Con la excusa del «narcoterrorismo», EEUU amenaza con invadir Venezuela

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Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican)

El gobierno de Donald Trump envió el crucero de misiles guiados USS Lake Erie y el submarino de ataque rápido de propulsión nuclear USS Newport News al “sur del Caribe”, es decir, a las costas venezolanas. Washington ya cuenta con por lo menos ocho buques de guerra desplegados en la zona, como parte de lo que el mandatario denomina
ofensiva contra el narcoterrorismo pero que en  realidad es un intento más de apoderarse del petróleo venezolano.

Resulta inverosímil que el combate al trasiego de  estupefacientes se lleve a cabo con cruceros, destructores, plataformas de desembarco y submarinos nucleares, naves cuyo poder de fuego no sólo es absolutamente desproporcionado para la supuesta misión, sino que además tienen dimensiones que los vuelven inútiles y hasta
contraproducentes en esa clase de operaciones recuerda La Jornada de México.

Una posible invasión estadounidense es un tema que empezó a surgir en las calles de Venezuela, entre bromas, preocupación, y algún que otro opositor esperanzado y hasta eufórico. Pero los analistas ven lejano el escenario de una operación directa contra Venezuela. Quizá sea apenas un intento por crear ansiedad en esferas del gobierno y obligar al presidente Nicolás Maduro a negociar algo.

Si a lo anterior se suman los antecedentes de la clasificación por parte de Washington de los cárteles como organizaciones terroristas y la fábula del presidente venezolano Nicolás Maduro, como líder de uno de ellos, queda en evidencia que la flota estadounidense persigue el derrocamiento del gobierno bolivariano, ya sea mediante la traición de los mandos militares –con que la ultraderecha venezolana fantasea desde 2002– o la intervención
directa de las fuerzas armadas de la superpotencia.

Una nueva invasión en lo que considera su patio trasero

Basta repasar la naturaleza y capacidades de las embarcaciones para develar las verdaderas intenciones de semejante alarde belicista: el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson son destructores de la clase Arleigh Burque, fabricados para lanzar ataques terrestres, guerra antiaérea, guerra antisubmarina, guerra
antisuperficie e incluso armamento antisatélite, así como misiles antibalísticos (misiles que derriban otros misiles).

En tanto, el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale, con una tripulación de 4 mil 500 elementos, son buques de asalto anfibio, cuya función es transportar tropas con todo el material necesario para emprender una invasión en cualquier tipo de costa. El USS Newport News, que también dispone de armamento anti superficie, fue utilizado en la invasión y colonización de Irak y Afganistán a principios de siglo.

En este contexto, es deplorable que los émulos regionales de Trump sigan el juego de equiparar el negocio delictivo del narcotráfico con el del terrorismo, cuyos móviles son políticos e ideológicos, y que apliquen la etiqueta de narcoterrorista a organizaciones cuya existenciales más que dudosa, señala el diario La Jornada.

Con independencia de filiaciones ideológicas y partidistas, todos los gobernantes latinoamericanos deberían entender que la agresión imperialista contra Caracas erosiona la soberanía de todos los demás países del hemisferio y que rechazar el intervencionismo es un asunto de seguridad nacional, dignidad, patriotismo bien entendido y, en
última instancia, de supervivencia.

La administración de Trump sostiene que ejecutará operaciones contra el narcotráfico internacional, sin mencionar en ningún momento la posibilidad de invadir Venezuela. Pero la movilización de tres destructores lanzamisiles y 4 mil marines, a los que se les suman otros dos buques, coincide con el aumento de la recompensa a 50 millones de dólares por la captura de Maduro y la declaratoria como organización terrorista del llamado “Cartel de los
Soles” una desconocida narcobanda que según Trump encabeza el presidente venezolano.EEUU envía un submarino nuclear para "garantizar la seguridad" en ...

La representación de Venezuela ante la ONU reclamó el cese del despliegue militar estadounidense, que incluye el arribo de un submarino nuclear de ataque rápido y un crucero lanzamisiles a aguas cercanas a Venezuela y denunció la acción como una “escalada de amenazas” y exigió garantías claras de Washington de que no usará armas nucleares en la región.

El gobierno venezolano considera que la operación pone en peligro la paz y contradice los tratados internacionales, especialmente el Tratado de Tlatelolco que prohíbe armas nucleares en América Latina. La misión venezolana también exhortó a otros países de la ONU a defender el carácter «desnuclearizado» y de «zona de paz» de la región.

El patio trasero

No hay información clara de adonde o cuándo llegará la flota estadounidense al Caribe sur.  Trump impulsó en su primer gobierno (2017-2021) una política de máxima presión contra Maduro, con una batería de sanciones que incluyó un embargo petrolero aún vigente. En su segundo gobierno, sin embargo, inició contactos tempranos con el
chavismo para coordinar la deportación de venezolanos sin documentos en Estados Unidos.

Ciudadanos venezolanos deportados de Estados Unidos descienden de un avión a su llegada al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar

De hecho, los aviones con deportados no pararon de llegar a Venezuela a propósito de la tensión. Lo mismo ocurre con el petróleo. Después de ordenar la suspensión de operaciones del gigante Chevron, Trump autorizó la renovación de un permiso especial que evade el embargo. «Todos los días pendiente de un barco y la verdad es que los barcos que están saliendo son los de petróleo, algunos de ellos salieron de Chevron para los Estados Unidos», apuntó la vicepresidenta y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez.

