«No se puede derrotar al fascismo con pensamiento posmoderno»

Pedro Santander y las elecciones chilenas

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Lautaro Rivara-Diario Red

¿Cómo pasó Chile del estallido de 2019 y las promesas de refundación a que un pinochetista se encuentre hoy a las puertas de La Moneda? Es académico chileno Pedro Santander Molina(1) reflexiona sobre las presidenciales chilenas del día domingo, sobre el confuso derrotero de la izquierda y el progresismo desde el estallido social de 2019 hasta la coyuntura actual, y sobre lo que se puede venir de cara al balotaje y a un eventual gobierno neo-pinochetista conducido por José Antonio Kast.. 

-Con la coyuntura aún caliente tras las elecciones presidenciales celebradas en tu país el día domingo, quiero empezar por preguntarte sobre los resultados. ¿Te sorprende que quienes irán al balotaje sean Jeanette Jara, del Partido Comunista y abanderada del oficialismo, y José Antonio Kast, líder del Partido Republicano? ¿Esperabas otro escenario o acaso un margen mayor en favor de Jara, como pronosticaban varios analistas?

-El resultado sorprende y no. Según la mayoría de las encuestas sería Jara, candidata de la coalición de centro izquierda y militante del Partido Comunista, la que llegaría a la segunda vuelta electoral. Lo que si llama la atención es la corta distancia que la separó de Kast, un pinochetista declarado, un hombre peligroso, diría yo. El margen entre ambos fue escaso, de poco menos de 3 puntos, lo que deja la candidatura de Jara en un lugar bastante débil de cara a la segunda vuelta.

-¿Cuáles fueron los ejes de campaña de cada sector, así como las matrices de opinión dominantes en cada caso? ¿Qué crees que terminó de decidir el voto de la ciudadanía, particularmente de los históricos abstencionistas que se vieron forzados a concurrir a las urnas con la implementación del voto obligatorio?

-Lo que ocurrió el domingo es un verdadero terremoto político y las respuestas aún no son del todo claras. Conversando en caliente, sobre la marcha, surgen muchas preguntas. Pero sin duda un primer dato a destacar es que el 70 por ciento del electorado chileno se inclinó por candidaturas de derecha. Dentro de este universo, casi el 60 por ciento lo hizo directamente por variantes pinochetistas y proto-fascistas. Éste es todo un cimbronazo para el universo liberal-progresista que encabezó la transición a la democracia y la pos dictadura y que ahora se derrumba.

PC en punto de quiebre por definición entre Jara y Jadue
Daniel Jadue, jeanette Jara y el futuro del Partido Comunista

La Democracia Cristiana es en la actualidad un partido prácticamente inexistente. El Partido Socialista se mantiene a su modo, pero el Partido Comunista se convierte en la principal fuerza política de la centro-izquierda chilena. En un caso extraordinario logra tener senadores, diputados, es decir tener una buena representación parlamentaria. Pero mientras de un lado tienes a una derecha fuerte, dura, consolidada, con liderazgos, con infinitos recursos, del otro lado encuentras una suerte de vacío; vacío de liderazgos, de ideas, de críticas y autocríticas. Es un tema complicado.

En relación a los tópicos de la campaña, es claro que la derecha con el apoyo de los medios masivos marcó la agenda en relación a los temas de seguridad y migración, principalmente. Estos dieron el marco al debate ciudadano, sobre todo el de la seguridad, relacionado a asuntos como la delincuencia, la presencia del narco; una serie de problemas que tenemos y son muy propios de nuestra región latinoamericana. La derecha hizo una campaña inteligente, muy centrada en ello. Azuzó, como lo suele hacer el fascismo, el componente racista de algunos sectores de la población. Prometió, a lo Trump, deportar a millón y medio de migrantes y ponerlos más allá de la frontera.

Del otro lado, en el oficialismo, de parte de la candidatura de centro-izquierda, yo te diría que los tópicos no fueron nada claros; y no porque yo no haya seguido atentamente el debate, sino porque hay una indeterminación tremenda en ese espacio. No sólo en Chile, sino a nivel mundial, la centro-izquierda no sabe imponer la agenda, no sabe promover temas precisos que conecten con las personas, que sintonicen con el mundo popular. De lo que se habla es de temas deslavados, que no le hincan el diente a nuestros verdaderos problemas, que son los socio-económicos. Tienen miedo al discurso confrontacional, a hablar de la contradicción de clase, y se escudan en discursos que no logran dialogar con las amplias mayorías popualres.

