Bezos contra el clima

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Silvia Ribeiro

Mientras la crisis climática empeora, los mayores contaminadores globales aumentan las emisiones de gases que la provocan y al mismo tiempo, se justifican y lucran con falsas “soluciones” para el clima, como mercados de carbono y tecnologías de geoingeniería. Un caso típico es el de las megaempresas tecnológicas. Es el sector industrial que más ha aumentado el porcentaje de emisiones, principalmente por el auge de la inteligencia articial (IA) que devora energía, agua y otros recursos y producen basura tóxica.

 

Según la Agencia Internacional de Energía, de 2017 a 2024, la demanda de energía de los centros de datos –base de la IA– aumentó 12 por ciento anual, cuatro veces más rápido que la tasa de consumo eléctrico total global. El organismo prevé que se triplicará para 2030. Estados Unidos, el país con más centros de datos, consumirá al fin de la década más electricidad en esas instalaciones que para la producción de aluminio, acero, cemento, productos químicos y todos los demás bienes de alto consumo energético en conjunto (https://tinyurl.com/yhwejydj)bannière

Amazon es una de las cinco empresas más grandes del mundo. Jeff Bezos, su fundador y presidente ejecutivo, creó en 2020 el Bezos Earth Fund (Fondo Bezos para la Tierra), que irrumpió en escena con grandes donaciones a proyectos sobre cambio climático, conservación y biodiversidad. Ha sido denunciado repetidamente por el impacto negativo que tiene en la privatización de la naturaleza y la biodiversidad (https://tinyurl.com/yckbnckj).

Grain publica ahora un informe sobre las actividades del Fondo Bezos en temas climáticos, y como éstas están entrelazadas y sirven para beneficiar a la empresa (https://grain.org/e/7305).

De acuerdo a los cálculos de la propia empresa, las emisiones de gases de invernadero de Amazon han aumentado 53.6 por ciento entre 2018 y 2024. Por su gran demanda de energía, Amazon fue pionera en usar el concepto de “neutralidad climática” o “emisiones cero netas”. No se trata de reducir emisiones, sino “compensarlas” para que la suma sea cero. Así, las empresas pueden seguir contaminando si en alguna otra parte alguien captura y almacena una cantidad equivalente de carbono. Para ellos se hacen plantaciones de monocultivos de árboles y algas, apropiación de bosques y otras áreas naturales, suelos agrícolas, praderas, humedales, manipulación del mar, etcétera.

Se calcula que una tonelada de dióxido de carbono captado y retenido (“secuestrado”) es equivalente a un crédito de carbono. Una vez convertidos a bonos de carbono, son instrumentos financieros que se pueden revender y obtener mucho más del costo inicial.

Resumiendo: las empresas siguen sus actividades contaminantes y hacen un negocio extra acumulando y revendiendo bonos de carbono. También las plantaciones y proyectos les reportan ganancias extras.

Nada de esto sirve para detener la crisis climática, al contrario, justifica el aumento de las emisiones. Adicionalmente, muchos proyectos violan derechos de las comunidades indígenas y campesinas, incluso las han desplazado y violentado para apropiarse de sus territorios para capturar y vender carbono.

Por ejemplo, en 2024 Amazon se unió a Walmart, Bayer y otras corporaciones para comprar créditos de carbono de bosques en el estado de Pará, en Brasil, por 180 millones de dólares. En 2025 las autoridades de Brasil pararon el proyecto, porque no habían consultado ni obtenido permiso de las comunidades que habitan esos bosques (https://grain.org/e/7305).

Para certificar, comercializar y verificar que los proyectos absorban carbono, hay grandes empresas intermediarias que se dedican a ello, que crearon estándares internacionales. En los últimos tres años, se ha sucedido un escándalo tras otro que muestran que esas empresas –por ejemplo Verra– generan “créditos fantasma”, que en realidad no existen. Se basan, entre otros mecanismos, en falsear la “mala” situación de partida de los bosques y exagerar su supuesta mejoría (https://tinyurl.com/4rkebx3s).

El reporte de Grain muestra como Amazon ha ido más allá: estableció su propio estándar de certificación de créditos de carbono (Abacus) y lanzó una plataforma de comercialización de créditos de carbono donde los proveedores de la empresa pueden comprar créditos de carbono certificados con ese estándar.

El Fondo Bezos para la Tierra ha tenido un papel complementario al financiar el desarrollo del estándar, también muchas de las ONG financiadas por el Fondo están como asesoras en organismos de los mercados de carbono.

Uno de los mayores proyectos del Fondo Bezos es el Land & Carbon Lab (Laboratorio de Suelos y Carbono) que fue creado con World Resources Institute y Meta (dueña de Facebook) para mapear y monitorear “tan exhaustivamente como sea posible todas las fuentes y depósitos de gases de invernadero en los suelos” mediante satélites e inteligencia artificial, lo cual les sirve para definir nuevos proyectos forestales y agrícolas y luego verificarlos ellos mismos.

De esta forma, Amazon ha creado o está estrechamente vinculada a la definición de estándares y a las certificadoras y verificadoras. Ese tipo de relación entre contaminadores y verificadores de mercados de carbono es un claro conflicto de intereses, como lo señala un reciente artículo de la revista científica Science (https://tinyurl.com/3rr6z692).

Investigadora del grupo ETC