Mucho se habló de que la muerte del expresidente venezolano Hugo Chávez en marzo de 2013 fue orquestada, que su cáncer fue inducido, implantado o generado con algún tipo de nanotecnología o radiación dirigida. Aun cuando parezca una teoría extremadamente conspirativa, los atentados que enfrentó Chávez probarían la existencia de un plan magnicida. Eso es lo que quiere demostrar el periodista venezolano, radicado en Argentina, Modesto Emilio Guerrero, en su reciente libro Quiénes mataron a Chávez: Cuatro sospechosos. Un autor intelectual

El libro registra 26 intentos frustrados, lo que es, en proporción, más de lo que sufrió el propio Fidel Castro: “3,5 intentos por año contra tres de Fidel”. Guerrero repone un debate no poco audaz, que tuvo mucho arraigo dentro del chavismo en los tiempos inmediatos a la muerte del líder, pero que con el tiempo se fue diluyendo incluso (o sobre todo) dentro del propio gobierno. El libro expone presuntos autores materiales, conspiraciones probadas y la idea de que un análisis científico minucioso de última tecnología podría dar una respuesta definitiva.

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