Decisiones teratológicas de la ¿justicia? brasileña: No a Lula 143 veces
Juraima Almeida
La presidenta del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Brasil, Laurita Vaz, rechazó en bloque un total de 143 pedidos formulados por personas que demandaban la excarcelación del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, tras haber declarado la “incompetencia” de Rogério Favreto, que el domingo pasado, como magistrado de guardia en el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (TRF-4), generó un terremoto judicial al ordenar la “inmediata” liberación del exmandatario.
Tras el fallo de Vaz (calificado de monstruoso por analistas), el TSJ recibió 105 pedidos nuevos demandando la liberación del expresidente Lula, presentados por ciudadanos brasileños.
Favreto se trenzó en una disputa judicial con el instructor del caso, Joao Pedro Gebran, quien anuló esa orden, y el conflicto finalmente fue zanjado por el presidente del tribunal TRF-4, Carlos Thompson Flores, quien mantuvo a Lula en prisión.
En la decisión que negó los recursos en bloque, la magistrada Vaz explicó que los pedidos “estandarizados” de “habeas corpus” en favor de Lula fueron presentados por personas ajenas a la defensa y que “sobrecargaron una rutina de trabajo que ya es suficientemente pesada”.
Al justificar la decisión temporaria, la ministra consideró un “manifiesto abuso del derecho de petición”. Según Vaz, aunque todo ciudadano tiene derecho a dirigirse a la Justicia, “el Poder Judicial no puede ser utilizado para las reivindicaciones o manifestaciones de naturaleza política, ideológicas o partidarias, porque no es su misión constitucional”.
Asimismo, de acuerdo a Vaz, valiéndose de su condición de juez de guardia, Favreto generó “un tumulto procesal sin precedentes en la historia del derecho brasileño” y desconoció el rechazo a recursos similares en favor de Lula decidido anteriormente por tribunales superiores.
De acuerdo con el Partido de los Trabajadores (PT), fundado por Lula en 1980 y al que pertenecen los diputados que presentaron el pedido a Favreto, la negativa de la excarcelación es parte de una “conjura” del sistema político y jurídico para impedir su candidatura en unos comicios para los que las encuestas lo sitúan como favorito.
No a la candidatura
El ex mandatario sufrió otro traspié judicial el miércoles cuando la jueza federal Carolina Lebbos, que está a cargo de su ejecución penal, rechazó los pedidos de entrevista de medios de comunicación locales con el expresidente.
“El preso se somete a un régimen jurídico propio, no siendo posible, por motivos inherentes al encarcelamiento, asegurarle derechos de la misma amplitud que aquellos ejercidos por el ciudadano en pleno gozo de su libertad”, sostuvo Lebbos, quien también negó el pedido del PT para que Lula participe por videoconferencia en actos de precampaña.
La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, rechazó la decisión y le recordó a la magistrada cómo notorios traficantes de drogas como Macinho y Fernandinho Beira-Mar dieron entrevistas desde la prisión: todo esto es parte de un plan orquestado para que Lula no retorne al poder, afirmó.
Decisiones teratológicas
La palabra teratológica salió con pompa y solemnidad de la boca de William Bonner, portavoz del golpe, al calificar la decisión de Favretto. La monstruosidad (o teratología] de la decisión de Vaz está en no condenar el armado estratégico de jueces que no debían haber actuado en el caso pero lo hicieron coordinadamente para cometer crímenes, como por ejemplo de mandar a la Policía Federal a incumplir la orden de liberación.
Otra monstruosidad de Vaz es la de no recriminar el quiebre de la jerarquía judicial y –aún peor- atribuir sentido épico y heroico a aquellos criminales que actuaron como lo hicieron, señala el analista Jeferson Miola.
Y llama (o no) la atención su fallo donde dice que “causa perplejidad e intolerable inseguridad jurídica la decisión tomada por una autoridad manifiestamente incompetente, en situación precaria de guardia judicial, forzando la reapertura de la discusión cerrada en instancias superiores, por medio de una premisa insustentable”
Pero es peor. Agrega: “Así, ante esa esdrújula situación procesal, cupo al juez federal de primera instancia, con oportuna precaución, consultar al Presidente de su Tribunal si cumplía la anterior orden de prisión o acataría a superviniente decisión teratológica de liberación. Al tiempo, cupo al relator de la acción penal originaria –ante la imposibilidad material de llevar el cuestionamiento al juez natural de la causa, revocar los autos de habeas corpus para restablecer el orden de hecho”.
La monstruosidad de la decisión de la presidenta del STJ no está en el hecho de revocar la decisión del juez de segunda instancia (Favretto), ya que sólo el STJ podría hacerlo, una competencia, por lo demás, jamás conferible a un el juez de instancia inferior (Sérgio Moro) y tampoco a jueces del mismo grado de Favretto (como Gebran Neto y Thompson Flores).
Para los juristas, la decisión de la presidenta del STJ es risible, pero no causa extrañeza, ya que antes convocó para auxiliar-relator de la Operación Lava Jato en el STJ a un juez denunciado por fraude en concurso de la Magistratura, y en julio de 2017 concedió arresto domiciliario a Roger Abdelmassih, un médico condenado a 181 años de prisión por 48 violaciones de 37 pacientes.
Es forzoso constatar que este poder judicial monstruoso, teratológico, es una aberración que ha sumido a Brasil en el abismo fascista, concluye Miola.
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)