía nacional es la capacidad de generar valor para el pueblo, siendo una empresa que puede crea valor tecnológico y a su vez tiene la capacidad de ordenar al resto de las empresas que entren a jugar en nuestro territorio y potenciar a las de capital nacional (como fue el caso del acuerdo firmado con Orbith, una empresa de capitales argentinos fundada en 2017). ARSAT puede ofrecer servicios de internet satelital, lo cual es una forma de nivelar los precios del servicio, pero también puede realizar acuerdos con empresas privadas para que usan sus antenas, satélites o centro de procesamiento de información, lo que implica una entrada de dólares para el país.
Así como ha pasado en el neoliberalismo menemista, la privatización de esta empresa, vanguardia a nivel latinoamericano, implicaría pérdida de una herramienta clave para ordenar el mapa tecnológico y comunicacional de argentina. Así también implica perder la capacidad de tener y procesar datos de la población y de las empresas para la política pública y para el desarrollo nacional de la Inteligencia Artificial y demás tecnologías.
El niño bobo de la Inteligencia Artificial
El gran déficit de Elon Musk es el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) generativa, lejos de poseer la cadena de valor de esta tecnología apenas va iniciando, en comparación con Alphabet o Meta.
Su postura, también bastante burda, fue la de gritar a cuatro vientos la necesidad de regular la IA, vaticinando los peligros de la misma, cuan niño que pide tiempo en medio del juego. Luego de profetizar que la IA era la “destrucción de la civilización” y de que se uniera a otros líderes tecnológicos para pedir una pausa en una carrera de IA “fuera de control”, lanzo xAI, su propio desarrollo de IA.
En el desarrollo de Tesla lejos estuvo de ese enfoque regulatorio. Para ser dominante en el mercado instalo equipos baratos en sus autos que le permitieron recopilar millones de datos rápidamente. En seis meses, Tesla acumulo 75,5 millones de kilómetros y otro tanto de datos.
La corporación xIA ya contrato trabajadores de DeepMind (Alphabet) y otras empresas más avanzadas y trabaja con datos de Tesla (de los usuarios de los coches inteligentes, de rutas y demás que haya podido juntar) y de la Red Social X (los datos y meta datos que dejan sus usuarios). A lo que a simple vista parece muy poco. Hay quizás una alianza con Nvidia para usar sus chips, empresa controlada por los Fondos Financieros Black Rock y The Vanguard, State Street, sí, los mismos dueños de la corporación que extrae el litio de EE.UU. Pero por ahora todo está en veremos ya que Musk necesita nada menos que 1.000 millones de dólares para lanzar realmente esta empresa. El modelo de lenguaje al estilo Chap GPT, se llamaría Grok.
Otras empresas del megamillonario son Neuralink, la cual es una empresa de neurotecnología estadounidense especializada en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora, implantables, también conocidos como Brain-Computer Interfaces y la red social X (ex Twitter).
La ideología tecnolibertaria y libertarios. De Elon al León sin mediaciones.
En la cultura del Silicón Valley, el emprendedurismo y la innovación son reglas de oro. Pero también lo es la búsqueda de financiamiento, los emprendedores tecnológicos saben que una StarUp sin financiamiento, no subsiste en el clima de competencia feroz en el que “viven y se reproducen”.
No se expone a la vista de la sociedad el entramado de financiamiento proveniente de sectores públicos y de fondos financieros con capitales de riesgo, que permitieron el apalancamiento de las grandes innovaciones. Tal como relata Mazzucato (2017) es el Estado el que asume los riesgos más importantes apostando al desarrollo económico, pero también en función del posicionamiento geopolítico del país, así fue y es en Estados Unidos.
Las empresas de los emprendedores tecnológicos de California ni siquiera podrían comenzar a despegar sin un gobierno que promueva leyes proteccionistas, otorgue subsidios y un conjunto de medidas económicas y de políticas públicas destinadas a crear el ecosistema propicio para su crecimiento. Ejemplo de esto fue la ley “Jumpstart Our Business Startups” (JOBS) (Reactivar nuestra creación de empresas), del 2012.
Este tipo de leyes son necesarias para que continúe existiendo el entramado de StarUp y no sean absorbidas por los grandes monopolios, si bien estas funcionan la mayoría de las veces como terciarizadas del gran capital tecnológico. Este formato de competencia desenfrenada de los más pequeños (que rompe las viejas leyes laborales del siglo XX), es un nuevo formato de tercerización en que los fondos financieros de inversión y las grandes de las tecnologías son quienes compran o provocan la quiebra de los pequeños consolidando sus monopolios y aumentando la concentración.