El fracaso de Boric, sin conectar con la realidad socioeconómica de los chilenos

Yo creo que ayer, en Chile, terminaron de morir esos discursos identitarios dogmáticos, propios de una pequeña minoría ilustrada y privilegiada de personas que promueve desde ya preocupaciones legítimas, pero que no sabe conectar con los problemas socio-económicos, con los temas valóricos que sensibilizan al mundo popular chileno. La derecha en cambio lo leyó bien, y por eso levantó, desde una perspectiva completamente opuesta a la nuestra, los temas de seguridad, migración, vivienda, las pensiones, etcétera. La izquierda chilena sigue aún en su laberinto, totalmente confundida. Creo que esa es una gran lección a extraer del domingo.

-Yendo entonces a los aciertos de ese espectro derechista tan amplio que cosechó el 70 por ciento de las preferencias electorales, debemos decir sin embargo que sus figuras –José Antonio Kast, Franco Parisi, Johannes Kaiser y Evelyn Matthei– expresan desde matices hasta francas diferencias. ¿Cómo leer por separado a cada una de estas candidaturas?

-Primero mencionar una coincidencia: Kast, Kaiser y Matthei, los tres tienen apellidos alemanes, son de ascendencia alemana, y al menos dos profesan un pensamiento fascista. En el caso de Katz, podemos trazar su genealogía hasta los nazis originales. Además, su familia está totalmente vinculada a una masacre en Paine, una pequeña localidad en la que fueron victimizados 70 campesinos allendistas durante la dictadura.

Kaiser, quien quedó cuarto con el 14% de los votos, encarna como nadie el pinochetismo duro; a ese porcentaje de la población que considera que su mayor error fue no aniquilarnos a todos, que tirarnos al mar fue lo correcto, que la dictadura de Pinochet fue totalmente positiva y necesaria, etcétera. Ese es Kaiser. En el caso de Kast, diría que expresa una mezcla de pinochetismo con elementos de populismo autoritario, con una estrategia similar a la de Vox en España: vaciar a la derecha tradicional y arrastrarla para su lado.

Matthei, Kast, Kaiser y las benzodiacepinas - La Voz De Los Que SobranLos Kast tienen una profunda raíz gremialista y se mueven bien en ese espectro. En cuanto a Matthei diría que ella es la continuidad natural de [el ex presidente Sebastián] Piñera. Intentó mostrarse como una candidata de centro-derecha y captar votos de los sectores de la Concertación que no querían votar por una candidata comunista como Jara. Pero les fue pésimo, porque los proyectos liberales, tanto los de izquierda como los de derecha, fracasaron en Chile.

Finalmente está Parisi, a quién he estudiado mucho con mis estudiantes de la facultad, dado que representa un fenómeno político-comunicacional muy interesante. Él es el típico populista de derecha, de tomo y lomo. Aunque ninguneado por muchos, hizo algo muy inteligente, que le significó quedar cerca de entrar al balotaje. Si uno analiza su comportamiento y su rendimiento en redes como TikTok, Instagram o Youtube, va a ver que el llenó el vacío que la izquierda dejó al retirarse de los temas socio-económicos y al abocarse exclusivamente a las reinvindicaciones identitarias.

Balotaje en Chile: quién es Franco Parisi, el candidato que revolvió el escenario electoral y será clave en la segunda vuelta
Franco Parisi, el candidato que revolvió el escenario electoral y será clave en la segunda vuelta

Parisi le habla al mundo popular chileno y sobre todo a un sector muy específico: el de quienes, si no son obligados, bajo ninguna circunstancia irían a votar. En Chile estamos hablando nada menos que de un 50 o 60 por ciento de los potenciales electores. De cara a la primera elección presidencial obligatoria que tuvimos Parisi concentró sus esfuerzos en este segmento captando, según algunos, hasta el 70 por ciento del voto obligado. Se trata en general de votantes jóvenes de entre 18 y 35 años, con predominio masculino –una masculinidad muy tóxica diría– y con cierto afán de lucro, donde se encarna perfectamente la subjetividad neoliberal, egoísta y consumista.

A diferencia de otras candidaturas Parisi hizo mucho menos territorio, centrando su performance sobre todo en las redes sociales. Y ahí anduvo muy bien, en esos sectores populares jóvenes que se definen como apolíticos, obteniendo dos millones y medio de votos.

