La grieta no es entre Macri y Fernández, sino la de la injusticia y la desigualdad
Juan Guahán|
Reapareció el expresidente Mauricio Macri en los medios, trató de explicar lo inexplicable. Le dejó la mesa servida para que Alberto Fernández le pudiera contestar, con ironías y chicanas. Mientras tanto, ante tanta abundancia de palabras y desde la realidad, crece el asombro.
Un salario básico que ronda entre los más bajos de la región; con una pandemia que tiene números que asustan; con una sociedad donde 6 de cada 10 niños y adolescentes llegarán a las “fiestas” de fin de año, en medio de la pobreza; donde el salario de los trabajadores sigue perdiendo terreno respecto de la inflación; donde las protestas y las “tomas de terrenos” siguen creciendo al mismo ritmo que la represión.
En medio de esa “grieta” real y efectiva, da la impresión que oficialismo y oposición juegan al crecimiento de la “grieta” –entre ellos- a la que tanto les interesa incrementar, ésa que los separa y con la que se regodea la “gran prensa”. Hay que avisarles que están jugando con fuego.
Es cierto, absolutamente cierto, que no es lo mismo Macri que Fernández. Eso está claro. Pero parece que se dedican a cultivar esas diferencias para que no se hable, ni se vea, la otra “grieta”, la de la injusticia y la desigualdad, que ya son un abismo. No sea cuestión que “el árbol les tape el bosque”.
17 de octubre: los 75 años del peronismo
Cuando apenas faltaban15 minutos para que terminara aquel martes 16 de octubre de 1945, el Comité Central de la Confederación General del Trabajo (VGT) dio por terminada una jornada clave. Por 16 votos a 11 habían aprobado, un paro de 24 horas, a partir de las 0 horas del jueves 18 de octubre. Su objetivo era un pliego de seis puntos en el que no aparecía el nombre de Juan Domingo Perón.
En la CGT, no estaban notificados que los obreros de la Carne de la localidad de Berisso estaban abandonando sus puestos de trabajo y preparando una marcha a Buenos Aires para reclamar por la libertad del coronel Perón.
Cipriano Reyes, delegado sindical del frigorífico Anglo, era el organizador de esa esperanzada rebeldía. Otro coronel –Domingo Mercante-, empujado por Evita, le había dado ánimos para que se ponga al frente de esa epopeya. En la CGT parecían no tener presente que los trabajadores del azúcar de Tucumán, agrupados en la FOTIA, habían declarado una huelga general y la noche del 16 estaban acampando en la Plaza Independencia.
El 17, tucumanos y bonaerenses, compartieron la gloria de aquel día. Estaba naciendo el peronismo. Estamos a 75 años de esa fecha. ¿Qué pasó en estos largos años con ese movimiento popular y en qué estado se encuentra en la actualidad?
Millones de litros de tinta, toneladas y toneladas de papel y miles de millones de bytes se han utilizado tratando de explicar este fenómeno nacional, latinoamericano y mundial que es y ha sido el peronismo.
Tuvo sus protagonistas masivos en esa nueva clase obrera en pleno proceso de urbanización e industrialización que aspiraba a tener un rol en esa sociedad en construcción. Venían del hambre del campo y la miseria extendida durante la década del 1930, eran masas de trabajadores y trabajadoras que buscaban su lugar en la vida y la historia luego de que el anarquismo había sido derrotado por los golpistas del 30.
Tenían como socios a un grupo de oficiales del ejército, influenciados –primero- y conducidos –después- por Perón. Éste había vislumbrado la potencialidad de esa alianza. Fueron sus ejes acelerar la industrialización, darle dignidad, protagonismo y poder a los trabajadores como sujeto del cambio.
Evita le dio rumbos más definido sosteniendo que “donde hay una necesidad nace un derecho”. Todo parecía encauzarse con la Constitución de 1949 pero, muerta Evita, faltó el empuje para seguir avanzando. Vino una ofensiva imperial en medio de problemas económicos. Llovieron presiones: de los “gorilas”. Perón vaciló y quedó el pueblo… ¡El pueblo desarmado y sin poder!
Fue un largo tiempo de sacrificada resistencia. Tras 18 años, Perón volvió y con él la perspectiva de un nuevo período de felicidad. La juventud ocupó un rol protagónico. Muerto Perón en 1974, las contradicciones internas confirmaron que el peronismo unido dejó de ser una bandera que pueda sostenerse con eficacia política.
Los años y las agachadas habían hecho mella en la voluntad de hacer cambios en serio. Sectores burocratizados del peronismo sindical, muchos de ellos protagonistas de la primera resistencia, terminaron siendo una corporación con mucho poder, pero con políticas destinadas al sostenimiento de un sistema que el peronismo debía enterrar.
Luego de la dictadura (1976-1983) y su secuela, el trágico genocidio, el peronismo –carente de autocrítica- perdió sus primeras elecciones presidenciales. Pero al peronismo todavía le quedaba resto y de la mano de Carlos Menem volvió a ganar. Pero bajo hegemonía neoliberal, con el menemismo, parecen agotados los objetivos históricos de ese movimiento de masas.
El país se hunde en la profundidad de la crisis de la Alianza y las calles traen rumores de transformaciones, el pueblo en la calle y el gobierno ausente, con cinco presidentes en una semana. El gobierno vuelve a manos del peronismo.
Del sur patagónico vienen los vientos de cambio, el Estado tiene recursos y el país parece asociarse a la posibilidad de un cambio progresista en varios países de la región. Se vive la euforia del cambio que el kirchnerismo puede producir, pero desaprovechó la oportunidad y quedó enredado en un movimiento que se asoma a su decadencia.
El macrismo hizo estragos y el regreso del peronismo aún puede asegurar votos pero ya no las transformaciones que motivaron su origen.
En estos 75 años de vida, el peronismo gobernó 37. En este país deshecho y a la deriva, no es ajeno a la destrucción operada con quienes, como la dictadura y el macrismo, gobernaron por 29 años. Los otros nueve se correspondieron con insulsos gobiernos de la Unión Cívica Radical (UCR).
Del mismo modo que el sentimiento peronista por la Justicia Social ya forma parte del alma de los humildes y son imposibles los cambios necesarios sin ese espíritu, parece inviable que las estructuras institucionales del peronismo sean capaces de llevar adelante esa esperanza.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)