Uruguay: la vicepresidenta Cosse y la autodeterminación del genocida

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Diego Hernández Nilson

¿Se imaginan que la dictadura uruguaya hubiese reivindicado el derecho de autodeterminación del pueblo de Sudáfrica para fundamentar su apoyo al régimen racista del apartheid? ¿O que Jorge Batlle apelara a la autodeterminación de Estados Unidos cuando tuvo que justificar la invasión a Irak? Hubiese sido raro, ¿cierto? Pero no, hasta ahora ningún gobierno uruguayo se animó a tanto.

A pesar de eludir referencias a los atropellos al derecho internacional y los derechos humanos cometidos por sus socios internacionales, ninguno había llegado a tal extremo en sus intentos por justificar lo injustificable. Tal vez consideraron demasiado impúdico apelar a un concepto tan caro a la tradición latinoamericana y tercermundista de lucha anticolonial y antiimperialista para legitimar las acciones de dos gobiernos que, respectivamente, representaron en su tiempo arquetipos del colonialismo y el imperialismo.

Tuvimos que esperar hasta el actual gobierno para escuchar a la vicepresidenta, Carolina Cosse, introducir la noción de autodeterminación como justificación para el despliegue de una política colonial genocida y el uso del hambre como herramienta de guerra. Tras eludir una primera pregunta con vaguedades, al ser consultada en una repregunta sobre lo que está haciendo el gobierno de Benjamin Netanyahu, su respuesta fue: «Yo creo que la situación es trágica, creo en la autodeterminación de los pueblos y creo que cada pueblo tiene que encontrar la solución a sus problemas. El pueblo israelí deberá encontrar su camino, como todos los pueblos del mundo. Y yo eso lo voy a respetar a rajatabla» (cuenta de X de Leonardo Sarro, 23-VII-25).1

No es posible exagerar la gravedad de estos dichos, alineados con las peores expresiones del Poder Ejecutivo y que logran bajar una vez más la vara en sus posicionamientos con respecto a la situación en Gaza. Ni siquiera se había animado a tanto Javier García, el ministro de Defensa Nacional del último gobierno blanco, que en su momento apeló a la noción de legítima defensa para justificar la sangrienta ofensiva israelí, pero no habló de autodeterminación.

¿Por qué es tan grave el error de Cosse? En primer lugar, porque la autodeterminación no puede justificar el ataque al territorio de otro Estado independiente, como es el caso de Palestina, Estado reconocido por Uruguay. Tampoco puede ir en contra de los derechos humanos, sino que es un marco para su respeto. En segundo lugar, porque mientras la noción de autodeterminación es para la izquierda latinoamericana una herramienta de lucha anticolonial y antiimperialista, Cosse la utiliza para defender el colonialismo (la ocupación y colonización de territorios palestinos).

La noción de autodeterminación, lejos de ser categórica, es problemática cuando es reivindicada para justificar políticas de chovinismo étnico y nacionalismos extremistas, por lo que su uso debe ser observado en contextos histórico-políticos definidos. Nadie plantearía respetar a rajatabla el derecho a la autodeterminación del pueblo alemán durante el genocidio judío o del pueblo turco durante el genocidio armenio.

En este caso en particular –y este es el tercer punto por el cual las afirmaciones de Cosse son graves–, el concepto de autodeterminación es reivindicado por la polémica Ley del Estado-Nación del Pueblo Judío, aprobada por el Knesset el 19 de julio de 2018 (con 62 votos a favor de la coalición gobernante de derecha radical y 55 en contra de los laboristas y legisladores palestinos).2

Esta ley racista y colonialista es un típico ejemplo de las reformas cesaristas iliberales impulsadas por la actual oleada de gobiernos neopatriotas de extrema derecha, similares a las que Viktor Orbán aprobó en Hungría y las que Jair Bolsonaro impulsó en Brasil. De esta forma, el gobierno uruguayo acaba una vez más legitimando o secundando la contestación de las normas internacionales impulsada por la extrema derecha global, al igual que como lo hace al mantener la oficina gubernamental de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación en Jerusalén, avalando así la contestación a las normas internacionales impulsadas por Donald Trump (véase «Cínicos o desinformados», Brecha, 27-VI-25). Confiemos en que Cosse lo haga por desconocimiento.

Hace una semana, el historiador Gerardo Caetano señaló en una entrevista lo decepcionante que son para los militantes frenteamplistas las «excesivamente cautelosas» posturas del gobierno en relación con el genocidio en Gaza (Lado b de TV Ciudad, 18-VII-25). Al margen de que este exabrupto de Cosse no pueda calificarse de cauteloso (la entrevista a Caetano es anterior), efectivamente las posiciones del Ejecutivo contrastan con las adoptadas por los anteriores gobiernos de izquierda. Recordemos, por ejemplo, a José Mujica en 2014 diciendo sin pelos en la lengua que «cuando se bombardean hospitales, niños y viejos me parece que es genocidio».

¿Por qué este cambio en la política exterior del Frente Amplio? En parte, puede estar asociado al recambio generacional en los liderazgos que el actual gobierno representa. Tal vez en este recambio se pierde claridad ideológica, al privilegiar experiencia de gestión municipal, ámbito en el que la alta política internacional es irrelevante. El desconocimiento del tema y los abominables enfoques del presidente y la vicepresidenta así lo demuestran.

1.-Luego vinieron las «aclaraciones». Primero una publicación en X con la posibilidad de hacer comentarios desactivada, en la que decía que fue sacada de contexto (aunque el video no está editado), que la pregunta refería a la política interna de Israel (lo cual no es cierto, como puede comprobar cualquiera que vea la nota) y que contraponía su «condena» al ataque de Hamás con la «ilegitimidad» del accionar israelí (sosteniendo de paso una vez más el relato del gobierno uruguayo de que todo esto empezó el 7 de octubre). También se expresó en una entrevista en Lado b de TV Ciudad (29-VII-25), en la que el periodista se cuidó de no preguntarle qué quiso decir con «autodeterminación», y reiteró sus habituales vaguedades.

2.-Huelga aclarar que esto no significa que el pueblo de Israel no tenga derecho a su autodeterminación, pero debe observarse que ese derecho no sea esgrimido por gobernantes para justificar el avasallamiento de los derechos de otros pueblos que habitan su territorio, y tanto menos políticas genocidas.

* Profesor del Programa de Estudios Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República (Uruguay). Responsable del Observatorio de Política Exterior Uruguaya. Publicado en brecha. com.uy