Claves históricas para entender el triunfo de López Obrador en México/ Os pontos históricos que explicam o triunfo de López Obrador no México

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Camila Matrero

La victoria de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México con el 53% de los votos frena, o al menos pone en entredicho, la restauración conservadora en la región. Desde los tiempos de la hegemonía indiscutible del Partido Revolucionario Institucional (PRI), un presidente no superaba los 50 puntos.

López Obrador en el tablero político mexicano

AMLO supo conjugar en estas elecciones la esperanza de transformación, en una apelación al futuro, pero sustentada en el pasado mítico de la primera revolución social exitosa del continente y el cardenismo de los años treinta, el movimiento nacional popular que terminó de concretar las promesas revolucionarias al extender la reforma agraria, nacionalizar el petróleo y establecer un programa de educación socialista en la república.

La apelación a Lázaro Cárdenas como fuente de inspiración no es azarosa. En un país que hace décadas perdió la soberanía alimentaria y actualmente depende de la importación de maíz estadounidense, base de la alimentación de su población, AMLO recupera al hombre que más tierras repartió entre campesinos en la historia del país, para hablarle a ese Sur que quedó rezagado a partir del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte (NAFTA-TLCAN).

A ellos les dijo que su trabajo vale, que el crecimiento económico no se puede conseguir sólo mediante la industria maquiladora (emplazada en la frontera norte) y que los necesita organizados. No es casual el decidido apoyo que recibió del Movimiento Campesino Plan de Ayala Siglo XXI 2.0, con gran presencia indígena.

AMLO fue el primer candidato que recupera los preceptos del Buen Vivir (claves en los momentos fundacionales del proceso boliviano y ecuatoriano) y propone recuperar los conocimientos de las grandes civilizaciones prehispánicas.

Otro actor clave de la alianza actual, que recrea una de las bases de apoyo que tuvo el proyecto cardenista, es el sector docente. AMLO supo ganarse el respaldo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), organizaciones que estuvieron en pie de lucha contra la Reforma Educativa que impulsó Peña Nieto y el nuevo Presidente electo prometió desarmar.

El tercer aspecto que emparenta a AMLO con el movimiento nacional popular de los años 30 es el energético. Si Lázaro Cárdenas al nacionalizar el petróleo dio el golpe más audaz contra las compañías estadounidenses, el gran desafío de este tiempo es revertir la reforma energética promulgada en la última administración del PRI, criticada fuertemente por AMLO.

Entre sus propuestas de campaña se encuentra la revisión de las adjudicaciones petroleras, la baja de los precios de los combustibles y la construcción de 5 refinerías, con lo cual la producción de hidrocarburos volvería a ser una política estatal en términos de desarrollo económico y generación de puestos de trabajo.

Crónica de un ascenso

Resultado de imagen para lopez obrador 2006Atender a estos procesos de acumulación histórica nos enseña que López Obrador no salió de un repollo. AMLO no es un fenómeno completamente novedoso de la política mexicana, como sí fueron los procesos de Venezuela (1998) Bolivia (2005) y Ecuador (2006), en donde nuevas formaciones pudieron canalizar de una manera democrática la crisis en el sistema de partidos, que amenazó con transformarse en una verdadera crisis orgánica.

El liderazgo de “Andrés Manuel” y la construcción de MORENA como partido político tiene más parentesco con la construcción política del Partido de los Trabajadores (PT) y LuizInácio Lula da Silva en Brasil, o el Frente Amplio (FA) y Tabaré Vázquez en Uruguay, en tanto las contundentes victorias, se explicaron/explican –en parte- por la acumulación política que supieron recoger en décadas de militancia los tres líderes; al tiempo que en los tres casos existe una preeminencia de la estructura partidaria, frente al carácter movimientistas de los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

A diferencia del PT y el FA, partidos creados en los últimos años de las dictaduras suramericanas, MORENA es el emergente de una doble fractura política que se gesta inicialmente en el seno del partido dominante (el mismísimo PRI).

El PRI, formado por Camacho y Alemán, representantes de las tendencias burguesas nacionales, es el heredero del Partido de la Revolución Mexicana cardenista (1938), que a su vez se reformula a partir del Partido Nacional Revolucionario, constituido por Calles en 1929 para organizar políticamente a los caciques vencedores de la Revolución Mexicana (1910-1920).

Fue el partido dominante por 70 años, hasta que en el año 2000 se produce la alternancia en favor del histórico partido de derecha Acción Nacional (PAN) con Vicente Fox, representante de los nuevos empresarios CEOs de la región norte.

El PRI fue verdaderamente hegemónico hasta 1988, momento en el cual después del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) que da inicio al proceso de liberalización, extranjerización y privatización que culminaría en la firma del TLCAN (1994); se desprende una corriente de izquierda que apelando a los valores revolucionarios le dará vida al tercer partido de masas en México, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), llevando a Cuauhtemoc Cárdenas (hijo del ex presidente) como candidato presidencial en las elecciones de 1988, 1994 y 2000.

