Preocupa la violencia gangsterial contra los universitarios mexicanos/ A preocupação pela violência mafiosa contra os universitários
Gerardo Villagrán del Corral-CLAE|
La salvaje agresión de grupos de choque –porros- perpetrada el 3 de setiembre, difundida en directo por televisión y viralizado en las redes sociales, contra una manifestación pacífica de alumnos frente al edificio de Rectoría en Ciudad Universitaria aparece como una clara provocación para generar un problema de grandes proporciones sociales en México.
En una reunión con Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), exigió que se actúe por la vía legal, que no haya encubrimiento y se castigue a los responsables de la agresión a estudiantes, pero con respeto a la autonomía de la institución.
Graue reconoció que el esfuerzo de la universidad para terminar con el porrismo ha sido insuficiente, pero rechazó que exista complicidad entre las autoridades universitarias y los grupos de choque. Absolutamente no, dijo. “Hay que procurar no caer en ninguna provocación, no aceptar la violencia. Diálogo, diálogo y diálogo”, dijo AMLO.
Para López Obrador, el movimiento de estudiantes es legítimo porque una de sus principales demandas es poner fin a los abusos y violencia en la universidad. Estamos conscientes de que es una demanda justa y que los jóvenes actúan con mucha responsabilidad: las movilizaciones se dan porque los estudiantes quieren justicia, que se termine esto que está sucediendo, añadió.
Graue insistió en que la casa de estudios sí presentó la denuncia contra los porros que agredieron a estudiantes frente a Rectoría y que, a pesar de ello, la Procuraduría General de Justicia de Ciudad de México liberó a dos presuntos participantes en la agresión, que fueron detenidos por autoridades federales.
En México es denominado porro al integrante de una organización que persigue distintos intereses particulares, ya sean éstos políticos o económicos, basados en la violencia al estilo del crimen organizado, en el asilarse en instituciones estudiantiles y en el actuar como grupo de choque mercenario.
Pero también hay que tener en cuenta el hartazgo juvenil contra la inseguridad y el acoso y el malestar de los profesores de asignatura con la precariedad laboral, la vigorosa y masiva movilización y el paro generalizado en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) con el que los universitarios respondieron a la golpiza, constituye una acción legítima, nacida de las problemáticas no resueltas que atraviesan buena parte de la comunidad de esa institución, señala Luis Hernández Navarro.
Un conflicto de grandes proporciones en la UNAM podría entorpecer la supuesta transición de terciopelo del futuro gobierno de AMLO, sobre todo si se suma al inminente estallido de 10 universidades públicas en bancarrota y el viraje de una buena parte de la nomenclatura de la UNAM hacia el lopezobradorismo, en detrimento de su tradicional alianza con el priísmo, añade.
SIn dudas, el objetivo de la provocación es alterar la transición y la llegada al poder de un nuevo gobierno respaldado por el voto mayoritario de los mexicanos, pero algunos intelectuales quieren ver más lejos y quieren ver la movilización estudiantil como segunda parte del movimiento del 68, con marcha del silencio incluida.
Es imposible no sospechar de grupos que buscan un lugar en el gran reacomodo político que viene forzando la victoria de Morena. Son grupos de intereses por necesidad obscenos que preteden vender estabilidad de la UNAM, al próximo gobierno, mediante violentos métodos gangsteriles. La UNAM los ha padecido mil veces; son grupos del panpriísmo (refiriéndose a los partidos de derecha, PAN y PRI) que están en esos rejuegos ruines, o están al tanto de ellos, dice José Blanco, expresidente de la Academia de Economía Política.
Pero el paralelismo entre el movimiento de hoy con lo ocurrido hace 50 años carece de fundamentos objetivos. Se les exige a los jóvenes algo que ya hicieron, pues su actividad creativa en las redes sociales y su presencia en las urnas fueron elementos determinantes para el avance democrático del país y para lograr la transición que hoy en su nombre se pretende obstaculizar, señala Javier Flores en La Jornada.
Los porros, grupos de choque atacaron a estudiantes pacíficos, sin el menor cuidado por esconder su identidad, contando con la complicidad y el apoyo de los servicios universitarios de vigilancia. Existen desde los tiempos de Miguel Alemán (1946-1951), tolerados (a veces auspiciados) por los entonces rectores de la UNAM afines al presidente en turno, con el rol de intimidar y golpear a quienes eran considerados de izquierda.
