Trump en la ONU: aún huele a azufre/ Trump na ONU: ainda cheira a enxofre
Mirko C. Trudeau|
El presidente estadounidense Donald Trump le puso la nota de color a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sus aseveraciones, muy cercanas al cinismo, no sólo provocaron una cascada de risas en el auditorio, sino que el ambiente de la gran sala de sesiones se inundó de estupor por la agresividad de su discurso.
Trump, presidente de la potencia militar más temible del mundo, llegó tarde a su turno y debió hablar después de su par ecuatoriano, y en cuanto comenzó su alocución, cargada de autoelogios y chovinismo, hizo reír a los presidentes, cancilleres y embajadores presentes, lo que incomodó al magnate.
No sólo se animó a alabar la construcción del muro antimigrante en México, sino que aseguró que en sus dos años de gobierno consiguió más que cualquier otra administración en la historia de su país. Y ante el asombro de todos, aseguró que “la economía de EEUU está floreciente como nunca antes y tenemos el desempleo más bajo de los últimos 50 años…el desempleo de los latinos y negros y otros grupos ha disminuido”.
Quizá sin saber a ciencia cierta qué significaba realmente la reciente declaratoria de la “Década de Nelson Mandela por la Paz” por parte de la ONU, siguió con su libreto (¿tendrá guionista o es un improvisador?) dejó sentada su vocación guerrerista: “Nuestras fuerzas militares serán pronto más poderosas que nunca… en otras palabras, los Estados Unidos son más fuertes, más seguros y ricos que antes de asumir mis funciones”, se jactó, para luego incitar a un golpe militar en Venezuela.
Trump, sorprendido por las risas del auditorio, titubeó algo desconcertado, pero insistió en que «es la verdad» y admitió que «no era la reacción que esperaba». Lo que vino después fue un asalto contra lo que representa la ONU como máxima institución multilateral mundial y la afirmación de que EEUU rehusará ceder su «soberanía» ante el orden, leyes y agencias supranacionales.
Mutis en el foro: toda esa andanada fue recibida en silencio por casi todos los 192 estados miembros de la ONU, mientras el aún presidente estadounidense celebrarba que «nuestra fuerza militar será más poderosa de lo que ha sido jamás». Obviamente, no había prestado la menor atención al exhorto hecho minutos antes por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, sobre la urgencia de fortalecer el multilateralismo para abordar los problemas más graves que enfrenta el mundo.
Trump proclamó lo opuesto: «Rechazamos la ideología del globalismo y abrazamos la doctrina del patriotismo» e indicó que ordenó el retiro de su país de varios acuerdos apoyados por la ONU, entre ellos el tratado nuclear con Irán, del Consejo de Derechos Humanos y de la Corte Penal Internacional, al afirmar: «nunca rendiremos la soberanía de EEUU a una burocracia global no electa y que no rinde cuentas».
Y siguió su discurso imperial: anunció nuevas sanciones contra los colaboradores más cercanos del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, donde Trump declaró: «estamos atestiguando una tragedia humana», porque «el socialismo ha llevado a la bancarrota al país rico en petróleo y llevado a su pueblo a la pobreza abyecta», con la ayuda de «sus patrocinadores cubanos». Y convocó a los presentes a un esfuerzo para «restaurar» la democracia en ese país.
De paso condenó al régimen de Irán, al cual acusó de ser una «dictadura corrupta» que «siembra caos, muerte y destrucción», y aseguró que «no podemos permitir que el principal patrocinador de terrorismo en el mundo posea las armas más peligrosas del planeta». También advirtió que intervendrá en Siria si ese régimen emplea armas químicas.
En todo su discurso se abstuvo de hablar de Rusia y del cambio climnático, y al ilustrar su defensa de lo que califica como «soberanía», resaltó como ejemplo que ya está construyendo su muro fronterizo con México.
Y de golpe se retrasó el reloj hasta la guerra fría: «virtualmente todo lugar en que se ha intentado el socialismo o comunismo, se ha producido sufrimiento, corrupción y degradación», afirmó, y además aconsejó que «todas las naciones del mundo deberían resistir al socialismo y la miseria que lleva a todos».
Pero el ataque a Venezuela en la sala le pareció poco, y lo siguió en comentarios a medios, señalando que el gobierno de Maduro «es un régimen que francamente podría ser derrocado muy rápidamente por los militares, si éstos deciden hacer eso». Refrendó la Doctrina Monroe (América para los norteamericanos) como política de su gobierno, al decir que en el hemisferio occidental «estamos comprometidos con mantener nuestra independencia de la intrusión de poderes extranjeros expansionistas».
Siempre viene bien recordar que el 20 de septiembre de 2006, el comandante Hugo Chávez, presidente de Venezuela, dijo:“Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar!”. Claro, no se refería a Trump sino a las poses imperiales del entonces mandatario George Bush, en el mismo podio ocupado por Trump en el 73 período de sesiones de la Asamblea General.
A propósito, el presidente boliviano Evo Morales advirtió que EEUU y sus aliados aprovechan la palestra de la ONU “para lanzar ataques golpistas contra Venezuela” y remarcó que “la verdadera amenaza a la paz mundial es el intervencionismo de EEUU”.
