¿Hundimiento republicano francés?: destituyen al primer ministro

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Isabella Arria

Los diputados de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) y los del ultranacionalista Reagrupamiento Nacional (RN) votaron a favor de destituir a Michel Barnier como primer ministro de Francia, apenas tres meses después de que tomara el cargo a propuesta del presidente Emmanuel Macron.

Lo cierto es que el gobierno Barnier nació con una extrema debilidad por el empecinamiento de Macron de pasar por encima de los ganadores en las elecciones parlamentarias de junio pasado, y nombrar a un miembro del conservadurismo tradicional que apenas obtuvo 6 por ciento de los votos en dichos comicios. Michel Barnier gobernaba hasta ahora en minoría y, ante la dificultad para aprobar los presupuestos, el lunes recurrió al artículo 49.3 de la Constitución francesa, que contempla la posibilidad de aprobar leyes esquivando la votación parlamentaria a cambio de tener que someterse a una moción de censura.
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La moción de censura reunió 331 votos procedentes de la izquierda y la extrema derecha (bastaba con 288), tres meses después de su nombramiento para el cargo. En su alocución previa, Barnier aseguró que Francia «atraviesa una realidad» difícil en términos económicos «que no desaparecerá con una moción de censura», y ha avanzado que esta «hará que todo sea más grave y más difícil».

Asimismo negó que haya presentado unos presupuestos de austeridad, aunque ha reconocido que le hubiera gustado «repartir más dinero, pero no lo había«. Con una deuda de tres mil 200 millones de euros, Francia debe pagar cada año 60.000 millones de euros de reembolso de su deuda, una factura que puede crecer si los tipos de interés suben por la inestabilidad del país.

La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, justificó su voto favorable a la moción de censura para acabar «con un Gobierno de apariencias» que ha querido «prolongar las políticas» de Macron «desautorizadas en las urnas» en las elecciones legislativas, lo que le convirtió en «un Gobierno desprovisto de bases democráticas»., y que «por intransigencia, dogmatismo y sectarismo ha impedido la más mínima concesión» a la oposición.

Cometen un error ante la historia», afirmó el macronista Gabriel Attal. «Francia necesita estabilidad y el mundo necesita una Francia estable», Predecesor de Barnier en el palacio de Matignon aseguró que Francia está «enferma» pero no encontrará el antídoto ni en las recetas de la extrema izquierda –en referencia a La Francia Insumisa, el partido de Jean-Luc Mélenchon– ni en la extrema derecha de Marine Le Pen, que son los dos bloques que han interpuesto mociones de censura contra Barnier.

Macron sufrió una estrepitosa derrota a manos de la ultraderecha en las elecciones al Parlamento europeo, y llamó a una votación legislativa anticipada a fin de reforzar su bloque en la Asamblea Nacional y compensar la sangría de escaños padecida en 2022. Sin embargo, la maniobra le resultó contraproducente: no sólo volvió a ser derrotado por el RN de Marine Le Pen, sino que en la segunda vuelta se impuso la amplia coalición de izquierdas liderada por Jean-Luc Mélenchon.

Como Macron, fundamentalista neoliberal que pisotea las normas republicanas con tal de imponer su agenda favorable a los grandes capitales se siente más cómodo negociando con el neofascismo que con el progresismo, jugó a hacer a RN una serie de concesiones a cambio de que éste le permitiera gobernar en minoría.

La mayor demostración del atropello a la voluntad popular -promulgó cambios legales sin contar con la aprobación de la Asamblea Nacional- llegó en marzo de 2023, cuando aprobó una regresiva reforma pensionaria y suscitó las protestas más grandes en décadas. La reforma era rechazada por dos de cada tres ciudadanos. Durante su primer periodo presidencial, ya había tenido que suspender su programa ultraneoliberal debido a la magnitud y la vehemencia de las expresiones de protesta.

Ahora se rompió el precario equilibrio y Francia se encuentra nuevamente en la zozobra en momentos de por sí complicados por su involucramiento en la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, la crisis económica alemana y las tensiones globales ante el inminente regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense

La destitución de Barnier podría marcar el hundimiento definitivo de Macron. El hecho de que un jefe de gobierno sea destituido por primera vez desde 1962, indica que más allá del talante inescrupuloso y autoritario de este tecnócrata formado en las grandes finanzas, los sucesos franceses son sintomáticos de la deriva de las derechas occidentales y de su traición a los principios elementales de la democracia liberal.

*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

 

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