Argentina: Cuestiones con Patricia Bullrich

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 Jorge Elbaum

Fuiste parte de la Juventud Peronista. Formaste parte de la Columna Norte con tu cuñado Rodolfo Galimberti. Hiciste de campana en la colocación de un kilogramo y medio de TNT en la vivienda del coronel José María Noguer, entonces intendente de facto de San Isidro, en enero de 1977. Luego te fuiste al exilio y zafaste de manera sorprendente de una detención, en 1979, viabilizada por el Plan Cóndor en Brasil.

El gran secreto de Patricia Bullrich
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Deambulaste, luego, por múltiples partidos y sellos políticos para transformarte en la deformidad cruel que hoy demoniza y reprime a jubilados, trabajadores, hinchas de fútbol y fotógrafos.

 

¿Quién fuiste? ¿Sos, acaso, la expresión somática del Síndrome de Estocolmo? ¿O simplemente la continuidad apócrifa de una biografía emplazada al lastre impúdico de la ignominia?

No puedo dejar de mirar en loop las imágenes del disparo de un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo mientras observo a compañeros y compañeras asistiéndolo en el piso. Del otro lado estás vos, Bullrich, con tu armadura de infamia apuntando sobre los manifestantes que lo asisten en el piso. Frente a la escena trágica vuelvo a recordar las frases soberbias del Secretario de Seguridad de Fernando de la Rúa, Enrique Mathov, quien fue condenado a prisión efectiva por la muerte de Gastón Riva, Carlos Almirón y Diego Lamagna.

Secuencia en la que un policía empuja a Beatriz Bianco, de 87 años

Bullrich: Te estamos mirando a los ojos a sabiendas de que esta sangría no puede ser eterna. Para cuando esto termine, muchos de nosotros nos convertiremos en el prisma ocre en el que deberás mirarte. Vos –Tatiana, Pato, Cali, Carolina Serrano–, estarás apuntada en el lado ultraje de nuestra memoria.

Es harto probable que lo desconozcas. Pero fue el poeta griego Yorgos Seferis quien escribió aquello de que “Allí donde la toques, la memoria duele”. Un padecimiento que suele calcinar los ojos.

Como la evocación de la agresión contra la jubilada Beatriz Bianco, de 87 años, y la masa encefálica derramada sobre el asfalto del fotógrafo Pablo Grillo. La espera nunca es eterna.

*Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)