Cerdos chinos en Argentina: ¿El futuro ya llegó?
Matías Strasorier y Maria Rizzo|
La propuesta de inversión china para el sector porcino argentino agudiza contradicciones y antinomias. Aparecen desopilantes discusiones desde las más variadas líneas de intelectuales de extremos y centros, desde puros ambientalistas hasta los más despiadados agro-negociantes.
La pelea de fondo
La disputa global por el control de la economía digital basada en la combinación de la Big Data y el 5G, tiene con protagonistas centrales a EEUU y China. Algunos analistas internacionales estiman que durante este año la economía digital podría superar el 40% del producto, y que cubriría cerca del 39% de los servicios, del 20% de la manufactura y del 8% de la agricultura.
China tiene un plan para sus casi mil 500 millones de habitantes. Parte de éste fue la llegada de Qu Dongyu a la Dirección General de la FAO, imponiendo tres premisas: el cumplimiento estricto de las reglas y procedimientos; la seguridad alimentaria global; y la importancia de la asociación con el sector privado, tomando como principales exponentes a Microsoft y Alibaba.
Este plan, llamado “El Sueño Chino”, trasciende las fronteras para disputar el control global del conocimiento estratégico de un sistema que algunos plantean es la “4° Revolución Industrial”, otros se preguntan si es el salto a la fase digital del capitalismo, lo cierto es que las necesidades de alimentación de la fuerza de trabajo resultan aun, una preocupación constante.
La República Popular China necesita alimentar todo un ejército virtual, de sus más de 100 millones de empresas altamente digitalizadas: 840 millones de usuarios de internet, 13 millones de estudiantes universitarios graduados por año, más de 180 millones de trabajadoras y trabajadores digitales (o quizás esclavos modernos).
La Peste
Todo marchaba bien en el gigante asiático, con más de 421 millones de cerdos para abastecer un consumo de más de 57 millones de toneladas anuales, la cual completaba con la importación de alrededor de 830.000 toneladas, principalmente de países de la Unión Europea (70%), según datos del informe de USDA “Ganado y productos anuales importados por la República Popular China”.
En agosto de 2018 aparecieron los primeros focos de peste porcina africana (PPA), enfermedad viral sistémica muy grave para la producción de cerdos, cuyo control es sacrificar y enterrar a los animales, ya que este virus es de altísimo contagio,se transmite a partir de cerdos infectados o portadores mediante descargas nasales, bucales, orina y heces; por medio de garrapatas; de manera aerógena a distancias cortas; incluso es frecuente la transmisión mecánica a través de botas, ropa, camiones, entre otras formas.
Desde entonces, a causa de la PPA, el gigante asiático ha tenido que sacrificar entre 180 y 250 millones de cerdos para evitar su propagación y estiman que erradicarla les podría demandar más de 10 años.
Nadie queda fuera de un plan, si Argentina no tiene plan, estará en el de otro
El plan chino se conoce, así como sus intenciones de invertir en producción porcina en Argentina, que son un hecho. Tensionar para que se realice conforme a las necesidades del pueblo argentino es un gran desafío que las autoridades deben afrontar.
En las últimas campañas agrícolas del Noroeste Argentino (NOA), se cosecharon alrededor de 2,4 millones de toneladas de soja y 2,8 millones de maíz, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Tomando como composición de alimento base para cerdos, un 70% de maíz y 30% de soja aproximadamente, y un índice de conversión de 3:1, es decir que por cada 3 kilos de alimento se produce uno de carne de cerdo, podemos deducir que, con la cosecha de maíz y soja del NOA se podrían producir alrededor de 1,33 millones de toneladas de carne de cerdo, y aun sobrarían 1,2 millones de toneladas de soja, equivalente a la siembra de 400.000 hectáreas.
Pero si se planifica en función de la necesidad de producir 70% de maíz y 30% de soja, éstas hectáreas sobrantes (equivale a 188.000 y 212.000 hectáreas, respectivamente), se podría producir 600.000 toneladas más de carne porcina. Es decir que el NOA tiene actualmente el potencial de producir casi dos millones de toneladas de carne de cerdo.
Lo que más abruma son las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Bajo qué plan? ¿Quiénes y cómo producen? ¿Quiénes ganan? ¿Cuál es el impacto ambiental?
Está claro que será con inversión proveniente de la República Popular China y que ellos quieren comprar la totalidad producida.
Otro modelo es posible. Los modelos:
En Argentina, el modelo agroexportador basado en el agronegocio se desarrolló alrededor de los puertos, mediante la explotación de los recursos naturales extraordinarios de la pampa húmeda, sin importar el impacto ambiental generado.
Ésto sólo ha logrado aumentar las desigualdades sociales, el desarraigo rural, la dependencia económica, la pobreza y el hambre, generando como normalidad una pampa rica para pocos y un noroeste pobre para varios.
Planificar una Argentina productiva y sustentable donde la bioeconomía y la bioética cuiden la biodiversidad y protejan la biósfera, parece un sueño, pero hacer que la realidad se acerque a los sueños es la tarea de quien se anima a vencer. Un modelo con desarrollo territorial, con igualdad social, con desarrollo productivo sustentable y con conocimiento científico aplicado, es posible.
Realizar en el Noroeste Argentino un Plan Porcino en el que el garante de la integración vertical sea el Estado y no el mercado, pero con una fuerte integración horizontal como base, es una opción. Un plan cuyo entramado productivo integre en red a polos productivos primarios (PPP), conformados por cooperativas, asociaciones y/o consorcios de pequeños y medianos productores, agricultores familiares, campesinxs y demás actores.
Estos PPP traccionan polos industriales y agroindustriales (PIA), para abastecer de insumos y procesar desechos, incluyendo a los frigoríficos que realizarán la faena y el acondicionamiento para la exportación.
Ambos, deben estar vinculados a Polos Tecnológicos Agroalimentarios (PTA) unidos en red, mediante la Plataforma de Inclusión y Vinculación Agroalimentaria (PIVA), capaces de brindar las soluciones técnicas y científicas que garanticen la competitividad productiva y la sustentabilidad ambiental.
Se debe pasar de exportar granos a exportar trabajo y desarrollo en una de las regiones más excluidas de la Argentina.
Un aspecto clave y fundamental, sólo la comunidad organizada es capaz trascender los gobiernos y de sostener un proyecto cuyo principal oponente es el capitalismo y su agronegocio. Patria o Colonia es la pelea de fondo.
El futuro llegó hace rato, no llamemos un gato con silbidos.
*Rizzo es médica veterinaria, Maestrando en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de FLACSO, y co-Directora del Centro de Estudios Agrarios. Strasorier es Director del Centro de Estudios Agrarios, Argentina. Analista agropecuario, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)