Trump lanza ofensiva diplomática para salvar su plan de paz en Gaza
Y a la vez para contener a Netanyahu
Juan Antonio Sanz
Pese a la vigencia del alto el fuego en Gaza, Israel sigue controlando militarmente la mitad de la Franja, comtinúa sus bombardeos en el enclave palestino, que ya han dejado un centenar de muertos gazatíes desde el 10 de octubre, cuando entró en vigor la tregua, y obstaculiza la llegada de la ayuda humanitaria acordada en el plan de paz patrocinado por el presidente estadounidense, Donald Trump.
Washington presiona a Benjamin Netanyahu para que cumpla su parte del acuerdo, pero el primer ministro israelí busca ya pretextos para desbaratarlo. De momento, El ejército israelí aplica el alto el fuego a su voluntad, según precise o no atacar a Hamás y bombardear a la población palestina.
Israel y Hamás, las dos partes enfrentadas, insisten en que están comprometidas con el alto el fuego incluido en el plan de paz de Trump. La realidad es un tanto diferente y es muy alto el riesgo de que colapse la actual tregua, como ocurrió con la de marzo pasado, cuando fue el propio Netanyahu quien ordenó reanudar la ofensiva israelí haciendo caso a las posturas más extremistas en su Gobierno y acelerando sus demandas de limpieza étnica y exterminio de la población palestina de Gaza.
Witkoff y el yerno de Trump negocian en Israel
Esos compromisos de palabra con la tregua de palestinos e israelíes son aceptados, de momento, por la Casa Blanca, pero Trump no acaba de fiarse, por lo que ha movilizado a su diplomacia pesada para impedir que descarrilen la endeble paz y el plan de 20 puntos y varias fases que la respalda y está plagado de incertidumbres.
Así, esta semana se espera en Tel Aviv al vicepresidente de EEUU, J. D. Vance, y ya se encuentran en Israel el enviado especial estadounidense para Oriente Medio, Steve Witkoff, y el yerno de Trump, Jared Kushner, una figura clave para el eventual proceso de reconstrucción de Gaza, dados sus poderosos contactos e intereses inmobiliarios, su papel de bróker ejercido en la región y su influencia sobre su suegro.

Pero para esa reconstrucción de Gaza aún queda mucho y todo el proceso de pacificación podría desplomarse en cualquier momento. Israel ya ha reconocido sin ambages que está respondiendo a sangre y fuego los enfrentamientos con Hamás en Rafah, que causaron la muerte de dos soldados hebreos. «Hamás sintió inmediatamente nuestro poder; atacamos Gaza con 153 toneladas de bombas», afirmó este lunes Netanyahu ante el Parlamento israelí. No mencionó, claro está, la matanza de civiles que produjo este domingo tal ataque, al menos 45 palestinos despedazados por las bombas.
La línea amarilla israelí garantiza la expansión en territorio palestino
Muchos de estos ataques israelíes se han producido cuando civiles traspasaron las lindes que los militares han impuesto y que aquellos desconocen. No ha habido una delimitación oficial de esas áreas de separación y cada vez parece más claro que Israel va a mantener bajo su control un espacio mucho mayor del acordado en el plan de paz de Trump, como dio a entender este lunes el ministro de Defensa israelí, Israel Katz.
El responsable de Defensa advirtió a los milicianos de Hamás (muchos de ellos atrincherados en el lado este de la llamada línea amarilla que Israel no quiere que traspase ningún palestino) que evacúen de inmediato sus posiciones o serán machacados. Es decir, Katz estaba reconociendo que seguirán las operaciones militares sí o sí, y que Israel mantendrá bajo su control más de la mitad de la Franja de Gaza, en concreto, el 53% del territorio.
«Cualquiera que permanezca en la zona será atacado sin previo aviso, a fin de que las tropas israelíes operen libres e inmediatamente contra cualquier amenaza», afirmó Katz.
A pesar de los bloques de cemento que están colocando los soldados israelíes para marcar las zonas bajo control de Tel Aviv, los gazatíes están confundidos y por eso cruzan demarcaciones que no existen físicamente y son víctimas de los disparos de las tropas israelíes o de sus drones si esa área es considerada por ellas como vital para sus fuerzas armadas.
Pese a la vigencia del alto el fuego en Gaza, Israel sigue controlando militarmente la mitad de la Franja, continúa sus bombardeos en el enclave palestino, que ya han dejado un centenar de muertos gazatíes desde el 10 de octubre, cuando entró en vigor la tregua, y obstaculiza la llegada de la ayuda humanitaria acordada en el plan de paz patrocinado por el presidente estadounidense, Donald Trump. Washington presiona a Benjamin Netanyahu para que cumpla su parte del acuerdo, pero el primer ministro israelí busca ya pretextos para desbaratarlo. De momento,

