Gustavo Petro: ¡Hay que seguir luchando!

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Héctor Arenas Amorocho

“Quiero decirles a todos los colombianos y todas las colombianas que me están escuchando en esta Plaza de Bolívar, en los alrededores, en toda Colombia y en el exterior, que hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado. Se la han ganado. Su esfuerzo valió y valdrá la pena. Es la hora del cambio”.
(Gustavo Petro, 7 de agosto de 2022).

Es el medio día del 16 de julio de 2024, el cielo está azul y despejado e irradia sobre la Plaza de Bolívar, parte del centro histórico de Bogotá. La intensidad de la luz solar en esta hermosa sabana de los Andes del trópico, nos invita a buscar un poco de descanso y de sombra bajo las sombrillas martianas y fraternas, en las gradas que bordean la Catedral Primada de Colombia.El presidente Petro vuelve a convocar al pueblo: fecha y punto de concentración en Bogotá | Red+ Noticias Colombia

La multitud que respondió al llamado para acompañar la firma presidencial, en un logro inédito en la historia de la política social, comenzó a llenar la Plaza desde la media mañana. Muchas almas comparten la emoción de ver cerca al Presidente y sentir la energía de la cercanía física; muchos corazones quieren escuchar sus palabras de viva voz.

El compañero presidente Petro llega a la tarima ubicada en el costado noroccidental de la Plaza, vestido con un suéter azul oscuro con cuello de tortuga, tras el que parece adivinarse un artefacto de protección, un chaleco azul más claro sin mangas con el logo visible de Colpensiones, en una de sus manos se ve un lápiz, que tanto simboliza. En su rostro trasluce la vitalidad que le suscita el saberse acompañado hoy por muchas personas mayores, militancias afines y una multitud de antiguas y nuevas compañeras, compañeros y simpatizantes.

El Presidente escucha las palabras de José del Carmen, un anciano humilde que cumple 79 años y testimonia su alegría y gratitud en nombre de las abuelas y abuelos olvidados de Colombia; también escucha las palabras de Jaime Dussán, director de Colpensiones, y las de César Carrillo, veterano y apreciado líder sindical de la USO. Un gesto significativo de quienes se han encargado de estructurar el guión de la jornada.

El Presidente se acerca al micrófono con una sonrisa diáfana que revela su alegría interior por el logro que hoy suscribe y presenta. Formula los saludos a las personas y movimientos que han concurrido a este acto, transmite un guiño de compañerismo a la primera línea y a Gustavo Bolívar, y finaliza las menciones de altos funcionarios presentes en la mesa principal, exigidas por el rigor protocolario.

El secreto está en que se pone corazón a la palabra

Así fue, débil (...) no logró llenar la Plaza de Bolívar de Bogotá”: Petro demerita las marchas contra su GobiernoSu hilo discursivo se inicia con una confesión que al tiempo que aviva la atmósfera de cálida cercanía, permite que brote el arroyo de su palabra: “Dicen que tengo una buena oratoria, quizás por eso me volví Presidente de la república. Así, con un zarpazo, nos embarca en un viaje de ideas claras, desenmascaramientos, comprensiones, interrogantes, emociones y sentimientos.

“El secreto está en que se le pone el corazón a la palabra. No se utiliza para engañar, para la manipulación ni para la traición, que la hay, y mucha, sino que se usa para decir verdades, y tratar de que esas verdades muevan multitudes y conquisten a partir de la palabra el poder de cambiar las cosas, de transformar las cosas que creemos que no están bien”.

Esta verdad sencilla y clara, indispensable para un pueblo, que pronuncia el Presidente, ha sido, sin embargo, extraviada. La media imperante ha tenido alta responsabilidad en esta pérdida del valor de la palabra. Y el sistema educativo, cultural e informacional del Estado, hasta ahora, no ha logrado hacer lo suficiente por recuperar la conciencia de los poderes de la palabra y el respeto y los cuidados que ella exige para transmitir verdad, bien y vida a otras mentes y corazones. Es vasta, y ha de ser sostenida, la tarea de aprender y perfeccionar las artes del saber escuchar y el saber decir.

Las reglas de juego del dinero convertido en objetivo superior de la existencia cotidiana en la mayor parte del planeta, engendraron unos medios masivos de comunicación que utilizan a diario la palabra para distraer, confundir, aturdir, embrutecer, desinformar y manipular. Convirtieron la palabra y la imagen en herramientas para engañar y conducir a la población a las pastadas venenosas del no discernimiento, el desamor por el estudio, y la incapacidad de conversar, dialogar y deliberar sin ser arrastrados a los cenegales de la ira y el odio.

