Jorge Marchini
En su discurso, al cumplir un año de mandato, un Javier Milei exultante no temió asegurar: “Hemos superado la prueba de fuego”, haciendo alharaca de las medidas tomadas por su gobierno, anticipando que en las relaciones internacionales el “primer objetivo será impulsar durante el próximo año un tratado de libre comercio con Estados Unidos”.
Con la misma perspectiva internacional, el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, se refirió al apoyo externo, ponderando ante los titulares de los grupos económicos más grandes del país, aunados en la Asociación de Empresarios Argentinos (AEA), la expectativa de un nuevo acuerdo de la Argentina con el FMI con un apoyo esperado por el retorno a la Casa Blanca de Donald Trump, “para el primer cuatrimestre del año que viene”.
Nadie puede desconocer que no le falta confiado fervor optimista a «Toto» Caputo al decir: “Hoy, realmente, si se miran las redes sociales, no se habla de otra cosa que del Presidente Javier Milei. Siempre se habló de él por sus ideas, su contundencia y su personalidad. Ahora, además, lo avalan los resultados, con lo cual es realmente un boom. No quiero sonar fantasioso, pero el Presidente está haciendo una revolución. La batalla cultural que dio a nivel local hoy la está dando a nivel global”.
A sus órdenes
En forma reiterada, Milei ha afirmado sus preferencias: “Nosotros estamos alineados con Estados Unidos e Israel”. Evidencia de ello ha sido que, de los 19 viajes realizados por el Presidente al exterior en solo doce meses, siete han sido a Estados Unidos y uno a Israel.
El alineamiento de vuelta a la ilusión de las «relaciones carnales» de los ‘90 ha sido apuntalado concretamente con decisiones terminantes, como ser: la renuncia al ingreso de la Argentina en el Grupo de los BRICS (del cual forman parte central Brasil, China e India y Rusia, que concentran el 30% de las exportaciones argentinas, en tanto Estados Unidos, el 8% ); el propósito de construir una base naval compartida con Estados Unidos en Ushuaia; y hasta el echar intempestivamente a su canciller Diana Mondino por votar contra la continuidad del bloqueo comercial a Cuba siguiendo la larga tradición de la política exterior argentina en Naciones Unidas contra el intervencionismo y el colonialismo (posición elemental sostenida por el reclamo histórico por las Islas Malvinas).
Eufórico por la mención de Trump (que le manifestó: “Usted es mi Presidente favorito”), Milei se prepara ahora para estar presente el 20 de enero en la asunción en Washington del nuevo mandato presidencial de su admirador. Pero más allá de las menciones a grandes vínculos generados en paralelo a sesiones fotográficas con multimillonarios norteamericanos en los sucesivos viajes a Estados Unidos, ¿qué expectativas tiene el gobierno de Milei con relación a Estados Unidos? ¿Cuáles son las perspectivas reales, para el próximo período, de “hacer nuevamente grande” tanto a Estados Unidos como a la Argentina? ¿Qué escenario puede desarrollarse que influya en las relaciones bilaterales en un marco de creciente polarización, conflictos e inciertos cambios internacionales?
Trump y sus prioridades
El segundo mandato de Trump dará comienzo con un marco muy distinto al de su primera presidencia, aunque su sesgo ideológico y su estilo de gestión agresivo puedan parecer lo mismo. Por lo pronto, tendrá que priorizar la atención a temas internacionales que, o bien no estuvieron en su agenda en su mandato anterior, o lo fueron en forma lateral o con menor significación hasta hace cuatro años.
Entre los primeros, se encuentran en primer lugar los muy complicados escenarios de guerra en Europa y Medio Oriente, que Trump, sin decir cómo y con declaraciones contradictorias, ha prometido solucionar apenas llegue al gobierno. Entre los segundos pueden mencionarse cambios sustantivos en rápida alteración: geopolíticos (en especial la tensión en aumento con China), económicos (cambios productivos, inflación, proteccionismo), financieros (rol del dólar y tasas de interés), las divergencias notorias en lo que se refiere a agendas globales (cambio climático, agenda para el desarrollo, funcionamiento de organismos multilaterales).
Los analistas coinciden en que América Latina no tendrá atención central en un principio para la nueva administración estadounidense. Solo un país de la región se anticipa con desafíos de tratamiento crítico inmediato fuertemente controversiales: México.
