Mientras  Volodomir Zelensky y sus aliados europeos de la “coalición de los dispuestos” observarán a distancia, EU y Rusia discutirán en Anchorage la eventual reconfiguración territorial de Ucrania y negocios bilaterales en materia de petróleo, tierras raras y un corredor geoeconómico en el estrecho de Bering.

Desdecuando el presidente Donald Trump anunció la histórica cumbre con su homólogo ruso Vladimir Putin, a realizarse mañana 15 de agosto, presumiblemente, en la base militar Elmendorf-Richardson ubicada en la ciudad de Anchorage, en el estado estadunidense de Alaska, las especulaciones sobre los objetivos del encuentro no han cesado.

Si bien las versiones predominantes aluden a la posibilidad de un acuerdo para poner fin al conflicto en Ucrania, que contemplaría la pérdida de territorios del país euroasiático a manos de la Federación Rusa, otras indican que lo sustancial de la reunión giraría sobre cinco tópicos: petróleo, tierras raras, la limitación nuclear de ambas superpotencias, el corredor geoeconómico de Rusia y Estados Unidos en el estrecho de Bering –quizás sumando a China para asentar el nuevo orden mundial tripolar (G-3)– y el reparto del Ártico.Home | Daily Mail Online

El martes 12, mientras se difundían despachos de prensa sobre la posibilidad de que, con apoyo británico, antes de la cumbre el Ejército ucraniano organizara una operación de bandera falsa con drones y misiles contra un barrio densamente poblado o un hospital en la ciudad de Chugúyev, en la región de Járkov –que le permita ganar fuerza de negociación frente a Trump, quien ve en Zelenski el principal obstáculo para alcanzar una negociación medianamente exitosa con Rusia–, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, pareció moderar las expectativas de un rápido acuerdo de alto al fuego, al señalar que para el jefe de la Casa Blanca será un “ejercicio de escucha”, para que “obtenga una comprensión más firme y mejor de cómo podemos, con suerte, llevar este conflicto a su fin”.

Un representante de la administración Trump declaró a Politico que el objetivo del magnate neoyorkino se centra en evaluar a Putin, averiguar si el mandatario ruso tiene serias intenciones y trabajar para lograr, después, una reunión trilateral con el líder del régimen de Kiev, Vladímir Zelenski. Otro funcionario señaló al medio que se trata de “confiar en los instintos de Trump”.

El informante expresó que el presidente ruso “ofreció un plan”, y agregó: “Puede que no sea un plan viable, pero había algo sobre el papel, lo que demuestra un avance (…) así que irá a escucharlo”. Después de hablar, “Trump podrá evaluar cuán serio es Putin respecto a la paz”, informó otro funcionario estadunidense y añadió que la reunión es “el comienzo de una nueva fase”.

No obstante, este miércoles, tras una reunión por videollamada con líderes de la Unión Europea y Zelenski, fiel a su contradictorio estilo personal de negociar, Trump prometió que Rusia enfrentará “consecuencias muy graves” si Putin no acepta detener el conflicto después de la reunión en Alaska.

Por su parte, tras del encuentro de Putin con Steve Witkoff la semana anterior, el Kremlin habrá evaluado la verdadera posición de Estados Unidos, en particular sus limitaciones y restricciones, en contraste con las declaraciones grandilocuentes procedentes de Washington ante la expiración del “plazo para la resolución” del conflicto ucraniano y la introducción de nuevas sanciones contra Rusia.

Moscú apoya una cuarta ronda de conversaciones en Estambul, y Putin y sus asesores habrán entendido que el frenesí mediático y el revuelo causado por los submarinos armados con misiles que Trump ordenó acercarse a Rusia, son elementos típicos de sus tácticas de presión antes de las negociaciones. Como observó el ex embajador británico y experto geopolítico, Alastair Crooke, la realidad que se esconde tras este frenesí es que Trump tiene pocas cartas con las que intensificar la presión sobre Rusia (las reservas de armas se han agotado) y el recurso a misiles de mayor alcance provocaría entre los MAGA el clamor de que el líder republicano está llevando a Estados Unidos a la tercera guerra mundial.

