Así era el mundo, cuando el golpe de 1976 en Argentina
Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican)
Se cumple un nuevo aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 en Argentina. Ya pasaron cuarenta y nueve años y cuesta ubicarse en la época. Pero hay que decir que en su momento el golpe en la Argentina tuvo poca repercusión en el mundo.
Todavía estaban frescas las imágenes de Augusto Pinochet en Chile, y el argentino parecía uno más de la larga cadena de golpes militares que sucedían en América Latina.
Sólo el tiempo mostraría que fue cualitativamente diferente. En 1976 nadie podía imaginar que la palabra “desaparecidos” se convertiría en un símbolo, así como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
La atención mundial estaba focalizada en otros hechos. El escándalo de Watergate en Estados Unidos, que había provocado la renuncia de Richard Nixon, todavía estaba muy fresco.
Su sucesor Gerarld Ford aspiraba a la reelección frente a un desconocido gobernador del Estado de Georgia, Jimmy Carter, que comenzaba tibiamente su campaña de cara a la elección presidencial de noviembre.
En lo económico, Europa vivía la recesión más importante después de la segunda guerra mundial, con millones de desempleados.
También había un gran revuelo político porque los poderosos partidos comunistas de Italia, España y Francia criticaban abiertamente la falta de libertades en la Unión Soviética. De la mano del italiano Enrico Berlinguer se distanciaban de Moscú diciendo que había que sepultar la Dictadura del Proletariado.
Aparecía un nuevo fenómeno, el eurocomunismo, que hizo mucho ruido pero tuvo una vida efímera. Por otra parte, los tres países que todavía tenían dictaduras en Europa occidental se liberaban de sus gobiernos autoritarios.
El 25 de abril de 1974 había caído la dictadura en Portugal, en julio la de Grecia, y el 20 de noviembre de 1975 Francisco Franco moría en su lecho para dar comienzo a la llamada “transición española” con su famoso “Pacto de la Moncloa”.
Pocos días antes de la muerte de Franco las tropas españolas se habían retirado del Sahara “español” y la ciudad de Villa Cisneros, fundada en 1844, pasó a tener el nombre árabe de Dajla.
España no quería perpetuar un conflicto territorial con el rey Hassan II de Marruecos que ese mismo mes había organizado la “marcha verde” para tomar control del territorio y evitar la autodeterminación del pueblo saharaui liderado por el Frente Polisario.
Portugal, que celebraba la caída de la dictadura más longeva de Europa, avanzaba eufórica con la “Revolución de los Claveles” al ritmo de la hermosa canción Grandola Vila Morena de José Alfonso, que sonó en la medianoche del 24 de abril de 1974 como señal para la revolución.
La caída de la dictadura tuvo un efecto global porque en Lisboa se tomó la decisión de abandonar las antiguas colonias en África y Asia. Es así que, rápidamente, se concretó la independencia de Mozambique (junio) y Angola (noviembre).
La alegría en Angola duró poco. La Sudáfrica del apartheid la invadió, lo que motivó también el envió de tropas cubanas para apoyar al gobierno de Antonio Agostino Neto, líder del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), la principal fuerza política que había luchado por la independencia.
Portugal también se retiró de la parte oriental de la isla de Timor, que se encuentra entre Australia e Indonesia. A raíz de la declaración de la independencia de la parte oriental de la isla el gobierno dictatorial indonesio de Mohamed Suharto, que controlaba la parte occidental, cruzó la frontera y tomó la oriental a sangre y fuego.
Se calcula que su ejército asesinó a un tercio de la población. Como
Suharto era parte de la estrategia estadounidense para combatir al comunismo en la región, sus masacres no trascendían en los medios de comunicación occidentales.
En soledad, y desde Estados Unidos, Noam Chomsky denunciaba las atrocidades cometidas por Suharto, el mismo que en 1965 había llevado adelante un sangriento golpe de Estado contra el nacionalista Sukarno.
El sudeste asiático era un hervidero. Vietnam, Laos y Camboya celebraban la retirada estadounidense y el cese de los bombardeos que habían dejado millones de muertos.
Pero la liberación de Camboya de la dictadura de Lon Nol derivó en el régimen despótico liderado por Pol Pot. Millones de personas fueron obligadas a abandonar las ciudades, y el primer productor mundial de arroz pasó a ser conocido por la hambruna y la matanza de más de un millón de personas. Cuatro años después, en 1979, las tropas vietnamitas que entraron en Camboya acabaron con el régimen.
Para la República Popular de China, 1976 fue muy importante. A principios de año murió Zhou En-lai, un histórico líder revolucionario y uno de los artífices del viaje del presidente Richard Nixon a China en 1972. En septiembre murió Mao Zedong, y de la mano de Deng Xiaoping China avanzaría con sus reformas capitalistas.
En el Medio Oriente, el Líbano era el epicentro de las noticias. La guerra civil, que había estallado en 1975 y enfrentaba a cristianos, musulmanes y palestinos, provocaba muertes y exilios además de dejar dividida en dos la pequeña capital, Beirut. Para colmo de males, en 1976 Siria e Israel invadieron el país de los cedros.
El 24 de marzo de 1976, la Argentina se sumó al círculo de represión y muerte que ya reinaba en el Cono Sur y que se conocería como “Plan Cóndor”. Pocos meses después del golpe asesinaron en Buenos Aires al expresidente de Bolivia Juan José Torres, y en septiembre, en Washington, por orden de Pinochet, a Orlando Letelier, ministro de defensa de Salvador Allende.
Ese mismo año el economista Milton Friedman -gurú de los neoliberales- obtuvo el Nobel de Economía en Estocolmo, pero al recibir el premio le recordaron a los gritos sus vínculos con Pinochet.
Marzo de 1976. En abril de 1977 surgían las Madres de Plaza de Mayo y la palabra “desaparecidos” entró en el vocabulario de la política internacional.
Marzo de 2025. El mundo cambió. No tanto. Como dice Victor Heredia, todavía cantamos, todavía soñamos.
*Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)