En el pivote del relato de la Casa Blanca está el Cartel de los Soles. El inasible ( ¿o imaginario?)cartel de la droga capitaneado por generales venezolanos, que tienen soles en sus charreteras. Se trata de una construcción
mediática que comenzó en 2014, y que aparece y desaparece de los titulares según la conveniencia del
momento.

EEUU blandió la “amenaza” del Cartel de los Soles en 2020, cuando naufragaba el experimento del «presidente» Juan Guaidó, promovido por los halcones de Washington en la primera administración Trump para acabar con el
gobierno de Maduro. Fracaso de por medio, la narrativa casi desapareció hasta ahora, cuando la retomó el furibundo antilatinoamericanista Marco Rubio en el Departamento de Estado.

Para preparar el terreno al ¿eventual? despliegue de marines en el Caribe Sur, Estados Unidos duplicó la recompensa sobre Maduro y blindó el discurso contra Caracas. Esto mientras, paradójicamente, se restablecían las operaciones de la petrolera estadounidense Chevron en Venezuela. Así, en esta semana que pasó, los únicos buques “gringos” en aguas venezolanas fueron los tanqueros de Chevron.

La reacción regional

A diferencia de la embestida anterior, en 2020, ahora la amenaza estadounidense encendió luces rojas en
varios tableros en el subcontinente. Además de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestramérica (ALBA) en cumbre presidencial remota, la movida de la Casa Blanca sumó cuestionamientos en Colombia, México y Brasil.

El más enfático fue el principal vecino de Venezuela, Colombia. Gustavo Petro, presidente colombiano, dijo: «Los gringos están en la olla (al horno) si piensan que invadiendo Venezuela resuelven su problema». Advirtió que una
intervención convertiría a Venezuela en una nueva Siria. Y que arrastrarían a Colombia a lo mismo.

Venezuela y Brasil abogan por el fin «inmediato» de las «agresiones» de Estados Unidos contra América latina y el Caribe, dijo el canciller venezolano, Yván Gil, tras una llamada telefónica con su par brasileño, Mauro Vieira. Gil aseguró que se trata de una «amenaza nunca antes vista» en la región y de una «abierta violación de la zona de paz proclamada por la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en 2014 y del Tratado de Tlatelolco de 1967»

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reiteró el martes la postura histórica de su país contra toda forma de intervención extranjera en Venezuela. Durante su conferencia habitual  matutina, la mandataria subrayó: «Nosotros nunca vamos a estar a favor de la intervención de un gobierno extranjero en un país soberano. Y repito, ni siquiera es solo por convicción propia, sino que esa debe ser la posición de cualquier presidente de México, porque está en la Constitución».

Amenaza nuclear

«;Venezuela ha sido amenazada con un submarino nuclear, se ha violado el Tratado de Tlatelolco que prohíbe la movilización, la utilización y la fabricación de armas nucleares en todo el territorio de América Latina y el Caribe»: En declaraciones  transmitidas por el canal estatal Venezolana de Televisión, Nicolás Maduro  aseguró que «nunca se había amenazado a ningún país» de la región «con un submarino nuclear».

«No le bajamos la mirada a nadie, ni hoy ni nunca, no le bajamos la cara a nadie, no nos creemos más que nadie porque no somos supremacistas, pero no aceptamos el supremacismo de nadie», expresó Maduro, quien, en ese sentido, agregó que a Venezuela «no la va a parar nadie». El gobierno anunció que habrá «más de mil puntos» de
alistamiento de milicianos el viernes y sábado próximos, con el fin de incrementar el registro de  voluntarios convocado por el gobierno.

El informe de la ONU

01PinoArlachisociologoFotoIntervjuOrgPino Arlacci, quien fuera Vicesecretario general de Naciones Unidas y Director ejecutivo de la UNODC, el programa antidrogas y anticrimen de la ONU, señala que se trata de la gran farsa contra Venezuela: la geopolítica del petróleo disfrazada de lucha antidrogas, y deja en claro que el informe 2025 del organismo «es cristalino, y debería avergonzar a quienes han construido la retórica de la demonización de Venezuela».

El informe solo menciona mínimamente a Venezuela, afirmando que «una fracción marginal de la producción de droga colombiana pasa por el país hacia Estados Unidos y Europa. Venezuela, según la ONU, ha consolidado su posición como territorio libre de cultivos de hoja de coca, marihuana y similares, así como de la presencia de cárteles criminales internacionales».

Añade que el documento no hace sino confirmar los 30 reportes anuales anteriores, que no mencionan el narcotráfico venezolano porque simplemente no existe. Solo el 5% de la droga colombiana transita por Venezuela. Para poner esto en perspectiva: en 2018, mientras 210 toneladas de cocaína cruzaban Venezuela, 2.370 toneladas, diez veces más, se producían o comerciaban desde Colombia, y 1.400 toneladas desde Guatemala, un corredor de droga siete veces más importante que el temido «narcoestado» bolivariano.

Pero nadie lo menciona porque Guatemala históricamente carece de petróleo, la única droga no natural que interesa a Trump.

*Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)