El ejército israelí aplica el alto el fuego a su voluntad, según precise o no atacar a Hamás y bombardear a la población palestina.
Israel y Hamás, las dos partes enfrentadas, insisten en que están comprometidas con el alto el fuego incluido en el plan de paz de Trump. La realidad es un tanto diferente y es muy alto el riesgo de que colapse la actual tregua, como ocurrió con la de marzo pasado, cuando fue el propio Netanyahu quien ordenó reanudar la ofensiva israelí haciendo caso a las posturas más extremistas en su Gobierno y acelerando sus demandas de limpieza étnica y exterminio de la población palestina de Gaza.
Pero para esa reconstrucción de Gaza aún queda mucho y todo el proceso de pacificación podría desplomarse en cualquier momento. Israel ya ha reconocido sin ambages que está respondiendo a sangre y fuego los enfrentamientos con Hamás en Rafah, que causaron la muerte de dos soldados hebreos.»Hamás sintió inmediatamente nuestro poder; atacamos Gaza con 153 toneladas de bombas», afirmó este lunes Netanyahu ante el Parlamento israelí. No mencionó, claro está, la matanza de civiles que produjo este domingo tal ataque, al menos 45 palestinos despedazados por las bombas.

Hamás ha querido justificar esos combates en los que murieron los dos soldados acusando al Ejército israelí de inmiscuirse en su lucha contra otras milicias rivales en el proceso de asegurar la preeminencia en la Franja. Hamás también ha denunciado a Israel por seguir controlando zonas que deberían haber sido ya abandonadas por sus fuerzas. Las represalias israelíes, en todo caso, siguen cebándose en la población gazatí, a la que se impide a balazos moverse a determinados lugares controlados por Israel.
Según el Gobierno de Hamás en Gaza, al menos 97 palestinos murieron y 230 resultaron heridos por ataques israelíes en esos diez días de alto el fuego, un mal augurio de lo que puede pasar. Además, acusó a Israel de romper la tregua en 80 ocasiones y de continuar las detenciones arbitrarias de gazatíes en las zonas contraladas por sus soldados.
El riesgo de que colapse el plan de Trump
Este lunes, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Ben Gvir, hizo un llamamiento para retornar a la ofensiva bélica sobre toda Gaza y «redoblar la lucha» para aniquilar a Hamás. Gvir abogó por «conquistar, aplastar y vencer» al grupo palestino, caiga quien caiga como víctima colateral.
Trump conoce bien el carácter de Netanyahu y su obcecada negativa a obedecer órdenes de nadie, ni siquiera de Estados Unidos, salvo que tenga mucho que perder. La liberación de los rehenes que mantenía vivos Hamás ha quitado toda razón de ser ante la opinión pública israelí a la ofensiva armada y, aunque en el fondo Netanyahu y los extremistas judíos apuesten por la anexión de los territorios palestinos, la continuación de la limpieza étnica y el genocidio podría desatar una crisis interna considerable. También en los propios EEUU, donde cada vez un mayor número de gente, incluso en el Congreso, rechaza los crímenes de guerra israelíes.
Witkoff y Kushner se reúnen en Israel no solo con el propio Netanyahu y el presidente israelí, Isaac Herzog. También con los mediadores de Egipto y Catar que han facilitado durante estos dos años de crisis los contactos con Hamás. Está previsto que se comience a estudiar la implementación de las próximas fases del acuerdo, que incluyen la creación de un Gobierno Transitorio Temporal monitorizado por la Casa Blanca, así como la reconstrucción de la Franja, el desarme de Hamás y la creación de una fuerza de estabilización en Gaza, en la que podrían tener un importante papel esos países árabes y otros estados de la región.
Israel incumple las partes del plan de paz que le convienen
También es preciso examinar la asistencia humanitaria, punto del plan de paz de Trump que Israel está incumpliendo de manera flagrante, aduciendo que Hamás no ha entregado todos los cadáveres de israelíes que obraban en su poder.
Según el acuerdo de paz, la ayuda humanitaria que ha de llegar a la Franja de Gaza debería seguir lo acordado el 19 de enero de 2025, cuando se puso en marcha el primer alto el fuego que Netanyahu suspendió dos meses después. Además, debería haber comenzado el desescombro y rehabilitación de las infraestructuras básicas de agua, electricidad y alcantarillado, así como la recuperación de los hospitales y servicios de alimentación indispensables, como las panaderías. En Gaza también tendrían que estar ya operando los expertos de la ONU y la Media Luna Roja, entre otros, sin interferencia ni de israelíes ni de Hamás.
Una de las dificultades que se están planteando en estos momentos viene derivada de esos enfrentamientos armados entre Hamás y otros grupos palestinos, que, tras la derrota de aquel, tratan de arrebatar a aquel el control paramilitar de Gaza.
Estas luchas intestinas entre facciones palestinas, así como la supervivencia de Hamás por el momento, benefician en primer lugar a Netanyahu, quien dispone así de la mejor excusa para denunciar cuando quiera el pacto de paz o incluso recabar el apoyo militar de EEUU para aplastar de una vez a Hamás y sus acólitos. Lo ha recordado Trump con claridad: si Hamás no se desarma, «nosotros lo haremos por él».