Asesinan en Utah a activista conservador, cercano a Trump
Mirko C. Trudeau
El presidente Donald Trump calificó el asesinato como “un momento oscuro” para Estados Unidos, y dijo que el activista fue “un mártir de la verdad y la libertad”, cuya misión fue “atraer a los jóvenes al proceso político”, y de nuevo atacó a la “izquierda radical” al sugerir que su retórica contribuyó al crimen.

Kirk, quien consagró los últimos 10 años a evangelizar en el conservadurismo a través de una red presente en 850 centros de educación superior, era considerado por el presidente Donald Trump la persona que más influyó en su espectacular desempeño electoral entre los varones jóvenes en 2023.
El activista prestó su apoyo públicamente a Donald Trump en varios de sus mítines de campaña del año pasado y estuvo presente en la ceremonia de investidura del presidente.
En el momento de ser asesinado, defendía el culto a las armas de fuego existente en su país y propagaba su discurso de odio contra las personas trans al asegurar que dicha comunidad es responsable de “demasiados” de los tiroteos masivos que ocurren día sí y día también en Estados Unidos. Como en casi todas sus afirmaciones, se dkistanciaba de la verdad, ya que apenas cinco personas trans han sido perpetradoras en tiroteos masivos en una década, mientras sólo en 2024 se registraron 503 de estos eventos.
En varios vídeos difundidos en redes sociales se observa a Kirk recibir un disparo que le alcanza en el cuello mientras hablaba, sentado bajo una carpa. Él respondía una pregunta cuando se escuchó un solo disparo. Videos captados por asistentes muestran a la multitud gritando mientras el comentarista se encoge en su asiento y se lleva la mano al cuello. El suceso ocurrió frente a unas 2.000 personas.

No se puede hablar de un hecho aslado. El atentado se inscribe en una estela de violencia política, y aunque el ataque contra el entonces candidato Donald Trump sea el episodio más recordado, en tiempos recientes también han ocurrido el allanamiento e intento de asesinato contra el esposo de la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, el incendio de la residencia del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el homicidio de la diputada local de Minnesota Melissa Hortman.
La ex congresista demócrata Gabrielle Giffords, víctima en 2011 de un disparo a la cabeza que puso fin a su carrera, exhortó a “nunca permitir que Estados Unidos se convierta en un país que afronta con la violencia los desacuerdos” inherentes a las sociedades democráticas.
“El gran, e incluso legendario, Charlie Kirk, está muerto”, escribió Trump en Truth Social. “Nadie comprendía ni tenía el corazón de la juventud en Estados Unidos mejor que Charlie. Era querido y admirado por todos, especialmente por mí, y ahora ya no está con nosotros. Melania y yo expresamos nuestro más sentido pésame a su hermosa esposa Erika y a su familia. ¡Charlie, te queremos mucho!”, publicó el presidente, quien ordenó que las banderas estadounidenses ondeen a media asta hasta el 14 de septiembre.
El historiador paquistaní Tariq Ali recordó en X que Kirk, de 31 años, “fue un emblema de la extrema derecha conservadora, apoyó todas las causas reaccionarias y defendió con especial firmeza las leyes de las armas. Hoy un disparo le reventó el cuello”.

El gobernador de Utah, el republicano Spencer Cox, describió el acto como un “asesinato político”. Demócratas como el ex presidente Barack Obama, el gobernador de California, Gavin Newson, y la exvicepresidenta Kamala Harris, entre otros, así como el senador independiente Bernie Sanders, condenaron el atentado. En el exterior, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se sumó a las condenas.
Tras una confusión inicial sobre la detención de un sospechoso que fue dejado libre, el director de la Oficina Federal de Investigaciones, Kash Patel, señaló más tarde en X que había una persona bajo custodia policial, aunque también fue soltado. Según el comisionado del Departamento de Seguridad Pública de Utah, Beau Mason, el arma fue accionada desde “el techo de un edificio a unos 180 metros de distancia”, publicó ABC News.
Un país violento

Tras haber perpetrado el que posiblemente es el mayor genocidio de la historia en sus propias fronteras, los estadounidenses se lanzaron a sembrar muerte en el resto del mundo: más de tres millones de vietnamitas masacrados para impedirles elegir su propia forma de gobierno, cientos de miles de indígenas guatemaltecos asesinados para entregar sus tierras a la United Fruit Company, más de un millón de iraquíes y al menos un cuarto de millón de afganos aniquilados por petróleo y ambiciones geopolíticas, cientos de miles de palestinos masacrados y millones exilados por la alianza con el sionismo.
Añádanse las decenas de naciones invadidas o sometidas a regímenes sanguinarios auspiciados por Washington, así como el título de único país que ha empleado la bomba atómica.
*Politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)