Donald Trump y Venezuela: ¿Pragmatismo o revancha?

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Leopoldo Puchi

Cómo era de esperarse, cada semana se realizan encuentros o se publican análisis sobre las posibles estrategias que Donald Trump podría adoptar hacia América Latina, y en particular hacia Venezuela.
Recientemente, el Atlantic Council publicó el artículo titulado “Hay un camino más efectivo que la ‘máxima presión’ para Venezuela”, en el que se argumenta que mantener las actuales licencias petroleras sería más beneficioso para los intereses de Estados Unidos. Según el análisis, esta política contribuiría a limitar un mayor acercamiento de Venezuela con Irán y China, además de fortalecer la seguridad energética estadounidense.

Frente a estas consideraciones, instituciones de línea más conservadora, como la Fundación Heritage, han publicado análisis que, al contrario, recomiendan intensificar las sanciones y ejercer una máxima presión para garantizar un cambio político.
A pesar de las opiniones dividas de la dirigencia estadounidense, existe un sustrato común que ha garantizado el apoyo bipartidista a las políticas hacia Venezuela. Este consenso tiene que ver con la idea de que América Latina es una región que debe estar subordinada a los intereses geopolíticos de Washington, aunque haya divergencias en los métodos y grados de intervención.
Sin embargo, a pesar de este consenso histórico y de las decisiones adoptados por Donald Trump en su primer mandato, ¿por qué es tan difícil predecir la política que adoptará ahora que está de regreso al poder?

Petróleo

Para responder a esa interrogante, tendríamos que prestarle atención a los diversos intereses que se mueven detrás de la escena, desde los económicos, como el petrolero, hasta los más propagandísticos, como la migración. Venezuela, por más que se diga, sigue teniendo un papel relevante en el escenario energético.
Aunque Estados Unidos produce y exporta petróleo, muchas de sus refinerías están diseñadas para el petróleo pesado y las mezclas de Venezuela. Canadá podría ser una alternativa, pero su petróleo es más costoso y complejo de procesar.

Wall Street y Silicon Valley

A este interés petrolero se suma el de los tenedores de bonos, afectados por las sanciones que impiden el refinanciamiento. La renegociación de la deuda está ligada a la producción de petróleo, ya que representa la principal fuente de ingresos del país, sin los cuales es imposible una renegociación.
De ahí que este sector económico presione por políticas que permitan una mayor flexibilidad en las regulaciones sobre Venezuela. En este sentido, los intereses de Wall Street coinciden con los de empresas como Chevron.

Sin embargo, este pragmatismo choca con las posiciones de otros miembros del equipo de Trump, no solo de aquellos con intereses políticos, como Marco Rubio y el grupo de Florida, sino también con otras perspectivas

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, como las provenientes del Silicon Valley, mientras Wall Street, centrado en las ganancias financieras, busca flexibilizar las sanciones para refinanciar bonos y recuperar inversiones, figuras como Elon Musk ven a Venezuela como un escenario geopolítico donde su visión de supremacía tecnológica podrían prevalecer.

En este nuevo mandato de Trump, la influencia de Musk podría tratar de inclinar la balanza hacia la política de máxima presión.

Migración

El problema migratorio es otro punto que incide en la política de Trump hacia Venezuela. Durante su campaña, utilizó el tema como una herramienta propagandística para reforzar su imagen. Un acuerdo permitiría mejorar las condiciones económicas en el país y reducir así la migración, y también ejecutar deportaciones más efectivas.
Esta estrategia enfrenta resistencias dentro de su propio equipo, pero el beneficio político de proyectarse como alguien que “resuelve el problema” podría ser un incentivo para ensayar esta vía.

¿Revancha?

Ahora bien, la política de Trump hacia Venezuela no se definirá únicamente por cálculos estratégicos sobre petróleo o migración. También hay que considerar su carácter orgulloso y poco dispuesto a admitir derrotas, lo que podría inclinarlo por una política agresiva en la búsqueda de una revancha. Al mismo tiempo, su pragmatismo podría llevarlo a adoptar una posición más flexible.
En el fondo, lo que está en juego no es solo la relación con Venezuela, sino también cómo Estados Unidos redefine su estrategia en un mundo que se ha hecho multipolar. La elección entre pragmatismo y revancha será el reflejo tanto del carácter de Trump como del peso de los intereses que están sobre la mesa.

 

*Politólogo y analista poíitico. Cofundador del Movimiento al Socialismo, Fue ministro de Trabajo

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