Porvenir infausto de la consigna mileísta (“Viva la libertad, carajo»)
Jorge Elbaum
«Viva la libertad, carajo» fue un mal augurio para Mariano Alberto Franco, alias Sisu. Tal vez, también lo será para quien ocupa en la actualidad la Casa Rosada, según el comentario de una fuente periodística moscovita que hace un seguimiento pormenorizado de los mercenarios extranjeros enlistados en las Fuerzas Armadas ucranianas.
as botas, dijo el sargento a cargo del pelotón, le quedaban un poco holgadas. Sus camaradas de armas confirmaron, días después, que solía rellenarlas con restos de algodón compactados. Recordaron que su cantimplora estaba cargada, en todo momento, con una gaseosa del mismo sabor que la Coca-Cola. Mariano Alberto Franco, alias Sisu, tuvo su bautismo de fuego una mañana del 12 de octubre de 2025. Catorce horas duró su exigua experiencia de combate y doce de esas horas las vivió escondido en una guarida armada con ramas, redes y estacas.
Cuando le ordenaron salir a repeler una carga de infantería, a trescientos metros de su tienda de campaña, recibió el disparo. Una semana antes de su muerte, había compartido la foto en la que brindaba su dedicatoria a Javier Milei, con el epígrafe que el presidente argentino impuso como su lema identificatorio: «Viva la libertad, carajo».
Una fuente periodística moscovita, que hace un seguimiento pormenorizado de los mercenarios extranjeros alistados en las Fuerzas Armadas ucranianas, comentó: «El final del Sisu deberá ser leído en Argentina como un mal augurio para el futuro político del mandatario libertario». Así concluirán sus aventuras.
Franco, de 47 años, fue movilizado de forma sorpresiva hacia la zona del frente de combate, en el este de la ciudad de Sumy, en el noreste de Ucrania, para recuperar una fracción de territorio conquistado, dos días antes, por dos batallones rusos provenientes de Kursk y Belgorod. Según el testimonio de uno de los sobrevivientes colombianos, integrante del mismo grupo de combate que acompañaba al mercenario argentino, el asalto consumado por las fuerzas rusas fue ejecutado en forma conjunta por las Fuerzas de Sistemas No Tripulados (USF, por sus siglas en inglés) y la unidad de francotiradores Prizrak (cuya traducción del ruso es «fantasma»).
Los proyectiles que cruzaron la retirada del grupo de Franco fueron disparados por fusiles de largo alcance Lobaev DXL- 4 Sebastopol. La bala de 11 centímetros de largo ingresó por la nuc
a. El casco de combate de Sisu quedó fragmentado en tres secciones, arrojado a tres metros de su cuerpo. Según los peritajes posteriores, el disparo se realizó desde aproximadamente 800 metros. Los encargados de rescatar el cuerpo no pudieron aproximarse porque una lluvia de proyectiles de artillería, acompañados por media docena de drones con cámaras telescópicas, oscureció el cielo por completo.
Franco había nacido en la provincia de Corrientes y vivía en la localidad bonaerense de Mariano Acosta, partido de Merlo. Se había alistado hace cinco meses en las fuerzas ucranianas, con un salario mensual de 2500 dólares. En su primer mes de instrucción, fue capacitado por seis oficiales de la Legión Internacional de Defensa Territorial –que agrupa a mercenarios de treinta países– asistidos por traductores facilitados por diferentes delegaciones diplomáticas que apoyan a Volodimyr Zelensky.
Sisu completó, a principios de 2025, la planilla de inscripción distribuida por activistas relacionados con las asociaciones de ucranianos residentes en Buenos Aires. Treinta y seis argentinos completaron el formulario en los dos últimos años. El 80 por ciento de quienes fueron aceptados por el Centro de Reclutamiento para Extranjeros de Kiev completaron la consulta sobre «ocupación actual» detallando su situación como «desempleados».
Desocupación y muerte