El cambio climático y los riesgos de la tecnología
Por su parte, el secretario general Antonio Guterres declaró que el mundo padece «un desorden de déficit de confianza» ante una ola populista y la fragmentación social, y alertó de dos problemas cada vez más urgentes que definirán el futuro inmediato del planeta.
«El cambio climático procede más rápidamente que nosotros y si no cambiamos curso en los próximos dos años, arriesgamos un cambio climático desatado», declaró, y advirtió que nuevos avances en tecnología representan tanto oportunidades como riesgos cada vez más peligrosos, sobre todo si se emplean para fines bélicos. Ante estos desafíos, afirmó, la cooperación internacional es más necesaria y urgente que nunca y señaló que «el multilateralismo está bajo fuego justo cuando más lo necesitamos».
Raúdamente, el presidente francés, Emmanuel Macron, se desmarcó de Trump y retomó el exhorto del secretario general contra el aislacionismo y afirmó que el «nacionalismo siempre lleva a la derrota», y pidió a los estados miembros que «no acepten la erosión del multilateralismo», algo que recibió una ovación.
El presidente de Irán, Hassan Rouhani, señaló que el rechazo al multilateralismo es «un síntoma de la debilidad de intelecto; revela incapacidad para entender un mundo complejo e interconectado». Acusó a Trump y a sus aliados de querer derrocar a su gobierno y de violar el derecho internacional, así como sus obligaciones estatales por retirarse del acuerdo nuclear de 2015.
Mientras tanto, varios presidentes sudamericanos –entre ellos los de Ecuador, Brasil y Argentina–,respondieron obedientemente al llamado de Trump contra Venezuela. En sus discursos criticaron al gobierno de Maduro por violaciones de derechos humanos, y el argentino, Mauricio Macri, anunció que su país presentará ante la Corte Penal Internacional (no se enteró que Trump la declaró «ilegítima») «los crímenes de lesa humanidad de la dictadura venezolana».
* Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico U(CLAE, estrategia.la)
VERSIÓN EN PORTUGUÉS
Trump na ONU: ainda cheira a enxofre
Por Mirko C. Trudeau
O presidente estadunidense Donald Trump não perdeu a chance de causar polêmica em sua passagem pela Assembleia Geral das Nações Unidas. Suas declarações, muito próximas do cinismo, provocaram um tsunami de risadas no auditório, em um primeiro momento, mas depois fizeram o ambiente do grande salão de sessões se inundar de estupor, pela agressividade do seu discurso.
Trump, presidente da potência militar mais temível do mundo, chegou tarde à sessão, e teve que esperar para falar depois de seu colega equatoriano, Lenín Moreno. Começou seu discurso, carregado de autoelogios e chauvinismo, despertando gargalhadas entre os presidentes, chanceleres e embaixadores presentes, o que incomodou o magnata.
Não só se atreveu a alabar a construção do muro anti imigrante na fronteira com o México, como também assegurou que, em seus dois anos de governo, fez mais realizações que qualquer outra administração na história de seu país. Diante do assombro de todos, continuou dizendo que “a economia dos Estados Unidos está florescendo como nunca antes, e temos o desemprego mais baixo dos últimos 50 anos (…) o desemprego dos latinos e negros, e de outros grupos, também diminuiu”.
Talvez por não saber com certeza o que significava a recente declaratória da “Década de Nelson Mandela pela Paz” por parte da ONU, Trump seguiu o seu script (terá um roteirista que o ajuda com isso, ou o faz improvisando?), abordando os temas que dão vazão à vocação belicista: “nossas forças militares serão, em breve, mais poderosas que nunca (…) os Estados Unidos são mais fortes, mais seguros e mais ricos que antes da minha posse”, jactou-se, ao fazer alusão a um golpe militar na Venezuela.
Surpreso pelas risadas do auditório, Trump titubeou, algo desconcertado, mas insistiu em que o que ele disse “é a verdade”, e admitiu que aquela “não era a reação que esperava”. O que veio depois foi um assalto contra o que a ONU representa, como máxima instituição multilateral mundial: a afirmação de que os Estados Unidos se recusará a ceder sua “soberania” diante da ordem e das leis das agências supranacionais.
Mutismo no foro! Toda essa saraivada foi recebida em silêncio por quase todos os 192 estados-membros, enquanto o ainda presidente estadunidense celebrava que “nossas forças militares serão poderosas que nunca”. Obviamente, ele não havia prestado a menor atenção à exortação, minutos antes, do secretário geral da ONU, o português Antonio Guterres, sobre a urgência de fortalecer o multilateralismo para abordar os problemas mais graves que o mundo enfrenta.
Trump proclamou o oposto: “rechaçamos a ideologia do globalismo e abraçamos a doutrina do patriotismo”, e recordou sua ordem de retirar o país de vários acordos apoiados pela ONU, entre eles o tratado nuclear com o Irã, o Conselho de Direitos Humanos e a Corte Penal Internacional, ao afirmar que “nunca aceitaremos que a soberania dos Estudos Unidos se renda diante de uma burocracia global não eleita, e que não presta contas a ninguém”.