Hipótesis sobre el nuevo mapa después de la cumbre

En la coyuntura, Putin parece llegar más fortalecido que Trump a la cita. En un momento en que parecía que la retórica del jefe de la Oficina Oval contra Rusia se volvía más agresiva, con ultimátums de “10 o 12 días” y amenazas de más sanciones, incluido su embargo petrolero contra los clientes de Moscú, a lo que a sugerencia del general Keith Kellogg se sumó el envío de dos submarinos nucleares de la clase Ohio “frente a las costas” de Rusia, la reciente visita del enviado de la Casa Blanca al Kremlin, Steve Witkoff, marcó un cambio radical en la actitud de Washington, posibilitando la esperada reunión entre ambos mandatarios.

Como han señalado diversos analistas de información, en los meses anteriores la presión de Trump para un acuerdo de paz parecía un capricho personal, y el llamado ‘Partido de la Guerra’ y los globalistas a ambos lados del Atlántico aún tenían cartas que jugar: el paquete de sanciones del senador republicano de ultraderecha, Lindsey Graham, connotado rusófobo; nuevos envíos de armas estadunidenses a Ucrania, y las iniciativas de la “coalición de los dispuestos”, impulsada por el  presidente francés Emmanuel Macron, el primer ministro británico Keir Starmer y el canciller alemán, Friedrich Merz, para desplegar tropas europeas en Ucrania.

Además de que la situación desfavorable en el frente de batalla para el régimen de Zelenski significa que Trump –atrapado por el caso Epstein y las presiones de un sector de la sociedad estadunidense por su complicidad por elNetanyahu y Zelenski celebraron la aprobación en EEUU de los ... genocidio del régimen de Benjamín Netanyau en Gaza, lo que ha repercutido en su base MAGA, que exhibe signos de desintegración– necesita ahora conversaciones con Putin, no porque personalmente desee la paz, sino porque las realidades en la línea del frente de guerra lo empujan a ello.

Como ha repetido el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, Rusia ya “ha ganado” el conflicto y ahora “es el turno de Occidente para reconocerlo”. Desde el punto de vista de Trump, cuanto antes pueda cerrar algún tipo de acuerdo con Moscú, mejor. Y esa urgencia es otra ventaja para Putin, quien, en caso de no alcanzar un acuerdo, no pierde nada. El Ejército ruso puede profundizar su guerra de desgaste y seguir avanzando hasta que se rompa el frente ucraniano, o hasta la próxima iniciativa de paz con Washington.

Desde que resultó electo como presidente de EU en noviembre de 2024, Trump y su enviado especial para el caso ucraniano, el general Keith Kellogg, sugirieron que un futuro acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia implicará un intercambio de territorio entre ambas naciones. Eso lo han repetido ambos en múltiples oportunidades en los últimos ocho meses, incluidos sendos pronunciamientos del secretario de Estado, Marco Rubio y del otro negociador especial de Trump, Steve Witkoff.

Incluso, el citado senador Lindsey Graham, representante de Carolina del Sur, declaró en una entrevista con el programa ‘Meet the Press’ emitido el pasado domingo en NBC News, que Ucrania no podrá “expulsar a todos los rusos”, por lo que cree que un hipotético acuerdo de paz contemplará modificaciones territoriales que el régimen de Kiev tendrá que aceptar durante la cumbre entre Trump y Putin. Dijo: “Para ser sincero, Ucrania no expulsará a todos los rusos, y Rusia no tomará Kiev. Así que habrá algunos intercambios de territorios al final”.