Lo sucedido no fue un hecho de violencia aislado: esos mismos grupos de choque agreden cotidianamente a los alumnos en sus escuelas, los roban, extorsionan y molestan. Por eso, los estudiantes piden la renuncia de Benjamín Barajas, vinculado al porrismo, y del rector Enrique Graue, sin respuesta a los casos de violencia contra los universitarios.
Los casos de acoso sexual y feminicidio se vienen repitiendo. El 20 de agosto, la estudiante Miranda Mendoza fue secuestrada al salir de la escuela, asesinada y calcinada. Ya en mayo de 2017 Lesvy Osorio fue estrangulada por su novio con el cable de un teléfono dentro de la Ciudad Universitaria, pero las autoridades señalaron que se había suicidado.
El 23 de enero, el estudiante de preparatoria Marco Sánchez, de 17 años, fue arrestado y desaparecido por policías. Fue hallado cinco días después a 30 kilómetros, golpeado y con alteraciones de conducta.
Lo que importa es que en las universidades públicas se garantice su autonomía y que, por ésta, se respeten sus formas de gobierno y el ejercicio de su presupuesto, sus planes de estudio y de investigación, así como las libertades de pensamiento y de expresión en un ambiente respetuoso de pluralidad y de tolerancia. Este es el meollo de la autonomía, y cualquier cosa que atente contra ella, deberá de ser rechazada, señaló Octavio Rodríguez Araújo, profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Para la movilización estudiantil en curso, la problemática de su institución va más allá de las agresiones porriles o de la violencia endémica que padecen: para los estudiantes son igualmente importantes la democratización de la UNAM y la defensa de la educación pública. Y comenzaron a moverse.
*Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
VERSIÓN EN PORTUGUÉS
A preocupação pela violência mafiosa contra os universitários
Por Gerardo Villagrán del Corral
A selvagem agressão realizada por grupos de choque – os chamados porros, grupos organizados de estudantes violentos – contra uma manifestação pacífica de alunos na frente da reitoria da Universidade Autônoma Nacional do México (UNAM), em plena Cidade Universitária, ocorrida no dia 3 de setembro, com imagens difundida ao vivo pela televisão e viralizadas nas redes sociais, parece ser uma clara provocação para gerar um problema de grandes proporções sociais no México.
Após uma reunião com Enrique Graue, reitor da UNAM, o presidente eleito Andrés Manuel López Obrador (AMLO), exigiu que as investigações do caso sigam pela via mais transparente possível, que não haja encobrimento e se castigue os responsáveis pela agressão aos estudantes, sem passar por cima da autonomia da instituição.
Graue reconheceu que o esforço da universidade para terminar com o chamado “porrismo” tem sido insuficiente, mas negou que exista cumplicidade entre as autoridades universitárias e os grupos de choque. “Temos que procurar não cair em nenhuma provocação, e não aceitar a violência. Diálogo, diálogo e diálogo”, declarou AMLO, após o encontro com o reitor.
Para López Obrador, o movimento dos estudantes é legítimo, porque uma das suas principais demandas é o fim dos abusos e da violência na universidade. “Estamos conscientes de que é uma demanda justa e que os jovens atuam com muita responsabilidade: as mobilizações se dão porque os estudantes querem justiça, para que as agressões não aconteçam mais”, afirmou o presidente eleito.
Por sua parte, Graue insistiu no fato de que a casa de estudos registrou sim uma denúncia contra os grupos responsáveis pela agressão aos estudantes na frente da Reitoria. Contudo, a Procuradoria Geral de Justiça da Cidade do México liberou dois suspeitos de participar do ataque, que haviam sido presos pelas autoridades federais.
No México, os chamados porros são os integrantes de organizações que perseguem diferentes interesses particulares, sejam políticos ou econômicos, baseados na violência ao estilo do crime organizado, às vezes acolhidos e escondidos dentro de instituições estudantis, para atuar como grupos de choque mercenários.
A indignação juvenil contra a insegurança, o acosso e o mal-estar dos professores com a precariedade no trabalho, a vigorosa e massiva mobilização, e a paralisação generalizada na UNAM, “são as respostas dos universitários contra a violência ocorrida dentro da instituição, uma ação legítima, nascida das problemáticas não resolvidas que atravessam boa parte da comunidade dessa instituição”, segundo o escritor e jornalista Luis Hernández Navarro.