En las primeras que participa, el PRD queda en segundo lugar, pero en medio de denuncias de fraude (fundamentadas en que, de las 55 mil casillas electorales del país, solo se conocen las actas de 29.999). En las dos posteriores el PRD queda en un tercer lugar.

En 2006, se presenta por primera vez por el PRD López Obrador y obtiene 35,3% de los votos, apenas medio punto debajo de Felipe Calderón (PAN), sin segunda vuelta. En 2012 el candidato volvió a posicionarse en el segundo lugar, seis puntos atrás de Peña Nieto (PRI), a pesar de una ardua campaña deslegitimadora.

La tercera fue la vencida para el tabasqueño. Esta vez llega a la presidencia por un nuevo partido formalizado como tal recién en 2014, luego de que las alianzas locales del PRD con el PAN más las denuncias de connivencia con el crimen organizado de algunos de sus dirigentes (los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecieron en un municipio y estado gobernado por esta fuerza), produjera la segunda fractura política de la izquierda nacional.

En esta oportunidad la fuerte campaña mediática y el llamado de los empresarios a no votar por AMLO no logró perforar la voluntad ciudadana.

Se inicia un nuevo tiempo en México. La promesa de una vuelta al mercado interno, al desarrollo económico con bienestar y la presencia activa del Estado, podría poner en jaque la ofensiva neoliberal que se respira en la región con el gobierno golpista de Temer, y la derecha “democrática” en Argentina, Colombia, Perú, Paraguay, Chile y el transformismo ecuatoriano (a diferencia del resto de los países, aquí no fue electo un partido de derecha, sino que es el Presidente, una vez en el cargo es el que vira el contenido programático).

Si López Obrador logra tener éxito en su política económica, social y en materia de seguridad, desbarata los preceptos y explicaciones de la nueva derecha regional, podríamos estar asistiendo al hecho fundacional para una contraofensiva popular en América Latina.

* Licenciada en Sociología, integrante del Observatorio Electoral de América Latina (OBLAT-UBA), colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)


EN PORTUGUÉS

Os pontos históricos que explicam o triunfo de López Obrador no México

Por Camila Matrero

A vitória de Andrés Manuel López Obrador (também conhecido como AMLO, que é a sigla do seu nome completo) no México, com 53% dos votos, serve para frear (ou ao menos colocar em dúvida) a ideia de uma restauração na região. Desde os tempos da hegemonia indiscutível do Partido Revolucionário Institucional (PRI), um presidente não era eleito com uma votação superior aos 50 pontos percentuais.

Obrador no tabuleiro político mexicano

Nestas eleições, AMLO soube conjugar a esperança de transformação demandada pelo eleitorado num apelo a um futuro sustentado no passado mítico da primeira revolução social bem sucedida do continente, mesclado também ao cardenismo dos Anos 30, o movimento nacional popular que terminou de concretizar as promessas revolucionárias, ao estender a reforma agrária, nacionalizar o petróleo e estabelecer um programa de educação socialista na república.

O uso do legado de Lázaro Cárdenas como fonte de inspiração não é por acaso. Num país que perdeu a soberania alimentar há décadas, e que atualmente depende da importação de milho estadunidense, sendo esta a base da alimentação da sua população, AMLO acerta ao recuperar o ideário do homem que mais compartilhou terras entre os camponeses na história do país, a melhor forma de falar com esse Sul que tanto sofreu com as consequências do Tratado de Livre Comércio da América do Norte (NAFTA, por sua sigla em inglês).

O discurso de Obrador atingiu em cheio esses corações do campo, ao dizer a essas pessoas que o seu trabalho tem valor, que o crescimento econômico não tem que ser alcançado somente através da indústria (que tem seus pólos nas regiões do norte do país) e que seu projeto necessita deles organizados. Tampouco é casual o decidido apoio que recebeu do Movimento Camponês Plano de Ayala Século XXI 2.0, que conta com grande presença indígena.

AMLO foi o primeiro candidato a reivindicar os preceitos do Bom Viver (cruciais nos momentos fundacionais dos processos boliviano e equatoriano) e propôs recuperar os conhecimentos das grandes civilizações pré-hispânicas.

Outro fator preponderante da aliança vencedora das eleições, que recria uma das bases de apoio do projeto cardenista, é o professorado. AMLO obteve o respaldo do Sindicato Nacional de Trabalhadores da Educação (SNTE) e da Coordenadora Nacional de Trabalhadores da Educação (CNTE), organizações que estiveram firmes na luta contra a Reforma Educativa impulsada por Peña Nieto, e que o agora presidente eleito já prometeu que irá desfazer.

O terceiro aspecto que vincula AMLO com o movimento nacional popular dos Anos 30 é o energético. Se Lázaro Cárdenas, ao nacionalizar o petróleo, deu o golpe mais audaz contra as companhias estadunidenses, o grande desafio deste tempo é reverter a reforma energética promulgada nesta atual administração do PRI, e fortemente criticada por López Obrador.

Entre suas propostas de campanha se encontra a revisão das concessões petroleiras, uma baixa nos preços dos combustíveis e a construção de 5 refinarias, para que a produção de hidrocarbonetos volte a ser uma política estatal em termos de desenvolvimento econômico e geração de postos de trabalho.