Es un proceder desplegado a la largo de nueve décadas de palabra radiada, siete de la palabra y la imagen televisada, y tres de la revolución que reunió computadoras, digitalización, internet, con medios, emisoras y productoras privadas utilizando la información y la comunicación como mercancía y fuente espuria de poder político. En estas décadas han logrado, hasta ahora, degradar el valor de la palabra e impedir nuestro aprendizaje colectivo sobre lo que significa el cuidado de la palabra en el buen vivir, en el aquí y el ahora, que todas y todos anhelamos.

El discurso del Presidente trae a mí memoria, por un instante, a otro coloso de la palabra, no solo de Colombia, sino de nuestra América: Jorge Eliécer Gaitán, quien el 8 de marzo de 1946, en el Teatro Municipal, al dar comienzo con voz imponente a una de las intervenciones más luminosas y esclarecedoras de la historia política colombiana y latinoamericana, concita a la concurrencia: “Les ruego el favor de guardar silencio, por una sola razón, por la razón elemental de que tiene que terminar de una vez el hecho primitivo, el hecho indecoroso para mi patria, que es un gran pueblo, de que se le maneje con el irrespeto con que se manejan las vacadas de las haciendas privadas”.

Aprender a silenciar la voz propia y a escuchar la otra voz. Aprender a reconocer el valor de la palabra aquilatada por el estudio, por la razón que la habita, por la sinceridad con que se expresa, por la verdad que comparte.

Pensar en el interés general, no en el interés propio

Gustavo Petro - Gustavo Petro added a new photo.El arte de la oratoria presidencial aborda entonces la trenza temática esencial que ha labrado, seguramente, durante horas en silencio. Y su palabra discurre entre lo que ha preparado con cuidado y su talento para comunicar de manera espontánea las verdades que hay que decir.

“¡Hoy estamos felices aquí. Tenemos porque celebrar! No muchas personas lo entienden. Habría que explicar qué es lo que pasa alrededor de un debate como el de reformar el sistema legal de las pensiones.

“Yo perdí todos los debates de ley en mis veinte años de vida parlamentaria. Por ahí tengo uno o dos articulitos que pude ganar, que no fueron, como otros articulitos, en mi beneficio personal. Siempre pensé que el deber de un congresista es lo que dice la Constitución. Pero pareciera que hubiese que repetirlo una y otra vez: pensar en el interés general, no en el interés propio.

“Se puede uno equivocar en cómo es el camino, ¡indudablemente!, pero eso está primero como un principio: ‘Soy congresista para hacer la ley. ¿Y para quién es la ley, sino es para la gente más humilde, para la gente toda de Colombia, y no como se ha acostumbrado: para hacer leyes en favor de unos pocos, entre los cuáles va el congresista que aprueba la ley. ¡Eso se llama egoísmo! ¡Eso se llama codicia!’”.

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Los conflictos armados desplazaron a más de 145 mil personas en 2023

Su voz se eleva hacia tonos más agudos y pronuncia la palabra claridad con una vocalización que no deja lugar a duda sobre el énfasis de la verdad que se requiere compartir y tener presente:

“[…] ¡El pueblo debe saber con claridad que aquí se está presentando un conflicto real, social e histórico entre el pueblo que quiere justicia y aquellos pocos, pero con poder, que aún quieren que la riqueza de Colombia vaya a manos de unos poquísimos. ¡Hay que decirlo con claridad!”

La verdad que nos comparte la acompaña con la argumentación impecable que contiene la referencia a los hechos: buscad la verdad en los hechos, nos decía hace años el mayor Deng Xiao Ping.

“¡Las estadísticas no mienten. Los números siempre hay que tenerlos presentes! Al pueblo colombiano le han creado la idea falsa de que los números son aburridos y que no hay que ver los cuadros, y que no hay que ver las estadísticas, porque: ‘huyy, matemáticos no somos’ […], y resulta que a través de los números, del coeficiente Gini: entre todas la sociedades del planeta, Colombia es el país más desigual del mundo […], ni los más ricos, ni los más pobres tienen una desigualdad de la magnitud que tiene en la sociedad colombiana”.

El discurso del primer mandatario de la república viaja entonces por diferentes geografías donde desigualdad, racismo y esclavitud han tenido espacio, y también fieras contiendas, en no pocos lugares armadas, para lograr los cambios.

Sus palabras caldean mi ánimo y me emociono con la idea de todo lo que significa para una nación contar con un liderazgo que al mismo tiempo que ama de verdad esta bella y extraordinaria geografía que sus ojos contemplan, ejerce el oficio del maestro que de manera sencilla y natural estudia sin cesar, y entiende y ejerce la enseñanza como un arte que siempre se puede perfeccionar.