-Si uno toma esta radiografía electoral del Chile contemporáneo, cuesta mucho reconocer al país que hace apenas seis años movilizó radicalmente a más de un millón de personas en un estallido social sin precedentes (que de hecho pude acompañar en sus postrimerías). La sorpresa es mayor aún si recordamos que en 2020 casi el 80 por ciento de la población votó por iniciar un proceso constituyente que sepultara por fin la carta magna legada por la dictadura de Pinochet. ¿Cómo explicar, en tan poco tiempo, un viraje tan pronunciado? ¿Cuál fue el costo de aquella frustración constitucional y qué rol tuvo en ese proceso el gobierno de Boric?

-Acaba de cerrarse el ciclo que se abrió paso en octubre de 2019 con un estallido social profundo, extenso e intenso. Que solo fue refrenado por la emergencia del COVID y que estuvo a punto de costarle la presidencia a Piñera. Se trató de una movilización social enorme, rupturista, hermosa, que hoy acaba paradójicamente con un pinochetista restaurador a las puertas de La Moneda.

Boric, la gran desilusión

Porque si hay algo que la derecha chilena propone hoy es el retorno, y no una visión de futuro. Lo que predica es la vuelta a la mano dura, al autoritarismo, al ejército en las calles, a las fronteras militarizadas, a indultar a los violadores de derechos humanos. Todo eso propone la derecha, mientras intenta fortalecer el sistema de pensiones basado en la capitalización individual. Es una propuesta restauradora, retrógrada, que asegura que nunca estuvimos tan bien como con Pinochet.

Pero la propuesta del mundo progresista, en Chile y en otros países, no es tan clara. Creo, en ese sentido, que una de las grandes falencias de Boric es que no supo transformar el país ni proponerle un proyecto alternativo. Boric venció a Kast, asumió con un buen porcentaje de votos, al frente de un mandato social de transformación. Pudo encarnar la esperanza de una izquierda que al fin llegaba al poder.

Pero no sólo no promovió transformaciones, sino que comenzó a aplicar medidas tradicionales de la derecha, como fortalecer las administradoras privadas de fondos de pensión, como militarizar la frontera y la zona mapuche del Wallmapu. Y si hablamos de su geopolítica, esta fue simplemente horrorosa. Boric estuvo a la derecha de muchos mandatarios en lo que hace a las relaciones con Venezuela o Cuba, y siempre intentó quedar bien con sus aliados liberales de América Latina.

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Boric fue una enorme desilusión y es, desde mi punto de vista, el gran responsable de cómo el estallido social de 2019 abrevó en esto. Con una postura timorata, prescindente, no propositiva y no transformadora, terminamos cayendo en esta pozo. Tuvimos todo a la mano para transformar este país, para refundar sus bases institucionales.

Pero se nos olvidaron ante todo dos cosas. En primer lugar que la burguesía tiene mucha más experiencia que nosotros, acumulada en cientos de años. Que saben defender sus intereses con uñas y dientes, sin reparos éticos ni morales de ningún tipo.

Ellos usaron todos sus recursos económicos y comunicacionales para revertir el proceso transformador que irrumpía desde las calles, y en eso se encontraron con un gran aliado: las tonterías de una izquierda obtusa que condujo un proceso constitucional tratando a temas menores como si fueron los grandes problemas de este país, mientras la derecha se dedicó a hablar de vivienda, de pensiones, de seguridad. El problema es político, y por supuesto también comunicacional.

Te hablaba antes de esos dos grandes universos electorales: el de los que van a votar, donde a la izquierda no le va mal, donde a Jara no le va mal, y que permitió de hecho que Boric ganara en 2021, dado que aquella vez el voto fue voluntario. Pero en el otro universo, el de los sectores populares y los jóvenes abstencionistas, ahí nos va pésimo, y ahí es donde llena el vacío la derecha con su propuesta restauradora.

¿Cómo ves las perspectivas de cara a la segunda vuelta del 14 de diciembre? Considerando estos dos universos de votantes que mencionabas, y teniendo en cuenta que la mayoría de los y las chilenas se decantaron por diferentes opciones conservadoras, ¿en qué estanque podrían llegar a pescar Jara y los sectores progresistas?

