Venezuela en modo electoral, con la redes en el centro

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Marcos Salgado 

Quedan apenas dos semanas de campaña electoral en Venezuela antes de las presidenciales del 28 de julio y el clima electoral ya se nota en la calle aunque el escenario central, elegido por unos y otros, parece ser las redes sociales. ¿Qué va a pasar? Es la pregunta repetida, especialmente entre los enviados especiales de decenas y decenas de medios de comunicación de todo el mundo, que comienzan a llegar a Caracas.

El canciller venezolano, Yván Gil, informó a embajadores acreditados en Venezuela que ya hay más de 635 confirmaciones de veedores electorales que «vienen a ver las distintas fases del proceso», confirmó.

Esta semana comenzaron los controles de los técnicos acreditados por los partidos políticos, los veedores y las autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) del software instalado en las máquinas de votación, que suma y transmite las opciones de las ciudadanas y los ciudadanos al centro de cómputo donde se totalizan los resultados.

Cuando se determina que hay una tendencia irreversible, se comunica el resultado de la elección. Antes, los medios de comunicación no están autorizados a difundir tendencias a boca de urna. En Venezuela no hay segunda vuelta. Gana quien obtenga más votos, aunque no alcance la mitad más uno.

El presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, Elvis Amoroso será el encargado de comunicar el resultado de la elección. (Xinhua)

Aunque desde hace tiempo la política vive al ritmo electoral, es recién ahora cuando grandes sectores de la población comienzan a interesarse en la compulsa. Recién ahora se comienzan a escuchar conversaciones en las esquinas, en una cola y en las camioneticas por puesto (autobuses) sobre los candidatos, a quién votar, y a quién no.

Si la elección presidencial logra vencer la despolarización evidente de los últimos años en Venezuela y convoca a más votantes que en la anterior de 2018 (46,07%) puede ser un escenario alentador para la oposición, pero también el oficialismo puede crecer y reconvocar a parte de quienes se consideran chavistas.

La gran novedad es que esta vez y por primera vez en casi una década ningún sector opositor llama a la abstención. Si -como algunos postulan- el candidato Edmundo González polariza por el lado opositor (hay otros 8 candidatos en esa vereda), el presidente y candidato Nicolás Maduro necesitará, también, polarizar.

Maduro, en todas partes

El presidente y candidato a un tercer período consecutivo se multiplica en actos de campaña en todo el país. Ahora ya son por lo menos dos por día, todos los días. Aunque ya hubo días de tres apariciones.

El presidente y candidato, Nicolás Maduro, en un acto de campaña en Aragua. (Presidencia de Venezuela)

Maduro aparece en cada estado con una casaca representativa del lugar. En sus mitines combina canciones populares, nuevos jingles de campaña y en los últimos días, incluso, reeditó en vivo la legendaria Chávez Corazón del Pueblo, que fue el centro de la campaña electoral de 2013, para los comicios sobrevenidos por la muerte del comandante Chávez, quien el próximo 28 de julio cumpliría 70 años.

En sus discursos, Maduro pregunta a la multitud quién se ocupó de defender al pueblo venezolano en medio del escenario de bloqueo de los Estados Unidos y de la pandemia. Enseguida asegura que su contrincante de ultraderecha (a quien no nombra directamente, aunque lo asocia a la figura de un hombre débil) intenta llegar a la presidencia para terminar con las conquistas sociales de la Revolución Bolivariana.

Maduro compara a la oposición con el presidente ultraderechista argentino Javier Milei, y parangona la posición tibia de Buenos Aires respecto a la reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas con lo que la oposición venezolana haría de llegar a poder en el diferendo del territorio Esequibo con Guyana.

En esta etapa de la campaña y ante la amenaza de una polarización del electorado opositor detrás de González, es vital para el oficialismo polarizar también. La campaña debe convencer a una parte del chavismo que debe volver a las urnas para defender lo conquistado, más allá de las críticas puntuales a la gestión del propio presidente, o de sus gobernadores, alcaldes y ministros.

Nicolás Maduro en Barinas. (Presidencia de Venezuela)

La inmensa mayoría del funcionariado reporta a la vez en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) además de en el propio gobierno. Esa duplicidad y el excesivo personalismo en la gestión pública es una herramienta de doble filo en este momento, porque hace reposar sobre los hombros del presidente todas las cargas.

¿Edmundo crece?

Está claro que la candidatura de Edmundo González está creciendo. Es lógico para una persona que era totalmente desconocida y arranca casi de cero. Más allá de los ámbitos de la política, es ahora cuando una parte de la población venezolana se está recién enterando de la existencia de esa candidatura. La presencia absoluta de la furibunda antichavista María Corina Machado en la campaña de la Plataforma de la Unidad Democrática complica las cosas en este punto. Muchos comienzan a enterarse ahora que el candidato es ese señor del que nada se sabía y no MCM.

Si bien en algún momento se especuló con que Edmundo podría realizar una campaña independiente de la MCM y que hasta podía diferenciarse en el discurso, esto no ocurrió. Machado hegemoniza la campaña y el mensaje. La proximidad de la elección no la ha moderado en el discurso, por el contrario, mantiene sus consignas revanchistas. «Vamos a ganar y vamos a cobrar», repite. El mismo Edmundo lo ha dicho también, aunque -claro- con menos vehemencia.

Si se tiene en cuenta que MCM fue una de las referentes de la estrategia disolvente y violenta de la extrema derecha contra los gobiernos de Maduro, avalada en sus distintas versiones e intentos por los partidos de la vieja Mesa de la Unidad Democrática de la que Edmundo formó parte entre bambalinas más de una década, las amenazas de revancha configuran un escenario muy complejo, de confrontación social, en el caso de una victoria opositora.

Edmundo González y María Corina Machado. (Campaña MUD)

Pero también ese tono pendenciero de MCM y la subsidiariedad del candidato puede constituir un techo en la crecimiento de la candidatura de la MUD. El «vamos a ganar y vamos a cobrar»  interpela a una sociedad que en su mayoría y más allá de alineamientos políticos previos, rechazó la violencia de las guarimbas de 2014 y 2017.

Las redes y las paredes

A pesar de la inminencia de la elección, la cartelería electoral en los centros urbanos es todavía limitada. Los grandes paredones en las autopistas de Caracas fueron tomados temprano por el oficialismo. De lado y lado la atención parece concentrarse en las redes sociales, especialmente las más modernas, como Tik Tok. Allí el esfuerzo del candidato Nicolás Maduro es notable.

También estas redes son el escenario ideal para desplegar una campaña que pasa más por las emociones, las prevenciones y los miedos que las propuestas concretas. La PUD esconde detrás de las apelaciones la «Venezuela para todos» y otras por el estilo, un programa de gobierno de corte neoliberal y privatizador, que tiene puntos de contacto evidentes con la nueva derecha fascistoide que campea en Argentina con Milei, en España con VOX, en Brasil con Bolsonaro y otras latitudes.

Desde el lado del gobierno, se intenta reforzar la idea que Maduro es un piloto de tormentas, que ha sabido navegar los tiempos duros de las sanciones y la crisis económica y que estabilizó la economía. Su figura se compara, no por casualidad, con la de Edmundo González, quien luce enfermizo. De la posibilidad que tenga cada lado de polarizar y fortalecer el caudal electoral dependerá en buena medida el resultado del próximo 28 de julio.

*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).

 

 

 

 

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