Crônica de uma ascensão

Ao entender esses processos históricos mexicanos percebemos que o fenômeno de López Obrador não saiu de um repolho. AMLO não é uma novidade na política do país dos mariachis, como sim foram os líderes dos processos da Venezuela (com Hugo Chávez em 1998), da Bolívia (com Evo Morales em 2005) e do Equador (com Rafael Correa em 2006), onde novas formações partidárias conseguiram canalizar de forma democrática a crise no sistema de partidos, que em alguns casos ameaçou se transformar numa verdadeira crise orgânica.

A liderança de “Andrés Manuel” e a constituição do Movimento de Regeneração Nacional (Morena) como partido político é mais parecido à construção do Partido dos Trabalhadores (PT) e de Luiz Inácio Lula da Silva no Brasil, ou à Frente Ampla (FA) e Tabaré Vázquez no Uruguai, devido a que as contundentes vitórias nas urnas são explicadas (em parte) pela acumulação de capital político realizada durante décadas de militância por esses três líderes e suas agrupações. Também nesses três casos existe uma prevalência da estrutura partidária, diferente do carácter movimentistas dos casos da Venezuela, Bolívia e Equador.

Diferente do PT e da FA, partidos criados nos últimos anos das ditaduras sul-americanas, o Morena emergiu de uma dupla fratura política gestada no seio do partido dominante (o mesmíssimo PRI).

O PRI dos Anos 80, liderado por representantes das tendências burguesas nacionais, é herdeiro do Partido da Revolução Mexicana (1938), outrora guardião do cardenismo e (por sua vez) fruto da outra reformulação, a partir do Partido Nacional Revolucionário, constituído por Plutarco Elías Calles em 1929 para organizar politicamente os caciques vencedores da Revolução Mexicana (1910-1920).

Foi o partido dominante por 70 anos, até que, no ano 2000 se produziu a alternância a favor do histórico partido da direita, o Partido da Ação Nacional (PAN), com Vicente Fox, representante dos novos empresários CEOs da região norte.

O PRI foi verdadeiramente hegemônico até 1988, momento no qual, depois do período de Miguel de la Madrid (1982-1988), deu início ao processo de liberalização, estrangeirização e privatização, que culminaria na assinatura do TLCAN (1994). Nesse então, se desprende uma corrente de esquerda que, apelando aos valores revolucionários, daria vida ao terceiro partido de massas do México, o Partido da Revolução Democrática (PRD), levando Cuauhtémoc Cárdenas (filho do histórico ex-presidente Lázaro, e portanto herdeiro legítimo do cardenismo) como candidato presidencial, nas eleições de 1988, 1994 e 2000.

Nas primeiras disputas que participa, o PRD fica em segundo lugar, mas em meio a denúncias de fraude – fundamentadas no fato de que somente 55 mil atas eleitorais foram oficialmente registradas pela apuração, de um total de 30 mil. Nas duas posteriores, o PRD fica em terceiro lugar.

Em 2006, o PRD se apresenta pela primeira vez como López Obrador como seu candidato presidencial, e obtém 35,3% dos votos, apenas meio ponto percentual abaixo de Felipe Calderón (PAN), num pleito sem segundo turno – e também marcado por fortíssimas suspeitas de fraude. Em 2012, o candidato voltou a se posicionar em segundo lugar, seis pontos atrás de Peña Nieto (PRI), apesar enfrentar uma árdua campanha de desprestígio.

A terceira foi a vencida. Desta vez, ele chega à presidência por um novo partido, criado em 2014, fruto de outra dissidência, após a diretoria do PRD formalizar alianças regionais com o PAN, além de denúncias de conivência de alguns dirigentes com o crime organizado – o caso dos 43 estudantes desaparecidos em Ayotzinapa aconteceu em um município governado por este partido.

A deste ano foi a grande oportunidade de Obrador, e ele não desperdiçou. Nem mesmo a forte campanha midiática e o apelo dos empresários a não votar por ele, chegando ao ponto de ameaçar funcionários de demissão se o fizesses, foi suficiente para desfazer a vontade popular por uma mudança na política.

Se inicia um novo tempo no México. A promessa de uma volta ao mercado interno, ao desenvolvimento econômico com bem-estar e a presença ativa do Estado poderia colocar em xeque a ofensiva neoliberal, que se espalhou pela região com o governo golpista de Temer no Brasil e as direitas “democráticas” na Argentina, na Colômbia, no Peru, no Paraguai, no Chile e até no transformismo equatoriano – que, diferente do resto dos países, não foi eleito por um partido de direita, e se instalou através de um presidente que, uma vez no cargo, revelou seu projeto mais programático).

Se López Obrador tiver sucesso com sua política econômica, social e em matéria de segurança, desmontará os preceitos e explicações da nova direita regional, e poderíamos estar vivenciando o marco fundacional para uma contraofensiva popular na América Latina.

Camila Matrero é socióloga, integrante do Observatório Eleitoral da América Latina e colaboradora do Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)
www.estrategia.la

 

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