E seguiu com seu discurso imperial: anunciou novas sanções contra os colaboradores mais próximos do presidente Nicolás Maduro na Venezuela, e declarou que “estamos testemunhando uma tragédia humana”, porque “o socialismo levou um país rico em petróleo à bancarrota, e o seu povo à pobreza abjeta”, com a ajuda de “seus patrocinadores cubanos”. E convocou os presentes a um esforço para “restaurar” a democracia nesse país.
À continuação, condenou o regime do Irã, acusando-o de ser uma “ditadura corrupta”, que “semeia caos, morte e destruição”, e assegurando que “não podemos permitir que o principal patrocinador de terrorismo no mundo possua as armas mais perigosas”. Também advertiu que fará uma intervenção na Síria, se esse regime utilizar armas químicas.
Em todo o seu discurso, Trump se absteve de falar sobre a Rússia e sobre a crise climática do planeta. Ao ilustrar sua defensa do que qualifica como “soberania”, ressaltou como exemplo que já está construindo seu muro fronteiriço com o México.
E, do nada, fez o relógio voltar até os tempos da Guerra Fria: “virtualmente, em todo lugar onde se experimentou o socialismo ou o comunismo, o resultado foi sofrimento, corrupção e degradação”, afirmou, e logo sugeriu que “todas as nações do mundo devem resistir ao socialismo e à miséria que ele causa a todos”.
Mas o ataque à Venezuela na sala ainda não havia sido suficiente, então ele voltou ao tema, para dizer que o governo de Maduro “é um regime que, francamente, poderia ser derrubado muito rapidamente pelos militares, se estes decidem fazê-lo”. Referendou a Doutrina Monroe (América para os norte-americanos) como política do seu governo, ao dizer que, no hemisfério ocidental, “estamos comprometidos em manter nossa independência da intromissão de poderes estrangeiros expansionistas”.
Sempre vale a pena recordar que, no dia 20 de setembro de 2006, o comandante Hugo Chávez, então presidente de Venezuela, disse, também em uma Assembleia Geral da ONU: “ontem, o diabo esteve aqui, neste mesmo lugar. Este púlpito, de onde tenho que falar, ainda cheira a enxofre”! Claro, não se referia a Trump, e sim às poses imperialistas do mandatário de então, George W. Bush. Mas talvez o comentário ainda esteja vigente.
A propósito, o presidente boliviano Evo Morales advertiu que os Estados Unidos e seus aliados aproveitam a palestra da ONU “para lançar ataques golpistas contra a Venezuela”, e que “a verdadeira ameaça à paz mundial é o intervencionismo dos Estados Unidos”.
Crise climática e os riscos da tecnologia
Por sua parte, o secretário-geral Antonio Guterres declarou que o mundo padece de “uma desordem, fruto do déficit de confiança”, em referência à onda populista e à fragmentação social em vários países, e alertou sobre os problemas cada vez mais urgentes que definirão o futuro imediato do planeta.
“A crise climática piora, num ritmo mais rápido que o anteriormente calculado, e se não mudamos nosso rumo nos próximos dois anos, corremos um sério risco de enfrentar alterações que serão desastrosas e irreversíveis”, afirmou, alertando sobre alguns avanços tecnológicos que podem significar, ao mesmo tempo, oportunidades para muitos e novos perigos para o planeta, sobretudo se empregados para fins bélicos. Sobre esses desafios, Guterres considera que a cooperação internacional é mais necessária e urgente que nunca, e lamentou o fato de que “o multilateralismo está sendo questionado justamente quando mais precisamos dele”.
Em seguida, o presidente francês, Emmanuel Macron, se desmarcou de Trump e retomou a postura do secretário-geral, contra o isolacionismo, afirmando que o “nacionalismo sempre leva a derrotas”. O mandatário europeu também pediu aos estados-membros que “não aceitem a erosão do multilateralismo”, frase que recebeu uma ovação por parte do público presente.
O presidente de Irã, Hassan Rouhani, declarou que rechaçar o multilateralismo é “um sintoma da fraqueza de intelecto (de Trump), pois revela incapacidade para entender um mundo complexo e interconectado”. Acusou o magnata e seus aliados de quererem derrubar seu governo e de violar o direito internacional e suas obrigações, devido à sua saída do acordo nuclear de 2015.
Enquanto isso, vários presidentes sul-americanos – entre eles, os do Equador, Brasil e Argentina –,responderam obedientemente o chamado de Trump contra a Venezuela. Em seus discursos, criticaram o governo de Maduro por violações aos direitos humanos. O argentino Mauricio Macri chegou a anunciar que seu país apresentará à Corte Penal Internacional (talvez se esquecendo que Trump a declarou “ilegítima”) uma denúncia sobre “os crimes de lesa humanidade da ditadura venezuelana”.
Mirko C. Trudeau é economista-chefe do Observatório de Estudos Macroeconômicos de Nova York, associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)
*Publicado em estrategia.la | Tradução de Victor Farinelli