CPAC en México: Dios, familia y propiedad… pero sin Javier Milei
Gerardo Villagrán del Corral
Con problemas técnicos, sin transmisión oficial y bastantes sillas vacías, se llevó a cabo en Ciudad de México la tercera edición local de la ultraderechista Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), organizada por el Movimiento Viva México del referente Eduardo Verástegui. El lema del evento fue “Freedom Fighters” y su objetivo manifiesto fue el de combatir los ataques del “socialismo político y cultural”, en defensa de “Dios, patria y familia”.
Si bien se anunció con bombos y platillos la participación estelar del libertario presidente argentino Javier Milei, éste debió cancelar su viaje debido a la crisis que atravesó (y atraviesa su gobierno). Su ausencia fue cubierta por el intelectual Agustín Laje y la funcionaria de su gobierno, Verónica Toller, directora del Comité de Lucha contra la Trata. La eventual visita del argentino causó polémica en territorio mexicano, donde parte de la comunidad argentino-mexicana se estaba organizando para manifestarse en contra de la presencia del ultraderechista.
“¡Viva Cristo rey!”. “¡Viva la Virgen de Guadalupe!”. “¡Por la patria, la familia, la vida!”. Es el grito de guerra de una extrema derecha mexicana que reclama espacios en la toma de decisiones para instaurar su agenda “por la libertad”. El exactor Eduardo Verástegui, que fracasó en su intento de contender por la presidencia, busca incursionar nuevamente en la política, a través de una formación política a partir de 2025 ,más allá del conservador PAN, con un programa centrado en la familia y la moral católica.
Verástegui afirmó que el socialismo, ese “pensamiento inmoral” que “ama tanto la pobreza que la multiplica”, ha “secuestrado por completo” al Gobierno mexicano. “Hoy tenemos un gobierno de zurdos corruptos, y la llamada oposición, que más bien yo le llamo opo-ficción, es un fenómeno muy raro encabezado por zurdos, zurdos moderados, zurdos radicales, globalistas, wokistas, muchos tibios, o sea, la derechita cobarde. Así que no tenemos opciones, no hay alternativa en estos momentos”, añadió.
La apertura estuvo a cargo del estadounidense Matt Schlapp (presidente de la CPAC y alto dirigente de la Red Atlas de la ultraderecha mundial financiada por Estados Unidos) y su esposa Mercedes, quien fue directora de comunicaciones estratégicas en la administración de Donald Trump. Otros oradores destacados dentro de la internacional reaccionaria fueron el brasileño Eduardo Bolsonaro (hijo de Jair); el aspirante a la presidencia chilena Antonio Kast; la colombiana María Fernanda Cabal; el guatemalteco Carlos Pineda; el rumano George Simion; el ex-embajador de la administración trumpista en Alemania, Rick Grenell y el representante de la CPAC Hungría, Vajk Farkas.
Schlapp elogió la necesidad de hablar diferentes idiomas para conectar mejor en el mundo conservador y sugirió la idea de organizar una CPAC en España. Destacó la importancia de la unidad conservadora para derrotar al comunismo y el globalismo. Aunque reconoce los desafíos, enfatiza la importancia de la esperanza y la fe para superarlos. Desde la perspectiva estadounidense, Schlapp predijo que Donald Trump será reelegido presidente, pero anticipa una lucha turbulenta debido a la resistencia de la izquierda.
El programa, organizado formalmente por el Movimiento Viva México, del actor Eduardo Verástegui Córdoba, contó con el apoyo o beneplácito de otras 10 organizaciones con principios similares asentadas en el país: Abogados Cristianos; Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia; Frente Nacional Anti AMLO (Frenaa); Frente Nacional por la Familia; Frente Nacionalista de México; México Republicano; Patria Unida por un México Valiente; ProLife Army; Red Familia, y la Unión Nacional de Padres de Familia.
La característica que comparten la mayoría de ellas es su “binacionalidad”, la vinculación orgánica, de militancia y dirigencia, con integrantes tanto de México como de Estados Unidos. Y es que la propia CPAC nació a instancias de políticos y empresarios estadounidenses. Valeriano Ramírez Medina, doctor en Estudios Políticos y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierte de una tendencia entre las formaciones derechistas y ultraderechista del continente con la intención de “formar una corriente pronorteamericana desde el neoliberalismo”.
En México, una compleja corriente de fondo de racismo, xenofobia y extremismo de extrema derecha continúa dando forma a la sociedad y la política modernas. Desde las rígidas jerarquías raciales del dominio colonial español hasta la aparición moderna de grupos neonazis y anti LGBTQ+, México tiene una larga historia de activismo de extrema derecha.
