Argentina: Milei cierra Télam
Pedro Brieger
El lunes 4 de marzo en la madrugada, los y las periodistas de Télam, la agencia de noticias del Estado argentino, se enteraron de que el gobierno de Javier Milei había implementado el cierre de la agencia. Las dos sedes de Télam amanecieron valladas y con policías para evitar el ingreso de más de 700 periodistas que allí trabajan, como si fueran delincuentes a punto de tomarla por asalto. Por otra parte, la página web www.telam.com.ar fue dada de baja y aparece un lacónico mensaje que dice “La página que intenta ver se encuentra en reconstrucción”.
A semanas de cumplir 79 años de vida Milei cumple su sueño de cerrarla, tal como lo adelantó durante la campaña electoral y lo reiteró tres días antes, el 1 de marzo, en su discurso ante el Congreso. La excusa es que sería una “herramienta de propaganda kirchnerista” en referencia a los años de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-2015), como si la agencia que nació en 1945 hubiera sido colonizada por ellos.
Sin embargo, la obsesión por cerrar la agencia estatal va más allá de los Kirchner. En el mundo de Milei todo lo que es estatal debe ser privatizado o eliminado. Paradójicamente, los medios de comunicación privados que se nutren de ella contribuyeron a su demonización, a pesar de que es la única agencia de noticias que tiene periodistas en las 24 provincias del país.
Télam es en la Argentina lo que EFE en el Reino de España, France Press en Francia o la Deutsche Welle en Alemania, entre tantas otras agencias de noticias estatales que nutren a todos los medios de comunicación y son referentes al momento de buscar noticias actualizadas. Casi todos los países tienen una agencia de noticias estatal que ofrece noticias que no aparecen en los grandes medios, sea porque la considerar irrelevante u oficialista; en particular cuando son noticias positivas que los medios opositores evitan difundir. Las agencias estatales no suelen sumarse el sensacionalismo ni buscan generar noticias de alto impacto que les permita conseguir publicidad o rating. Su función es informar, aunque por lógica los vaivenes políticos influyen en sus miradas, como no podría ser de otra manera ya que nunca existe la objetividad al momento de seleccionar una noticia.
El argumento central para Télam es que sus trabajadores serían “ñoquis”, una construcción semántica y cultural argentina para definir a cualquier empleado estatal. Esta palabra toma una vieja tradición de muchos restaurantes donde solo se servían los clásicos gnocchi italianos los días 29 del mes. En otras palabras, un “ñoqui” es alguien que solo va a “trabajar” el 29 para cobrar el sueldo. Durante décadas se impuso el imaginario de que los empleados públicos en su inmensa mayoría lo son, entre ellos los y las trabajadores de Télam.
Con la excusa de reducir el gasto público Milei da la batalla simbólica contra Télam y otros organismos estatales, consciente de que muy pocos saldrán a defenderlos, mientras desvía la atención de los ajustes en materia económica que los grandes medios que lo apoyan relegan a un segundo o tercer plano.
A diferencia de muchos gobiernos neoliberales que intentan explicar porqué hay que recortar los gastos del Estado, los libertarios de Milei celebran, aplauden y gozan abiertamente el cierre y los despidos de Télam y otros organismos estatales, independientemente de la función que cumplan.
Más allá del accionar ideológico-dogmático de Milei y quienes lo rodean, hay que comprender que existe un objetivo comunicacional totalitario. Esto es fácilmente comprobable. Milei hasta ahora solo le ha concedido entrevistas a periodistas apologéticos de su figura, convertidos en propagandistas de su campaña electoral y gestión al frente del gobierno. Es más, la transmisión oficial por cadena nacional de la apertura de sesiones del 1 de marzo fue tan grotesca que incluso fue criticada por algunos que lo apoyan.
Su entrada al Congreso fue transmitida como si fuera la llegada de un astro de rock, se impidió la presencia de otras cámaras que no fueran las oficiales, se ocultó la protesta fuera del recinto y solo se mostraba a las personas que lo vitoreaban dentro del Congreso. Quienes veían la puesta en escena podían creer que se estaba ante una gesta de refundación nacional solo resistida por algunos pocos que defienden sus privilegios y a los que hay que aplastar. Como a los y las trabajadores de Télam. Gran parte del periodismo argentino ha salido en defensa de Télam, pero Milei está dispuesto a avanzar con su experimento libertario a toda costa.
*Periodista y sociólogo argentino, especializado en política internacional. Es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires, director de Noticias de América Latina y el Caribe (Nodal.am) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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