Franco había perdido su trabajo como empleado ferroviario, después de haber trabajado como policía y bombero. Sus conocidos del polirrubro ubicado en la Avenida Ricardo Balbín y Superí, lo habían notado deprimido a fines de 2024: «Tenía los ojos caídos…», detalló uno de sus vecinos de la localidad de Mariano Acosta. Años antes de completar la planilla para formar parte de la Legión Internacional, se había entrenado en diversas técnicas de artes marciales en el oeste del conurbano bonaerense.
Desde inicios de 2023 se había constituido en un defensor acérrimo de Javier Milei, discutiendo a viva voz contra los peronistas que abundan por la zona oeste. Sin embargo, ese entusiasta alineamiento no lo libró de ser despedido meses después de la asunción de Milei. Cuando algunos conocidos se enteraron de su viaje al Este Europeo, en los primeros meses del gobierno liberticida, señalaron que la intención de Sisu había consistido en «hacer una diferencia de dinero para regresar un año después a establecer un negocio en Merlo». Una semana después de su arribo a Kiev, recibió una instrucción de cinco semanas en el manejo de las ametralladoras Volcán (Malyuk), fabricadas por la firma Interproinvest, financiada casi íntegramente por la OTAN.
El mercenario, caído el 12 de octubre, no llegó a disparar un solo tiro de su arma automática. Fue ejecutado en un paraje cercano a la localidad de Verkhnje Pishchane, a 20 kilómetros del centro de Sumy, tras permanecer apenas 14 horas en el frente de batalla. En la misma operación murieron los argentinos José Adrián Gallardo, de 53 años, arrasado por una mina antipersonal, y Ariel Hernán Achor, de 25, al ser localizado por un dron Rubicón, que le estalló en la espalda. Apenas abandonaron la tienda de campaña, el grupo de mercenarios fue detectado por tres dispositivos de vigilancia aérea no tripulada que consignaron las coordenadas de la posición en la que se encontraban los tres argentinos.

El alto mando de Moscú monitorea con especial aversión el desplazamiento de los mercenarios extranjeros. Son la expresión actualizada y renegada de los conglomerados multinacionales que invadieron la Federación en el siglo XIX, con Napoleón, y a mediados del siglo XX, junto al Sexto Ejército alemán. Los mercenarios no son considerados combatientes legítimos ni se encuentran amparados por las Convenciones de Ginebra que establecen normas de conducta relacionadas con la guerra: los combatientes rentados no defienden una soberanía, una Patria, ni una identidad colectiva. Son uniformados a sueldo que poseen la única convicción del enriquecimiento.
El soldado a sueldo argentino Max Barrientos afirmó en octubre que las tropas rusas obtuvieron informes detallados de los combatientes extranjeros a partir de un desertor que entregó fotografías y bases de datos de los latinoamericanos que integran la Legión. Los centros de información bélica rusa empezaron a difundir las imágenes de los uniformados, concentrándose en la eliminación de los mercenarios.
Para 2024, unos trece mil mercenarios de 84 países se habían sumado a la Legión que sigue en la mira de los altos mandos rusos, como enemigos prioritarios.
Otro de los uniformados contratados por la OTAN, el cordobés Fabián «el Gringo» Castro –que aún se desempeña en la brigada 47 de Kiev–, detalló que en el operativo conjunto realizado por los Rubicón y los Prizrak el 12 de octubre, cuando cayó Sisu, también fueron heridos otros dos argentinos, Mauricio Funes y Alex Gutiérrez. Antes de ese episodio, el 31 de mayo, Gabriel Alejandro Piparolla –el único argentino con experiencia militar previa– fue alcanzado por un dron Shahed-136.

El 7 de julio, Emmanuel “Coca” Vilte, de 39 años, oriundo de Comodoro Rivadavia, falleció como producto del estallido de un dron Gerán, cargado con 300 kilogramos de explosivo, en la ciudad de Pokrovsk.
En esa ocasión, las cámaras infrarrojas de los drones de avistamiento detectaron el campamento camuflado donde se apostaba Vilte, generando su muerte y la de otros cuatro integrantes de la Legión.
Antes de completar el formulario de inscripción, «Coca» trabajaba como empleado de seguridad en Walmart y como repositor en el mismo supermercado. Fueron también las dificultades laborales las que lo llevaron a completar el formulario que le costó la vida. En la Plaza del Maidán, ubicada en el centro de Kiev, se instaló un «rincón argentino” donde se colocan las imágenes de los mercenarios caídos.
Entre las fotos que se destacan aparece la figura de Sisu, acompañada de la frase emblemática mileísta. «Viva la libertad, carajo» fue un mal augurio para Franco. También lo será, seguramente, para quien ocupa, en la actualidad, la Casa Rosada.
*Sociólogo, Periodista, Escritor, Dr. en Ciencias Económicas.