Estos microemprendedores que se consideran libres y se autodefinen de la misma manera, no son sino la nueva estructura que toma el capital en el periodo actual. En el mundo occidental ser microemprendedor no escapa al poder, sino que es promovido, financiado y controlado por los Fondos Financieros de Inversión y por los grupos de poder anglosajones, quienes impulsan el mito libertario en una reedición del neoliberalismo salvaje, pero con estructuras más terciarizadas, economía más informal, menos leyes laborales, y más concentración del conocimiento, la ciencia y la tecnología.
La percepción subjetiva de libertad y la materialización de más despojo es el núcleo contradictorio en el que vivimos en la actualidad y se expresa en las dificultades para la constitución de una nueva política que convoque a sectores que son una realidad económica, pero subjetivamente están atrapados en las telarañas del mundo digital, un mundo sin Estado y ordenado por corporaciones. El sueño americano se instala a partir del mito de que los microemprendedores son un sistema en sí mismo, que permite, por fin, la realización de la promesa de la modernidad: la libertad. Ser micoemprendedor es no tener horarios, ni jefes, y la posibilidad de rotar de trabajos para no estancarse en ninguno.
Así, el neoliberalismo de los ’80, de Reagan y Teacher que derrotó al pacto social encarnado en el sostenimiento del Estado de Bienestar, y que impulsó la cultura imperialista y conservadora, dio paso a otra etapa: la de la cultura emprendedora, en donde el Estado termina de desaparecer de escena y las corporaciones, limpias de todo mal, son las que posibilitan la libertad individual y se convierten en el mejor aliado de los ciudadanos del mundo.
Al sistema político institucional, en crisis por el proceso de transnacionalización y tercerización de la economía, le explota, desde las propias fuerzas productivas, una reorganización económica acompañada de la consolidación de la ideología de que todo intervencionismo institucional parece vetusto. Lo público debe subordinarse a lo privado y solo sirve en tanto financiador de la innovación y el desarrollo de la economía del dato (Sadin. 2018). Aquí aparece, como un espíritu de época (Zeitgeist en alemán), la ideología de los tecnoliberales, o del liberalismo digital y de los libertarios.
El actor del cambio, de la transformación, que debe constituir otra materialidad y otra ideología, todavía es un sueño lejano. En términos ideológicos y culturales el mundo multipolar, no cuaja con las múltiples expresiones en crisis y de resistencias de la región, para producir una ideología que tenga la potencia transformadora.
Abrumados por una materialidad expulsiva esta ideología libertaria se basa en la fuerza del tanatos (la pulsión de muerte) en donde las sociedades se enfrentan y tienden a su desintegración. Discursos que hablan de sufrimiento, de resiliencia, de culpa, discursos de odio, son manifestación cotidiana en redes sociales y medios masivos, para sostener lo insostenible.
Manipulación social y mundo corporativo
Al plano ideológico hay que acoplar el plano psicológico y subjetivo. Este estado de situación material, social, solo se sostiene con una profunda capacidad desarrollada por el capital de manipulación social y subjetiva.
La tecnología globalista angloamericana es la realización material, la estructura económica, que sostiene una nueva situación de colonización, es la forma que adquiere la guerra de manera permanente, ya no lo es más el ámbito de la política. Por eso tampoco alcanza con la defensa de la democracia en un marco de guerra hibrida y de guerra psicológica y cognitiva que se produce en nuestras tierras.
El mundo corporativo es en el que viven las nuevas generaciones occidentales, las cuales incluso construyeron sus subjetividades a partir de mediaciones digitales, de un medio ambiente tecnológico digital, en donde el Estado no es nombrado, no tiene significancia. Para estas generaciones el poco bienestar es obtenido mediante el uso de servicios privados, pero lo más importante es que se comunicaron, desde edades muy tempranas y establecieron sus lazos primarios, dentro de corporaciones. Por eso esta relación directa, que se establece entre los ciudadanos y las corporaciones, una relación de obscena desigualdad, permanece invisible a los ojos de la sociedad, pero sí se visibiliza al Estado como un intruso, a pesar de tener un lugar importante para garantizar los derechos sociales.
En nombre de esta “idea del mundo – imperio corporativo” se están produciendo las nuevas cruzadas del capital occidental, el cual ya se encuentra instalado en la realidad digital, en donde los derechos sociales y humanos no existen. Este ideal de mundo entrecruza el libertarismo que pregona Javier Milei, y el tecnoliberalismo de Elon Musk, ese mundo que deja vía libre a las empresas para acumular desmedidamente, arrasando con los derechos laborales y sindicales.
La desregulación de la vida, para imponer el imperio corporativo, se plasmó en el medioambiente digital, en donde los grupos de poder avanzaron logrando no solo ganar la batalla cultural e ideológica, sino que pudieron avanzar en la guerra cognitiva. No porque el campo nacional y popular “no supiera comunicar lo que está haciendo” o porque “tenga que usar mejor las redes”; sino porque no supo poner un cerco que impidiera la monopolización tecnológica y comunicacional dentro de nuestras fronteras.