La historia imposible de la izquierda en ColombiaLa palabra del primer mandatario discurre, entonces, hacia nuestra juventud:

“[…] de joven se tienen muchísimas, a veces ilusiones que le vende a uno la televisión, tener el jet, viajar a Miami, y tener cualquier novia, y descubrir después […] que ahí no estaba la ilusión, la ilusión está en otras intensidades, menos fútiles. La emoción está en sentir el amor del pueblo, en sentir la fuerza popular. No todos lo sienten. Sentir el amor es una de la mayores intensidades vitales. El amor no solo lo da una mujer, unos hijos. A veces las sociedades futuras, que uno aún no conoce, logran colocar ese sentimiento que hace que uno pueda ser feliz”.

El discurso enhebra verdades esenciales que los medios ocultan a la conciencia nacional. Ocultan y distorsionan porque si la conciencia nacional comprendiera lo que esto significa accedería a un nuevo plano de conciencia y construiría en cada rincón un aquí y un ahora de fraternidad, cooperación y comunicación hacedora. Una media que, en defensa de los poderes que representa, confronta en cada instante el cambio y al gobierno que lo propone.

Los consejeros de Juventud con Petro en una reunión tensa | EL PAÍS América Colombia
Los consejeros de Juventud debaten con Petro

Frente a esa realidad en la que el gobierno es medido, juzgado y condenado por los entramados de poder político y económico que se resisten a perder sus privilegios y su dominio, el Presidente habla, muestra, demuestra y desmiente.

Una realidad que no logra ser disputada de manera cabal desde la sociedad organizada y activa, al no contar con una red de medios independientes que ejerza periodismo cierto, transmitiendo la voz de quienes protagonizan cada suceso, resaltando los trasfondos de los hechos, los intereses que los potencian, destacando el acontecer de las comunidades, sus construcciones, aciertos, errores, y dejando a un lado tanta columna de opinión.

Una ausencia con costos inmensos para la sociedad en general , y para sus organizaciones sociales y políticas alternativas en particular. Es duro decirlo, pero no hay un solo liderazgo político del Pacto Histórico que no haya denunciado en público la manipulación y la desinformación de los medios. Pero sobran los dedos de las manos para contar los altos funcionarios del Estado y los congresistas que tengan, al menos, una suscripción a medios independientes. Ni que decir que hagan llegar las producciones de esos medios a las comunidades en las que tienen reconocimiento y apoyo, y los tomen como insumos esenciales para desplegar procesos educativos y formativos de nuevos liderazgos; funcionarios que a la hora de proyectar procesos de contratación rompan con criterios e instrumentos de medición fabricados para que en las convocatorias solo participen grandes conglomerados.

OPINIÓN: Paren el genocidio en Colombia
Paren el genocidio en Colombia: las protestas antes de Petro

La palabra del Presidente se atreve, entonces, a presentar una verdad que, hasta ahora, a pesar de su evidencia, la media imperante ha logrado ocultar y silenciar por décadas: al clamor de cambio histórico de la nación colombiana, la dirigencia política tradicional –y los poderes económicos que la sostienen–, ha respondido con los magnicidios, los genocidios y la barbarie para acobardar y paralizar la sociedad.

“Por eso han usado tanta violencia en Colombia. Por eso son centenares de miles los muertos. Por eso son cien mil los desaparecidos. Por eso, si se hiciera bien el trabajo, encontraríamos los hijos y las hijas de tantas madres que aún hoy los buscan […] Necesitaban esa sangre, ese dolor en tanta gente, para poder acobardar la sociedad, para decirle al pueblo de Colombia: quédese quieto, siga mirando realities que no son reales, siga perdido en el alcohol o la desilusión eterna […]  ¡Usaban la sangre para enriquecerse! ¡Era de nuevo la codicia y el egoísmo social! Matar al negro y a la negra porque, piensan ellos, que siguen siendo esclavos. Mataban al campesino humilde para quitarle la tierra. Millones de hectáreas para tenerlas ellos y ahora, a través de sus congresistas que les sirven, tratar de detener la reforma agraria, para que este gobierno no entregue la tierra, para que no haya justicia, para que sigan las mismas cosas como están, a través del engaño y de la mentira, a través de la sangre y de la muerte concentrar la riqueza de este enorme país tan bello, tan rico, pero con tanta pobreza.Gustavo Petro aceptó que no cumplirá con la reforma agraria: no podrá entregar los tres millones de hectáreas que prometió - Infobae

“De nuevo el egoísmo social y la codicia luchando para que no se cambien las leyes de la ignominia, para que no se cambien las leyes que favorecen a los más poderosos, y me dicen: ‘Petro, no hable en contra de los ricos’, pero ¿cómo se puede hablar de una dirigencia política y de un poder económico cuando lo que han construido es la masacre y la sangre, cuando lo que han construido, según los números que ocultan, es la sociedad más desigual de todo el planeta tierra?