Existen raíces históricas de la discriminación desde el sistema de castas de la Nueva España hasta los turbulentos años de revolución y reforma, y hasta estos días, cuando a pesar del progreso en muchas áreas, persisten los prejuicios profundamente arraigados, que se manifiestan en la marginación y la violencia continuas hacia las poblaciones migrantes, indígenas y afromexicanas, un aumento en el sentimiento anti LGBTQ+ y el surgimiento de nuevos movimientos de extrema derecha con conexiones internacionales preocupantes, en particular con actores de extrema derecha estadounidenses y europeos.
Grupos neonazis, racistas, xenófobos, antifeministas, homofóbicos, fundamentalistas, tradicionalistas, armamentistas y antiambientalistas se amalgamaron al antiestatismo ultraliberal a partir de la movilización radicalizada de encuadramientos disonantes y contradictorios entre pasados, presentes y futuros que resultó efectiva en su masificación. Un contexto favorable para la difusión de teorías conspirativas y la reactivación de organizaciones como la Conservative Political Action Conference (CPAC), renovada con la gestión del ex asesor de George W. Bush (h) y líder de la American Conservative Union, Matt Schlapp, con participación destacada durante la campaña y presidencia de Donald Trump.
Hoy la agenda de la CPAC consiste en combatir los derechos de las mujeres, las comunidades de la diversidad sexual y los migrantes. Asume posiciones racistas y xenófobas. Tilda de “comunista” a todo gobierno que no profesa el neoliberalismo y que garantiza la protección de los derechos humanos de las minorías vulnerables. Oromueve abiertamente la candidatura de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y la supremacía geopolítica estadounidense y del ultraderechismo israelí y a su vez repudia a gobiernos y poblaciones árabes, chinas y rusas.
En la reunión, también expusieron referentes de Perú, Cuba, Bolivia, Ecuador, Costa Rica y España. Fueron prolíficas las arengas sobre las elecciones venezolanas y el apoyo a María Corina Machado; aunque Eduardo Bittar, del Movimiento Político Libertario de ese país cuestionó a la líder opositora por “apoyar la pauta LGBT” y no ser una verdadera alternativa de “derecha real”. La activista santacruceña Anelin Suarez calificó de tibia a la derecha boliviana por no asumir la “guerra espiritual” que se está librando. También se escucharon críticas a las “derechas vegetarianas”, en relación al Partido Autonomista Nacional de México (PAN).
También estuvo Javier Negre, periodista español y copropietario del medio La Derecha Diario, quien convocó a los empresarios a comprometerse con la batalla cultural y llamó a crear derechas cool.
La trasnacional ultraderechista
En la actualidad regional es posible observar el crecimiento y la consolidación de dos generaciones de derechas que conviven fortaleciendo la capacidad de incidencia en el escenario regional y haciendo que la auto-identificación con el campo político de la derecha deje de ser una referencia peyorativa, como lo era antes. Una red transnacional ultraconservadora ha ayudado a impulsar el ascenso de la ultraderecha.
Es posible afirmar que parte de la articulación en torno a esta familia liberal-ultraconservadora es el resultado del trabajo acumulativo realizado principalmente por agencias públicas y privadas estadounidenses, aunque la influencia europea no debe ser subestimada. La National Endowment for Democracy (NED), la U.S. Agency for International Development (USAID) y fundaciones como Atlas Network y Heritage Foundation, desempeñaron un papel destacado en la articulación y financiamiento de una serie de organizaciones, institutos y personas que, al ritmo de la puerta giratoria, fueron ocupando cargos en el ámbito público, empresarial, académico, cultural y mediático.
Su carácter conservador apela no sólo a las costumbres, sino, sobre todo, a los cambios que amenacen el desigual orden internacional de libre mercado y los privilegios de clase. Una derecha aparentemente adaptada al frágil juego de la institucionalidad democrática, revitalizada después de los años 2000 para colocar los primeros obstáculos al avance del ciclo progresista levantando las banderas de la anticorrupción, perfeccionando los esquemas de lawfare y ampliando sus canales de incidencia y difusión, señala la doctora en Ciencia Política María Julia Giménez, en «Cazar a Drácula, incubar monstruos», publicado en Nacla Report.
Se trata de una derecha que, sin perder los valores católicos conservadores, priorizó la defensa de un Estado subordinado a los intereses del capital internacional y de democracias limitadas. Una derecha que sigue la cartilla diseñada por los Estados Unidos para asuntos estratégicos de seguridad hemisférica reciclando la Doctrina Monroe al escenario de posguerra fría.
Su consolidación implicó la resignificación de la idea del enemigo comunista y el diseño de otros tipos de injerencia política, económica y militar en la región. Las guerras no convencionales, el soft power y el control a través de las deudas externas se expandieron junto a la reprimarización de las economías que rediseñó el problema de la seguridad, del control territorial y de los recursos naturales. Y con ello fueron definidos nuevos peligros como el llamado narcoterrorismo, los indigenismos, el marxismo cultural, la teología de la liberación y los movimientos campesinos, aunque sin perder de vista el régimen cubano y su influencia regional aparentemente actualizada en el Foro de São Paulo.
*Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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