Piedra libre para “Campo minado”, teatro de guerra y en guerra
Ernesto Dufour, César Trejo y María Sofía Vassallo
“Campo minado” pone en escena los recuerdos de la experiencia de los horrores de la guerra de argentinos e ingleses, se pronuncia por la paz y el amor abstractos entre los pueblos, al mismo tiempo que promueve la aceptación tácita de la ocupación británica, de sus poderosas bases militares emplazadas en las Islas Malvinas que, efectiva y actualmente, amenazan la paz en el Atlántico Sur.
Como dice Sun Tzu, los mejores generales no son los que ganan todas las batallas sino los que convencen a los rivales de que no tiene sentido pelear. Por eso decimos que “Campo minado” es teatro de guerra y en guerra y, todo esto, a través de un sofisticado y eficaz dispositivo de estética globalista.
En mayo de 2016, se estrenó la obra de teatro “Campo minado” en el Royal Court de Londres (Inglaterra) y, en noviembre, en el Centro de Artes de la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires (Argentina). En setiembre de ese mismo año, se suscribió un “comunicado conjunto” entre los vicecancilleres argentino y británico, que se conoce como el “Pacto Foradori-Duncan”.
En el mismo, el gobierno argentino de Mauricio Macri retomó la estrategia de las “relaciones carnales”, comprometiéndose a facilitar al Reino Unido de Gran Bretaña la explotación de la pesca, los hidrocarburos y el refuerzo de las comunicaciones aéreas. El acuerdo también abordó la colaboración cultural y educativa entre otras formas de cooperación.
En este marco, el gobierno británico articuló distintas acciones de diplomacia cultural, de “poder blando”. Entre ellas, se pueden enumerar los frecuentes encuentros entre veteranos de guerra argentinos y británicos en un marco de paz y amistad (devolución de cascos, sables, cartas), la ejecución de las pericias forenses sobre los restos de los soldados argentinos para localizar las tumbas que permanecían sin nombres.
Asimismo, la convocatoria a estudiantes universitarios para conocer las islas, los encuentros de sindicalistas, empresarios, políticos y dirigentes deportivos argentinos con el histriónico embajador británico Mark Kent, el proyecto “Dos rosas por la Paz” del orfebre Juan Carlos Pallarols, los partidos de rugby binacionales; y, también, la obra que nos ocupa: “Campo Minado”, uno de los dispositivos más sofisticados de la actual etapa de “desmalvinización 4.0”.
En octubre de 2019 se repuso en el Teatro San Martín del oficial Complejo Teatral de Buenos Aires. Entre el 2 y el 4 de abril de este año, la versión audiovisual de “Campo minado” se difundió libremente en los sitios de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos y del Ministerio de Cultura de la Nación.
El proyecto escénico, dirigido por la reconocida artista argentina, Lola Arias, reúne a tres veteranos británicos y tres argentinos. Para empezar, la simetría pretendida es imperfecta. Los tres británicos son oficiales al servicio de las fuerzas armadas inglesas y, los tres argentinos, soldados conscriptos que terminaron en una guerra por sorteo, no sabían adónde iban, ni tampoco por qué peleaban, excepto uno, Marcelo Vallejo, que se presentó como voluntario.
El proyecto “Campo minado” se funda y se desarrolla a partir de esta asimetría (presentada como simétrica), que es constitutiva del dispositivo y anuncia cómo y desde dónde se pretende orientar la mirada del espectador.
En el marco de esta propuesta artística los veteranos actualizan sus memorias de la guerra de Malvinas y participan como performers de una producción escénica compleja que hilvana confesiones, cartas y objetos personales con fragmentos de video, fotografías y otros documentos de la historia colectiva.
No hay aquí memoria comunitaria, sino vivencias íntimas y personales, encadenadas a valores-fuerza universales y abstractos (paz, amistad, amor por la humanidad) que se inscriben en matrices ideológicas y estéticas promovidas por los países centrales.
Los valores “nativos” que inspiran acciones como defender la soberanía, honrar a los caídos, reivindicar Malvinas como causa nacional, aparecen como rasgos secundarios, resabios de la dictadura. Ambos grupos están unidos por una identidad global, transnacional que permite, finalmente, eludir las diferencias y el conflicto realmente existente.
Si bien se explicita sobre el escenario la voluntad de no representar el rol de víctimas, en la obra todos lo son y, muy especialmente, los soldados argentinos. Tanto los veteranos británicos como los argentinos aparecen como víctimas de las decisiones de sus gobiernos encabezados por Margaret Thatcher y Leopoldo Fortunato Galtieri.
Pero el único adversario que permanece como tal en la obra es la dictadura militar argentina y la guerra de Malvinas aparece como la continuidad del genocidio de estado.
No se evoca en escena ninguno de los tantos actos heroicos individuales y colectivos que los combatientes argentinos protagonizaron en 1982. Lola Arias, como muchos intelectuales vernáculos, interpreta la amplia adhesión popular a la causa de la defensa de la soberanía argentina sobre Malvinas, la tradicional rebeldía nativa contra los poderes del mundo, como producto de la acción de la dictadura sobre la cultura nacional, que pervive y hay que desarticular. Olvida que la cuestión Malvinas no empieza con Galtieri, sino con la Argentina misma.
En los testimonios de los veteranos argentinos aparecen los argumentos sobre los que se funda el histórico reclamo de soberanía nacional sobre las islas y, en los de los veteranos británicos, los que sostienen la legitimidad de la ocupación. Se presentan los unos y los otros, los dos lados del conflicto, las oposiciones, los antagonismos. Todo se espeja y se equipara. Y no hay resolución posible en este plano. El desacuerdo permanece.
Es una obra bilingüe en la que cada uno habla su propia lengua, que propone la convivencia en el conflicto, la desmitificación del consenso como única forma de coexistencia viable, promueve la aceptación del disenso, de la opinión contraria del otro, un relativismo que, lejos de poner en cuestión la relación de poder asimétrica en la que se funda la dominación colonial.
Por el contrario, reproduce y promueve la naturalización de esa asimetría a través de nuevos y sofisticados recursos estéticos propios del off Broadway o del off London, más que del rico e innovador movimiento teatral argentino.
*Ernesto Dufour es Lic. en Geografía (UBA), César Trejo es Veterano de Guerra, Coordinador del Observatorio Malvinas y María Sofía Vassallo es Doctora en Ciencias Sociales y Magister en Análisis del Discurso (UBA). Todos, integrantes del Observatorio Malvinas – UNLa, asociado al Centro Latinoamericano
Informe completo
:Campo Minado y las sutiles formas de la dominación colonial británica