-Mira, creo que Jara es una muy buena candidata. Si no fuera por ella, el escenario sería hoy mucho peor, un verdadero desastre. Es una persona muy preparada, con un conocimiento profundo de la administración del Estado, de las políticas públicas, de la realidad socioeconómica de las personas. Es culta, tiene carisma y es de extracción popular. Viene de las zonas populares de Santiago, lo que le da un capital añadido a su candidatura, que le permite conectar emocionalmente con las audiencias, entrar al mundo popular, algo que Boric nunca logró o nunca se propuso. Precisamente por eso el problema de Jara es que no encuentra asidero en la continuidad gubernamental que representa.

Por eso, pese a que Jara es una excelente candidata, soy absolutamente pesimista sobre los eventuales resultados de la segunda vuelta. Creo que la derecha puede, fácilmente, llegar al 60%. Y es que sinceramente no veo por dónde. Lo importante es que Jara llegue con la mayor fuerza posible, que se consolide como lideresa, como mujer de izquierda, como opositora al gobierno fascista que se nos viene. En cuanto a Boric debemos hacer todo lo posible para que no vuelva a ser candidato en cuatro años, que es lo que quiere, porque como te dije él es el gran responsable del fracaso constitucional, porque guardó una estúpida actitud prescindente, y porque pese a asumir con un mandato transformador no impulsó las transformaciones necesarias.

Mencionaste varias veces el legado pinochetista. En lo personal veo a Chile, desde hace años, atrapado en una especie de eterna transición post-dictadura que nunca acaba de consumarse. Parecía que el estallido era el hito social llamado a sepultar el legado de la dictadura pero, como señalabas, la coyuntura actual nos encuentra a las puertas de una restauración explícita, aunque claro que bajo otras coordenadas históricas. ¿Qué queda de aquella herencia del primer experimento neoliberal del planeta, no sólo a nivel estatal e institucional, sino sobre todo en la subjetividad de los y las chilenas?

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Pedro Santander. comunicólogo

–Como te decía, aún es prematuro para responder algunas cosas, porque acabamos de vivir un terremoto, y eso que en Chile estamos acostumbrados a ellos. Venimos de sufrir dos dolorosas derrotas históricas en poco tiempo: primero la derrota constitucional, a cuyo escenario llegamos gracias a una enorme rebelión popular, pero que perdimos de manera un poco patética. Y ahora esta segunda derrota, la del domingo, que puede llevar a un pinochetista a la presidencia. Me atrevo a decir que son nuestras peores derrotas desde el golpe de Estado del año 73.

¿Qué viene ahora? Creo que va a depender mucho del liderazgo que Jara asuma. Creo que es tiempo de combatir, un tiempo para liderazgos fuertes y espíritus templados. No se puede derrotar al fascismo con pensamiento posmoderno, ni con progresismo deslavado, ni con culturalismo. La única manera de enfrentar al fascismo en Chile es reconectar con los sectores populares donde la izquierda aún tiene presencia; tanto la izquierda comunista, como la izquierda extra-parlamentaria, como algunos sectores del Partido Socialista. Hay que apostar a eso y sostener posturas firmes frente a lo que se nos viene. No podemos tener medias tintas.

Lo que se avecina es tremendo. Ellos están planteando indultar a grandes violadores de derechos humanos. En Valparaíso, por ejemplo, fue electo diputado por el partido de Kast un ex carabinero que en 2020 arrojó a un joven de 16 años desde un puente hacia el río Mapocho. Ni te digo lo que serán sus políticas sociales, económicas, los recortes. Ya Kast aseguró que quiere recortar 6 mil millones de dólares en gasto fiscal.

Espero que el progresismo posmoderno por fin sea superado y volvamos más fuertes, claro que con nuevas formas, con discursos distintos, comprendiendo la lógica de las redes y el impacto de la IA, entendiendo que la mayoría de los chilenos no quiere votar. Espero que volvamos a conectar con los sectores populares y a dar respuesta a los eternos dramas que el capitalismo nos impone en Chile: la desigualdad, el racismo, el clasismo, las condiciones de vida precarias, la problemática habitacional, las pensiones miserables. Los temas que, en fin, la izquierda nunca debió haber abandonado. Espero que con el liderazgo de Jara podamos resurgir, como tantas veces lo ha hecho la izquierda, tras las derrotas sufridas.

Nota

1.- Pedro Santander Molina es periodista, lingüista, investigador y profesor titular de la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Autor del libro La batalla comunicacional: defensa, ataque y contrataque en América Latina.