Argentina: Digitalización de la ruralidad

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Matías Strasorier

El Covid-19 reconfigura los modelos productivos. El sector agroalimentario argentino no resulta ajeno y como tal la digitalización y conectividad son fundamentales para construir la Nueva Ruralidad.

Hace diez años hablamos de la industrialización de la ruralidad como un paradigma estratégico para impulsar el arraigo y el desarrollo local del territorio argentino. La disputa entre un modelo agroexportador, basado en el comercio internacional de materias primas, versus un  modelo agroindustrial, basado en el agregado de valor en origen, conformaban los dos proyectos en contraposición, de aquel momento.

Una década después se reconfigura el escenario global y la pugna por los medios de producción adquiere una nueva dimensión,  con la irrupción de la tecnología. La internet de las cosas, la Inteligencia Artificial, la nube o “cloud computing” global (Big Data), la nanotecnología, la robótica, el blockchain, etc., son un hecho donde se une lo virtual, con lo real y lo biológico.

Un sistema agroalimentario en el que las tareas se realizan desde un dispositivo virtualmente conectado que permite, por ejemplo, controlar un sistema de riego, o el ordeñe de una vaca mediante un tambo robotizado, entre otras acciones que reducen la presencia humana a la interpretación de datos o al control de funcionamiento general.

Bioeconomía y sustentabilidad. 

La Bioeconomía adquiere una importancia protagónica. Hablamos de “la utilización intensiva de conocimientos en recursos, procesos, tecnologías y principios biológicos para la producción sostenible de bienes y servicios en todos los sectores de la economía” (IICA, 2019).La sustentabilidad también toma un rol estratégico y vital. Apoyado por datos objetivos, no sólo en cuanto a la disminución del impacto en la biodiversidad y la biósfera, sino también en el aumento cuantificable de los rindes productivos.

La mejora en tambos robotizados respecto al tambo tradicional, resulta alrededor de 10,2 litros por vaca por día y una reducción del recuento de células somáticas de 248.000 células/ml a 162.000 células/ml, según datos del establecimiento bonaerense San Silvestre, publicados en Clarín Rural en septiembre de 2019.

Los drones son capaces de recorrer hasta 400 hectáreas al día, recogiendo imágenes de gran nitidez y datos como: medir el estrés hídrico y el vigor de las plantas; contabilizar el número y el tamaño de cepas o ejemplares; hacer seguimiento de los cambios de color o forma de las plantas; ayudando así a identificar rápidamente posibles enfermedades o riesgo de heladas.

Tanto la Bioeconomía, como la sustentabilidad  deben indiscutiblemente ser desarrollados en pos de un modelo en que las riquezas se distribuyan entre quienes la generan. Donde la producción bioeconómica y sustentable se desarrolle alrededor de la mujer y el hombre, las y los productores, las y los trabajadores agrarios, las y los campesinos, las y los empresarios PyMEs agroalimentarias. En definitiva, las y los trabajadores de la tierra, desde la organización local y su vinculación global, para lograr el desarrollo glocal.

Invertir en capital intangible

La República Popular China fue pionera al invertir más de 70 mil millones de dólares principalmente en “capitales intangibles”, información y conocimiento: creación de redes de telecomunicaciones para transmitir información sobre irrigación, densidad de los plantíos y siembras, profundidad y cantidad en la colocación de las semillas. Logrando reducir la emisión de dióxido de carbono (CO2) un 15% sobre la superficie sembrada, y aumentar un 11% más la producción de maíz, arroz y trigo y una disminución entre el 15 y 18% del uso de fertilizantes.

Las ganancias de productividad ascendieron a  12.200 millones de dólares en términos de valor, debido a mayores rendimientos y menores insumos. El trabajo realizado durante 10 años sobre 21 millones de campesinos – productores agrícolas (10% del total), distribuidos en 37,7 millones de hectáreas (Ha) en unidades productivas de 0,6 Ha promedio, se dio a conocer en una publicación de la revista Nature en marzo del 2018.

Autopistas 4.0 para la Nueva Ruralidad

La Argentina cosecha alrededor de 150 millones de toneladas (Tn) de cereales y oleaginosas, 6 millones de Tn de carnes, más de 10.000 millones de litros de leche, 10 millones de Tn de hortalizas y verduras, 11.000 millones de huevos, tres millones de Tn de cítricos, más de un millón de toneladas de peras y manzanas.

Esta estructura productiva está conectada por un sistema integrado por transporte terrestre basado en rutas o carreteras y algo de ferrocarriles, y la vía hidro fluvial Paraná-Paraguay-Uruguay. Todo fue desarrollado en pos de un modelo agropecuario basado en la producción de materia prima, para su comercialización a través del Océano Atlántico.

La Nueva Ruralidad se hará conectados, por lo que para diseñar y construir una red de conectividad 4.0 resulta totalmente imprescindible un programa estratégico federal, que una cada punto del país. Como en otros tiempos fue el ferrocarril, la electricidad o el teléfono, en estos tiempos es la conexión virtual lo imprescindible para lograr un desarrollo productivo y sustentable de cada territorio. Debemos conectarnos en los tiempos de la virtualización productiva, y quien no lo logre quedará excluido del nuevo sistema de relaciones socio-productivas a nivel global.

La digitalización-Informatización de la Ruralidad, es parte fundamental de un modelo agroalimentario conectado en la Red de Innovación y Desarrollo, unida estructuralmente por Plataformas de Inclusión y Vinculación Agroalimentaria (PIVA), en la cual las y los actores de cada cadena productiva en su conjunto puedan subir datos y obtener respuestas inmediatas, en un proceso dinámico de retroalimentación de la “Nube Nacional de Datos Rurales”.

Siendo el Estado garante y protector de los Recursos Naturales y el conocimiento estratégico. Pero sobre todo promotor del desarrollo productivo, a partir de la instantaneidad de los datos (virtualidad) y las acciones de la realidad y los procesos biológicos.

*Médico Veterinario y Director del Centro de Estudios Agrarios, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 

 

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