“Hay que decirlo, una parte de la clase política ha fluido hacia estas ideas”.

Desafortunado esguince histórico

El discurso del Presidente discurre, con varias y graves inexactitudes que restan antes que potenciar la fuerza esclarecedora de su palabra. Así ocurre cuando aborda un periodo histórico decisivo para nuestro presente: los años treinta y cuarenta del siglo XX, al enaltecer la figura de López Pumarejo. Un Presidente que nos han dicho fue un gran reformador, pero lo cierto es que lo poco realizado en su primer mandado lo borró en el segundo; un personaje nefasto para la república, un alto responsable del proceso que arrojó a la nación a la violencia política. López Pumarejo no quiso “un gran pacto social por la justicia y la democracia”. Todo lo contrario. Obró en su contra.

Convirtieron el Estado en gobernanza paramilitar

En lo esencial, el Presidente aporta dos verdades indispensables: las más de 300.000 muertes de ese periodo histórico (1946-1960) están unidas a lo que llama la “gobernanza paramilitar” que después fue instaurada. Y aún hoy está presente. Y la necesidad de superar el olvido y construir memoria histórica que sirva en la construcción de la paz.

Para terminar: hay que decir la verdad

La palabra del Presidente llega al cierre de su intervención:

-“¿Cómo se puede criminalizar a alguien que pida justicia? El que criminaliza al joven que pide justicia es el criminal.

-“Pretenden hacer creer que este es el peor gobierno de la historia, para que no vuelvan a elegir otro como este.

-“Entre 2022 y el 2023, los datos estadísticos muestran que 1.600.000 personas salieron de la pobreza monetaria y 1.120.000 salieron de la pobreza extrema.

-“¡No nos dejemos engañar más! ¡Les han mentido!, ¡les han engañado!

-“Lo hemos hecho en un momento de economía estancada, aún estancada por las altas tasas de interés, porque a la Junta Directiva del Banco de la República le da temor tratar de abrir el camino económico del gobierno del cambio. Teme a la inflación, cuando la inflación que aún tenemos se debe a la especulación y no a la masa monetaria. La inflación no pega hoy en los alimentos. Fue un objetivo que nos propusimos. Estamos Por fin, una reforma pensional | EL ESPECTADORluchando por cambiar la fórmula de cobro de la energía eléctrica para rebajar las tarifas, pero nos colocan toda suerte de obstáculos. Impidieron la reforma a la salud. La reforma pensional duró dos años en el Congreso porque un egoísta social engavetó trece meses el proyecto en el Congreso.

-“Menos gente pobre en Colombia es mayor felicidad y significa mayor paz. Estamos en la tarea de fortalecer la universidad pública y ofrecer posibilidades de vida digna para la juventud. El programa de gobierno es el acumulado de las luchas sociales de Colombia, que han costado sacrificio y sangre.

-“Hoy no solo estamos dando un bono pensional. Estamos forjando ciudadanía, construyendo sujetos políticos capaces de pensar y decidir las cosas en Colombia, eso es poder constituyente. Dicen que ese poder es para reelegirme, ¡otra mentira! Lo que hay que reelegir es la buena política, el gobierno del pueblo.

-“Colombia tiene que ser democrática. Colombia tiene que ser justa. Colombia tiene que ser bella y vital porque ese es el camino que construye la paz. Y no hay otro. Cerrar esos caminos nos va a llevar a la violencia. A la autodestrucción como sociedad. A la degradación social de Colombia. Pretenden que volvamos al pasado de humillación, desalojo, violencia, hambre, masacre y sangre.

-“Colombia tiene que ir a una era de paz, y una era de paz es una era de justicia social.

-“Creo que el pueblo colombiano no se va a dejar derrotar en las urnas porque ya esta bandera se levantó. Ya la flecha fue lanzada. Ya la ruta del cambio fue trazada y solo se necesita el pueblo constante. ¡Hay que seguir luchando!”.

* Profesor en la Universidad del Rosario, editor, periodista e investigador en y la edición colombiana de Le Monde Diplomatique. Es autor o coautor de obras como Gotas que agrietan la roca con Antonio Girón Serrano, La universidad podrí(d)a con Guillermo Solarte Lindo, Filo-abecedario con Álvaro y Zabrina Molina, Expresión y vida. Prácticas en la diferencia con Martha López y El Mito del Uno. Horizontes de latinidad con Teresa Oñate.

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