El cinismo del capitalismo: La economía verde y 50 millones de toneladas de residuos electrónicos se desechan cada año
Eduardo Camin|
Según el reciente informe «A new circular vision for electronics-Time for a Global reboot» (Una nueva visión circular para la electrónica. Es hora de un reinicio global), presentado en Davos a fines de enero nos indica que un mejor seguimiento de los productos, programas de devolución de fabricantes o minoristas, nuevas tecnologías y nuevos modelos de negocios como el alquiler o el arrendamiento con opción de compra, pueden contribuir a la gradual “desmaterialización” de la industria electrónica.
En efecto cada año, cerca de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos son desechados, un peso superior a todos los aviones comerciales que se han construidos. En términos de valor material, equivale a 62.500 millones de dólares, más del PIB de la mayoría de los países. Menos de 20 por ciento de estos residuos se recicla formalmente.
En cambio, millones de mujeres y hombres en el mundo (más de 600.000 sólo en China) trabajan informalmente para recolectar, reparar, readaptar, desarmar, reciclar y desechar los residuos electrónicos. Gran parte de este trabajo es realizado en condiciones nocivas tanto para la salud como para el ambiente.
Guy Ryder, Director General de la OIT señala que “Miles de toneladas de residuos electrónicos son eliminados por los trabajadores más pobres del mundo en las peores condiciones, lo que pone en peligro su salud y su vida. Necesitamos mejores estrategias de gestión de los residuos electrónicos y de normas ecológicas, así como una colaboración más estrecha entre los gobiernos, los empleadores y los sindicatos, para hacer que la economía circular funcione al servicio de las personas y del planeta”.
Finaliza señalando que “Necesitamos mejores estrategias de gestión de los residuos electrónicos y de normas ecológicas … para hacer que la economía circular funcione al servicio de las personas y del planeta.» Estas son las conclusiones de un nuevo informe publicado por una Coalición de siete organismos de las Naciones Unidas – la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre ellas – con el apoyo Foro Económico Mundial y el Consejo empresarial mundial de desarrollo sostenible (WBCSD, por sus siglas en inglés).
El informe concluye que ha llegado el momento de “reconsiderar los residuos electrónicos, revaluar la industria electrónica y reorganizar el sistema para el beneficio de la industria, los consumidores, los trabajadores, la salud de la humanidad y del medio ambiente”.
Como es de rigor, el informe también insta a colaborar con las multinacionales, las pequeñas y medianas empresas (PYME), los emprendedores, las universidades, los sindicatos, la sociedad civil y las asociaciones de empleadores a fin de crear una economía circular de la electrónica donde no haya despilfarro, se reduzca el impacto ambiental y se creen empleos decentes para millones de personas.
La agenda ya está programada. El trabajo decente en la gestión de los residuos electrónicos es el tema del Foro de Diálogo Mundial que la OIT está organizando para los representantes de los gobiernos, las asociaciones de empleadores y de sindicatos en Ginebra, Suiza del 9 al 11 de abril 2019.
La contracara del informe
Hobbes descubrió en el miedo el origen del Estado y Maquiavelo enseño al Príncipe que tenía que utilizar el temor para gobernar. Podemos entonces concluir que ambos coincidían en que el miedo es la emoción política más poderosa y necesaria, la “terribilita” como herramienta educadora de la humanidad, indómita y poco fiable.
El miedo se ha propagado universalmente, y si antes nos refugiábamos en el horizonte de la esperanza, ahora solo nos encogemos de hombros cuasi con resignación e indiferencia ante la amenaza que nos acecha.
Creemos pues, pertinente ante la actual coyuntura mundial tomar alguna distancia para reflexionar sobre el aquí y el ahora, un espacio de tiempo esencial para el mañana. Una vez superado “el fin de la historia” y agotado el modelo de postguerra para la rentabilidad capitalista, la globalización se pone en marcha liberalizándolo prácticamente todo para intentar recomponer la tasa de ganancia.
Roto el vínculo entre naturaleza y producción, el modelo globalizador se alza dueño del mundo. Un orden deshumanizador que obtiene su poder destruyendo el planeta y despilfarrando las energías sean esta renovables o no.
Por lo tanto, miremos a nuestro alrededor. Con un poco de perspicacia, sin mucha dificultad, seremos capaces de comprobar la existencia de materiales que nuestros abuelos desconocían, en un electrodoméstico, en una lámpara, o al interior de nuestro teléfono móvil.
La historia de la humanidad va pareja a la de los materiales. El descubrimiento de éstos, moldeó las civilizaciones antiguas y así sigue siendo al día del hoy. La diferencia es que muchos de los nuevos materiales son el fruto de una búsqueda consciente basada en el conocimiento científico, en particular en la física y química modernas.
Ciertamente, muchos de los materiales descubiertos, presentan propiedades, que son y serán utilizados en todo tipo de tecnología. Pero una vez que el material se implanta en el mercado, poco o nada se hace para calibrar su impacto en el medio ambiente.
La experiencia nos enseña que todo producto tiene repercusiones en el entorno y es una exigencia ineludible eliminarlos o limitarlos al máximo. Pero así actúa el mal financiero que nos gobierna, como una fuerza que se mueve derivada por un alarmante cataclismo que provoca en las autoridades la reacción tardía ante una guerra fantasmal.
Al día de hoy, la contaminación provocada en los océanos a causa del uso indiscriminado del plástico desde hace más de un siglo ha generado un problema de enormes proporciones. Ésto nos debería hacer reflexionar: con experiencias como éstas, no podemos incorporar de forma anárquica nuevos materiales a nuestra economía sin prever su futuro impacto en el entorno.
Por eso, todos estos llamados de las “multinacionales del humanismo” a favor de un nuevo enfoque, centrado en las personas, que permita a todo el mundo prosperar en una era digital, sin emisiones de carbono, y que ofrezca dignidad, seguridad e igualdad de oportunidades, que además, responda a las necesidades y los desafíos que enfrentan las empresas y garantizar un crecimiento económico sostenible, nos deja el sabor amargo del deja vu, de informes que se repiten, pero que nunca especifican claramente quien es el responsable, de tal deriva.
Nunca como hasta ahora el progreso de nuestra historia nos ha pertenecido menos. Mientras en la humanidad existieron utopías, el futuro podía medirse en relación con un proyecto humano, pero hoy, sin referencias, en medio de la adversidad, el futuro ha tomado su propia deriva imprevista tan devastadora y desprejuiciada como es la arbitrariedad de la naturaleza.
Mientras tanto, la inteligencia artificial experimenta ya un auge sin precedentes, el diseño de las máquinas con una inteligencia comparable a la del ser humano, organizadas como redes de neuronas artificiales, serán capaces de registrar y analizar mediante algoritmos cada vez más complejos, los terabytes de la información de los que disponemos actualmente, para tomar decisiones y actuar de forma racional.
El mundo se ha liberado así de sus gobernantes y acelera su marcha despojado de humanidad, entonces no es extraño que evolucione más ligero y de vez en cuando adopte comportamientos narcisistas e incluso suicidas. Esta evolución de la crisis se enlaza con la idea que inspira la ecología y mucho de sus militantes al no romper con el sistema capitalista.
Llegados al punto en que se desconfía de la correcta acción de los hombres, el pensamiento naturalista se refugia al designio de las fuerzas cósmicas y de su comportamiento más allá de la razón. No existe, como piensan algunos, una ciencia más precisa que la amenaza y nada más sólido que el miedo, este es el cinismo del capitalismo ausente de los informes.
*Periodista uruguayo, miembro de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU. en Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)