La Navidad en Belén
Pedro Brieger
Después de dos años la Navidad volvió a celebrarse en la ciudad de Bait Lajm, conocida en el mundo occidental como Belén. El 24 de diciembre miles de personas llegaron a la plaza donde se encendió el tradicional árbol que permaneció apagado en 2023 y 2024 a raíz de la invasión israelí a Gaza. Para expresar la protesta por el genocidio en Gaza –donde hay una pequeña comunidad cristiana- el pesebre tuvo al niño Jesús rodeado de escombros y alambres de púas.
Muy pocos peregrinos se acercaron a Belén, a apenas 10 quilòmetros de Jerusalén, esos dos años mientras las imágenes de Gaza circulaban por el mundo. En realidad, cada vez vienen menos visitantes a la histórica ciudad porque está rodeada de asentamientos israelíes y porque para entrar hay que atravesar el muro de ocho metros y los humillantes controles de los soldados israelíes. Durante siglos Belén fue una ciudad abierta y receptora de peregrinos, que comenzaron a llegar masivamente con el desarrollo del turismo que se convirtió en la principal fuente de ingresos de la ciudad.
Fue así mientras estuvo bajo dominio del Imperio Otomano (1515-1917), de los británicos (1917-1948) o de los jordanos (1948-1967). Todo cambió desde que el ejército israelí tomó el control en 1967. Ahora, hacer noche en Belén, es sentirse dentro de un gueto. Por eso los turistas llegan, miran y se van, con el efecto negativo que esto supone para el comercio local.
Históricamente, desde el Santo Sepulcro en Jerusalén hasta la iglesia de la Natividad se tardaban pocos minutos. En el camino las calles estaban repletas de negocios que vendían desde pequeños camellos de madera, hasta hermosas copas de vidrio de soplado artesanal, típicas de la ciudad palestina de Al Yalil (Hebrón), ubicada unos 20 kilómetros más al sur. Justamente la calle principal de Belén se llama “shara al Yalil” (la calle de Yalil) que ya en la época del imperio otomano portaba el nombre de “camino de Bait Lajm a Al-Yalil”, porque era la ruta que históricamente unía las dos ciudades después de salir de Al Quds (Jerusalén).
La calle principal de Belén existe todavía, pero está cortada por el muro de ocho metros que construyó Israel en 2002 en la entrada a la ciudad y que está custodiado por soldados en tierra y en torres de vigilancia. Una vez que se lo atraviesa, la calle continúa unos metros hasta que aparece otro muro, construido dentro de la misma ciudad y que encierra, literalmente, casas enteras.
Este tramo lo construyeron para rodear la tumba de la matriarca Raquel, esposa de Jacob y madre de José, según dice el Antiguo Testamento. El lugar se convirtió en una fortaleza que por lo general solo pueden visitar judíos, y a la que se accede por una ruta especial que no puede usar la población local palestina.
La ocupación israelí, además, cortó el vínculo milenario entre Belén y Jerusalén, porque para entrar o salir de la ciudad hay que pasar por los denigrantes controles de los soldados.

Además se apropió de muchos edificios por temas de “seguridad”, restringió el movimiento de la población local y comenzó un extenso proceso de expropiaciones de tierras para construir asentamientos israelíes que rodean la ciudad.
La Navidad nunca dejó de celebrarse, aunque el acceso de fieles de la región se volviera extremadamente complicado. Pero el turismo religioso pasó a depender de permisos, de agencias controladas desde Israel, y de la “seguridad”, una palabra que usa el ejército israelí cuando quiere limitar el movimiento de los palestinos. Por otra parte, la Navidad en Belén dejó de ser solo una festividad religiosa y comunitaria para convertirse en un evento político y diplomático fuertemente vigilado.
De hecho, el ejército impidió en 2001 y 2002 que Iasser Arafat pudiera llegar desde sus oficinas en Ramalla.
La Navidad, antes de la ocupación israelí era comunitaria. Reunía a las familias, recibía miles de peregrinos, se celebraba en las calles y existía un clima religioso festivo sin presencia militar visible.
Todo eso cambió. la ocupación israelí, otras cosas, acabó con la alegría.
* Sociólogo y periodista argentino