“Um conflito de grandes proporciones na UNAM poderia entorpecer a transição de AMLO – que até o momento vem sendo impulsada de forma tranquila –, sobretudo se concretizados dois fatos: o iminente conflito das dez universidades públicas em bancarrota e a movimentação de boa parte da direção da UNAM, deixando de lado sua tradicional aliança com o PRI (Partido Revolucionário Institucional, do atual presidente Enrique Peña Nieto) e abraçando o lopezobradorismo”, acrescenta Navarro.
Sem dúvidas, o objetivo da provocação é alterar a transição e a chegada ao poder de um novo governo respaldado pelo voto majoritário dos mexicanos, mas alguns intelectuais querem ver mais longe e analisam a mobilização estudantil como a segunda parte do movimento de 68, com uma “marcha do silêncio” incluída.
É impossível não suspeitar dos grupos que hoje sentem medo, e buscam um lugar nesse grande reequilíbrio político de forças que vem acontecendo no país, forçado pela vitória da coalizão MORENA (Movimento de Regeneração Nacional). “São grupos de interesses reunidos por necessidades obscenas, que pretendem vender ao próximo governo a estabilidade da UNAM, através de violentos métodos mafiosos. A UNAM já padeceu vários episódios semelhantes, protagonizados por grupos ligados ao panpriísmo (referentes aos dois partidos de direita, o já mencionado PRI e o PAN, Partido da Ação Nacional) dentro dos porros, ou de outros grupos que utilizam diferentes métodos, mas que defendem as mesmas ideias”, opina José Blanco, ex-presidente da Academia Mexicana de Economia Política.
Mas o paralelo entre o movimento de hoje e o ocorrido há 50 anos carece de fundamentos objetivos. “É um exagero criticar os jovens de agora por supostamente `não lutarem como os de 1968´, sendo que eles já fizeram muito, com sua atividade criativa nas redes sociais e sua presença nas urnas, e ambas se mostrando elementos determinantes para o avanço democrático do país e para alcançar a transição que hoje se pretende obstaculizar”, comenta o analista Javier Flores, no diário La Jornada.
Os porros atacaram os estudantes pacíficos sem o menor cuidado por esconder sua identidade, contando com a cumplicidade e o apoio dos serviços universitários de vigilância. Desde os tempos do presidente Miguel Alemán (1946-1951), existem grupos violentos que são tolerados (e às vezes patrocinados) pelos diferentes reitores da UNAM, que são amigos dos presidentes de turno e cumprem o papel de intimidar e golpear aqueles que são considerados de esquerda.
O sucedido não foi um fato de violência isolado: esses mesmos grupos de choque agridem cotidianamente os alunos em suas escolas, roubam, extorquem e molestam. Por isso, os estudantes pedem a renúncia de Benjamín Barajas (diretor geral da Faculdade de Ciências Humanas), vinculado ao “porrismo”, e do reitor Enrique Graue, que não é capaz de reagir corretamente e administrar a investigação sobre os casos de violência contra os universitários.
Os casos de acosso sexual e feminicídio também têm se tornado frequentes. No dia 20 de agosto, a estudante Miranda Mendoza foi sequestrada ao sair do centro de estudos, assassinada e incinerada. Em maio de 2017, Lesvy Osorio foi estrangulada por seu namorado com o cabo de um telefone dentro da Cidade Universitária – mas as investigações das autoridades indicaram que ela havia se suicidado, versão que foi repudiada pelos colegas da jovem.
No dia 23 de janeiro deste ano, o estudante Marco Sánchez, de 17 anos, foi detido por policiais, e logo desapareceu. Foi encontrado cinco dias depois, a 30 quilômetros, golpeado e com alterações de conduta.
O que importa é que as universidades públicas possam ter sua autonomia garantida e sejam respeitadas em suas formas de governo e no exercício do seu orçamento, dos seus planos de estudo e de investigação, assim como as liberdades de pensamento e de expressão, em um ambiente respeitoso da pluralidade e da tolerância. “Este é o pilar da autonomia, e qualquer coisa que atente contra ela, deverá de ser repudiada”, afirmou Octavio Rodríguez Araújo, professor emérito da Faculdade de Ciências Políticas e Sociais.
Para a mobilização estudantil em curso, a problemática de sua instituição vai além dos problemas de agressões por parte dos grupos de choque ou da violência endêmica que existe no ambiente universitário: eles também consideram importante defender a educação pública e democratização da UNAM. E já começaram a lutar por isso.
Gerardo Villagrán del Corral é antropólogo e economista mexicano, associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)
*Publicado em estrategia.la | Tradução de Victor Farinelli