Trump, quizá con fines electorales, ordenó asesinar con misiles a general iraní
Isabella Arria
El comandante de la fuerza de elite Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, el general Qasem Soleimani, fue asesinado en la madrugada del viernes durante un bombardeo con drones y misiles realizado por orden del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quizá como medida propagandística en la campaña para su reelección.
“La peligrosa escalada de Donald Trump nos acerca aún más a otra guerra desastrosa en Medio Oriente”, fue la primera reacción de Bernie Sanders, uno de los principales dirigentes demócratas y precandidato a las próximas elecciones presidenciales, mientras que el exvicepresidente Joe Biden, aseguró que “el presidente Trump acaba de tirar un cartucho de dinamita en un polvorín, y le debe al pueblo estadounidense una explicación por lo que hizo”.
El ataque representa un salto de consecuencias impredecibles en la escalada que en las últimas semanas protagonizaron las fuerzas estadounidenses con los movimientos proiraníes en Irak. EEUU ya había realizado el domingo cinco bombardeos en la frontera entre Irak y Siria, que causaron por lo menos 25 muertos.
Como respuesta, centenares de manifestantes rodearon el martes la folrtificada embajada estadounidense en Bagdad y atravesaron su muro exterior al grito de “¡Muerte a Estados Unidos!”, en una acción que recordó la toma de la embajada estdounidense en Teherán, una humillación que le costó la presidencia a Jimmy Carter. Trump prometió vengarse y cumplió con la muerte de Soleimani, antiguo objetivo del Pentágono, que desde abril de 2019 considera al Quds como una “organización terrorista”.
El ataque de este viernes alcanzó al auto en que Soleimani se retiraba del aeropuerto de Bagdad y también causó la muerte de Abu Mehdi al Muhandis, el número dos de las proiraníes Fuerzas de Movilización Popular (FMP), que lo había ido a recibir al aeropuerto.
Al menos ocho personas murieron y varias más resultaron heridas el jueves tras el disparo de tres cohetes contra el aeropuerto de Bagdad, tres días después de que manifestantes pro iraníes atacaran la embajada estadounidense.
El ministerio de Defensa estadounidense (Pentágono) señaló que “el general Soleimani estaba desarrollando activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidenses en Irak y en toda la región. Este ataque tenía como objetivo disuadir futuros planes de ataque iraníes. EEUU continuará tomando todas las medidas necesarias para proteger a nuestra gente y nuestros intereses en cualquier parte del mundo”.
Por su parte, el propio Donald Trump se limitó a tuitear, minutos antes de que se difundiera el comunicado, una bandera norteamericana sin ningún texto acompañándola.
«Señor Trump sepa que estamos cerca de usted en ese lugar en el que no se imagina. Usted empezará la guerra, pero seremos nosotros los que la terminaremos», afirmó hace 18 meses el general asesinado
El ministro de asuntos extranjeros de Irán, Mohammed Javad Zarif, denunció “una escalada extremadamente peligrosa e imprudente” y resaltó que EU “tendrá que hacerse cargo de todas las consecuencias de su aventurerismo irresponsable”. También se encargó de destacar que Soleimani había sido “el más efectivo combatiente contra el Estado Islámico”.
El ayatolá Jamenei llamó a vengar la muerte del general y anuncipo que “una venganza implacable espera a los criminales que se han manchado las manos con su sangre”, mientars que el antiguo jefe de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezai, escribió en Twitter que “Soleimani se unió a nuestros mártires, pero nuestra venganza sobre América será terrible”.
Qasem Soleimani, atacado con misiles por orden de Trump
Nacido en marzo de 1957, Sleimani se incorporó a la Guardia Revolucionaria en 1979, poco después de la Revolución Islámica encabezada por el ayatolá Jomeini que terminó con el poder de los Sha, viejos aliados de Estados Unidos en la región. Participó en la guerra entre Irán e Irak y también en Afganistán.
Pero adquirió notoriedad cuando a principios de 1998 llegó a la jefatura de Al-Quds, el brazo exterior de la Guardia Revolucionaria, fundamentalmente encargado de organizar y sostener a las fuerzas chiítas proiraníes en Siria, Líbano e Irak.
En Irán hablaba con todas las facciones, tenía línea directa con el líder supremo y era el responsable de la política regional.En las últimas dos décadas, Suleimani cosechó un éxito notable en la misión de la división Quds: ampliar la influencia iraní en el extranjero.
En el ambiente caótico y letal que siguió a la invasión estadounidense de Irak de 2003 y al levantamiento de Siria de 2011, Suleimani vio la oportunidad de construir una creciente fuerza proiraní en toda la región: desde el Líbano, por el oeste; hasta Yemen, por el sur.
De estrecha relación con el ayatolá Alí Jamenei, considerado el líder supremo de Irán, fue nombrado general de división en 2011. Desde ese puesto se convirtió en leyenda. A sus cualidades como estratega se atribuyen todos los avances iraníes en la región, sobre todo la exitosa lucha contra las fuerzas del Estado Islámico durante la Guerra Civil en Siria.
En todos esos años, con su ayuda a Hezbola en Líbano, al presidente Bashar al Asad en Siria y a las Fuerzas de Movilización Popular en Irak, Soleimani consolidó el poder regional de Irán y sus aliados chiítas, para desesperación de Israel y los sunnitas respaldados por Arabia Saudita que permanentemente exigieron a Trump que interviniera.
En los últimos años había crecido su influencia en los círculos de poder de Teherán, acompañada con un toque “modernizador” por su popular presencia en Instagram. Y ya, se consideraba decisiva su influencia en las sucesivas tratativas para formar gobierno en Irak, un país donde la mayoría de la población es chiíta.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)