El entrecruzamiento
Tienen profundas diferencias, Milei se encuentra intentando convertirse al judaísmo, de la mano de sectores ultra ortodoxos, los Jabad Lubavitch, un sector minoritario, pero con integrantes de fuerte peso empresarial y financiero. En Argentina, uno de ellos es “Eduardo Elsztain, dueño entre muchas otras cosas, de IRSA, que además de shoppings tiene edificios y hoteles como el Libertador, donde Milei montó sus bunkers y donde vive desde hace un par de meses.”
Musk no profesa ninguna religión, pero en el 2022 visito al Papa Francisco, reivindica los principios que defendió Jesús y ha tenido fuertes cruces con la comunidad judía. En noviembre del 2023, Musk apoyo en su red social la idea de que los judíos “impulsan el odio hacia los blancos”, después de comentar “Has dicho la verdad real” en respuesta a una afirmación realizada por un usuario de la red, lo que le valió una respuesta de la Casa Blanca.
Estos entramados religiosos son centrales en las relaciones de poder internacionales en la actualidad, pero no impidieron sus acercamientos a partir de un objetivo común: subordinar a la Argentina y a América Latina a una nueva situación de colonización que permita el extractivismo de recursos naturales que se necesitan en la actualidad para la tecnología, la realización de sus negocios, pero también para impedir el propio despegue de la región y el avance de china. El caos y las doctrinas del shock son sus principales instrumentos.
Milei intenta ser el que garantice este modelo de tecnoliberalismo salvaje corporativo en Argentina. Centraron su acercamiento en las ideas de libertad y el rol del Estado que son, como dijimos anteriormente, visiones que los une. Ejemplo de estos rescates de coincidencias es el hecho de que Musk haya compartido el video en el que Milei cita a Milton Friedman: “cuando vos pones la igualdad por encima de la libertad, no terminas consiguiendo ninguna de las dos, cuando vos pones la libertad por encima de la igualdad conseguís muchas de ambas.” Y continúa: “la justicia social es injusta, no hay nada más injusto que la justicia social. ¿Por que cuál es el gran logro del liberalismo? (…) es haber logrado la igualdad ante la ley, la ley es la misma para todos. Cuando vas por la justicia social que es la redistribución del ingreso, vos en el fondo lo que estás haciendo es utilizando el aparato represivo del Estado para sacarle al exitoso, para redistribuirlo antojadizamente en función de lo que quiere el que está en la poltrona.”
Mientras el tecnoliberalismo de Musk es propio de quien, siendo el hombre más rico del mundo, la libertad de empresa le permite sostenerse en la cúspide de la competencia capitalista, el otro, Milei, siendo un simple peón de país colonial que ayuda al juego de privatizar, fragmentar y hundir los sueños de ser una patria soberana a la Argentina.
Bibliografía utilizada
Crawford, Kate (2022). Atlas de inteligencia artificial. Poder, política y costos planetarios. Fondo de Cultura Económica. Argentina.
Kai – Fu, Lee (2023) Superpotencias de la inteligencia artificial. China, Silicón Valley y el nuevo orden mundial. Ed Deusto.
Mazzucato, Mariana (2017). El Estado emprendedor. Mitos del sector publico frente al privado. Ed. RBA. España.
Sadin, Eric (2018) La silicolonización del mundo: la irresistible expansión del liberalismo digital. Ed. Caja Negra. Bs. As. Argentina.
Sforzin (2023). Ética, poder y tecnologías. Redes sociales e inteligencia artificial desde el Sur global. Editorial CICCUS. Argentina.
Sforzin, Verónica (2020). “Los datos, las tecnologías, la comunicación y el rol del Estado. Apuntes para el debate.” En Libro abierto del Futuro. Argentina Futura. Jefatura de Gabinete de la Nación. Localización: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/libro_abierto_del_futuro-30-4-2021.pdf
Sforzin, Verónica (2021). Geopolítica de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Un análisis desde América Latina y el Caribe. Ed. Acercándonos. Bs. As., Argentina.
Vior, Eduardo (2023). “Quien dependa de Elon Musk perderá su autonomía.” Localización: https://visionpais.com.ar/quien-dependa-de-elon-musk-perdera-su-autonomia/
* Dra. en Comunicación y Licenciada en Sociología por la UNLP. Docente Titular e investigadora de la UNLP. Investigadora del CIEPE – CLACSO. Autora del libro: “Geopolítica de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Un análisis desde América Latina y el Caribe” y “Ética, Poder y Tecnologías. Redes sociales e inteligencia artificial desde el sur global” libro ganador del premio Ensayo Pensar Nuestra América con Categorías Propias (de la Editorial CICCUS).
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