Ello por la anunciada revisión que intentará forzar Trump del acuerdo de libre comercio (T-MEC) para limitar importaciones mexicanas y relocalizar industrias en su país, y el cumplimiento de la promesa planteada en campaña de profundizar la vigilancia de la frontera y expulsar de Estados Unidos a millones de inmigrantes mexicanos con estatus irregular.
En forma complementaria, pero lateral con relación a sus otras prioridades, Trump podría guiar su política hacia la región en seguir sosteniendo la oposición a sus “ene,igos de Estados Unidos» (Cuba, Venezuela, Nicaragua) y a gobiernos no incondicionales (Brasil, Colombia, México), dando mayor atención a los países que acompañen sus posiciones y acciones internacionales.
Es en la última función que Milei desearía destacar su afinidad ideológica con su propuesta de formar una “internacional de la derecha”, refiriendo: “Hoy en la Argentina estamos a la vanguardia de la política y la economía. Podemos ser un faro para Occidente que busca redescubrir sus valores”.
Desde la perspectiva del gobierno de Milei-Caputo sus expectativas de respaldo por parte de Trump no son solo ideológicas y de vanguardia derechista, sino concretamente sobre dos decisiones de apoyo estatal del nuevo gobierno estadounidense, aunque ellas sean contradictorias con su fanatismo verbal permanente anti-estatista:
a) La mencionada aspiración de un acuerdo preferencial de libre comercio con Estados Unidos Este no sería factible desde el vamos, ya que el nuevo gobierno norteamericano con su agenda “América Primera” (America First) se apresta a no abrir su mercado, sino a imponer barreras arancelarias más altas para privilegiar sus producciones nacionales en potencial competencia con exportaciones argentinas, tales como las agropecuarias.
b) Y sobre todo, con mucha mayor urgencia, es la necesidad de apoyo financiero para afrontar y/o lograr refinanciar vencimientos de deuda pública argentina en dólares en 2025. Milei expresó su ansiosa esperanza ante el diario financiero Wall Street Journal y manifestó que confía en que Trump lo ayude a “obtener miles de millones de dólares en nueva financiación del Fondo Monetario Internacional”, y agregó: “Creo que es muy probable porque Estados Unidos descubrió que somos un socio confiable”. Pero no parece tan fácil.
El sorpresivo anuncio esta semana, por parte del FMI, de que comenzaron las conversaciones para un acuerdo con la Argentina se contrapone a anteriores declaraciones del ministro de Economía respecto a que no había urgencia en iniciarlas. No parece así.
Por más abrazos y fotos con pulgares en alto, el apoyo financiero norteamericano a la Argentina no está garantizado. Serán factores de observación crítica:
- La experiencia negativa del crédito récord del FMI a la Argentina en 2018, también con la participación en la gestión de Caputo, dilapidando en juegos financieros especulativos 44.000 millones de dólares.
- La posición de «halcones» del gobierno Trump, como el nombrado secretario de Estado, Marco Rubio, que si bien simpatizarían con gobiernos afines de la Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guyana, Paraguay, Perú y República Dominicana, plantean que Estados Unidos no debe solucionar problemas económicos de otros países, sino centrarse en los apoyos políticos y militares.
- La presión que podría desarrollarse sobre la Argentina para acompañar la esperada mayor presión por parte de Estados Unidos para contraponerse a la incidencia de China en América Latina, siendo que Milei realizó un sorpresivo giro diplomático pragmático al pasar de aseverar que no promovería “la relación con comunistas” a sostener que “China es un socio comercial muy interesante porque no pide nada. Lo único que quieren es que no los molesten”.
- Dudas sobre la eventual evolución de la endeble balanza de pagos de la Argentina ante el esperado retorno de aumentos de las tasas de interés de referencia internacional y precios a la baja de productos claves de exportación (alimentos, energía).
Estados Unidos sigue siendo la mayor economía del mundo, emite la hasta ahora principal moneda de referencia mundial y es la sede de los principales bancos, fondos de inversión y grandes empresas. La significación y efectos de sus cambios en el entramado de la economía global pueden ser enormes, más allá de lo que suponen los propios protagonistas.
La gestión de Trump tenderá a priorizar lo inmediato, el generar más impactos impresionistas que contenidos profundos. De allí su imprevisibilidad también para Milei, aunque este suponga que se trata de un amigo. Es preciso recordarle al primer mandatario argentino que la fama del polémico magnate surgió a partir de su frase emblemática en el programa de televisión El Aprendiz que condujo durante catorce temporadas: “You are fired” (usted está despedido). La lealtad no es su fuerte.
* Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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