Guerra da Ucrânia: 9 mapas que explicam o conflito - BBC News BrasilEn principio, la posición rusa sigue siendo la establecida por el presidente Putin el 14 de junio de 2024. La propuesta de Moscú contempla que Kiev retire completamente sus tropas de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y de las provincias de Zaporozhie y Jersón (incorporadas a Rusia después de consultas populares en 2022) y reconozca esos territorios, así como Crimea y Sebastopol, como sujetos de la Federación Rusa. Además, debe garantizarse la neutralidad, la no alineación, así como la desnuclearización, desmilitarización y desnazificación de Ucrania, objetivos iniciales de la operación militar especial.

Sin embargo, para el Kremlin no se trata solamente de encontrar una solución pacífica, sino también de concertar un compromiso firme y vinculante, y firmar documentos reconocidos internacionalmente. Aquí surge el problema de la ilegitimidad de los dirigentes del régimen de Kiev. El mandato de Zelenski expiró en mayo del año pasado, por lo que los representantes del Poder Ejecutivo, que son nombrados por él, también son ilegítimos. Además, Putin ha insistido en la necesidad de abordar las “causas profundas” del conflicto y que a la hora de buscar soluciones es necesario basarse en las “realidades sobre el terreno”.

Es un dato real que la cumbre se da en un contexto de ampliación de la zona de control militar ruso en la línea de contacto. Por su parte, Zelensky, apoyado por la desdibujada “coalición de los dispuestos”, asegura que nunca reconocerá la soberanía de Rusia en las regiones ‘conquistadas’ por Moscú y especula con la integración de su país en la Alianza Atlántica.

En ese contexto, en el campo mediático se manejan diversas hipótesis. Según la web estadunidense Axios, tras la reunión de Witkoff con Putin, el 6 de julio, el enviado estadunidense habría indicado a Trump, Zelenski y varios líderes europeos que el Kremlin estaría dispuesto a renunciar a los territorios que controla en las regiones de Zaporiyia y Jersón, en el sur, si Kiev cediera Lugansk y Donetsk, en el este, así como Crimea, anexionada por Moscú en 2014.

Sin embargo, al día siguiente la versión de Witkoff al contactar con altos funcionarios europeos y ucranianos en una videollamada fue muy diferente. Según Witkoff, a lo que habría accedido Putin era a “congelar” el avance ruso en esas regiones y no proceder a su total conquista. Una versión que parece más lógica, dado que Rusia difícilmente devolverá a Ucrania la media luna de territorio conquistado con acceso al mar que une Crimea con la zona del Donbás, a la que pertenecen las regiones de Lugansk y Donetsk, y que cuenta en su área con la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa.

A su vez, sin citar fuentes, el medio de comunicación polaco Onet divulgó la supuesta propuesta estadunidense, que incluiría el reconocimiento de facto de los territorios ocupados por Rusia aplazando la cuestión del estatus durante 49 o 99 años. La iniciativa también incluiría el fin de las sanciones y, a largo plazo, el restablecimiento del comercio en materia de energía. A cambio, el documento presuntamente presentado por Witkoff no aborda la cuestión del veto al ingreso de Ucrania en la OTAN.Trump's envoy Witkoff reportedly lands in Moscow as US seeks Russian ...

Otro informe, publicado el 8 de agosto por la agencia estadunidense Bloomberg, especifica que Rusia podría obtener el control total del Donbás, incluso de las partes que el ejército ucraniano ha conseguido retener. En el caso de Jersón y Zaporiyia, el acuerdo dejaría el control territorial según las líneas de batalla actuales. No está claro en qué situación quedaría Crimea, controlada por Rusia, pero fundamental para Ucrania.

Por su parte, el experto geopolítico ruso Leonid Savin ha comentado que si se produce una división de las esferas de influencia en el territorio de Ucrania, como ocurrió en la Conferencia de Potsdam, entonces entrarán en contacto y, posiblemente, tendrán una zona de amortiguación dos órdenes mundiales: el estadunidense y el ruso. Como ocurrió en la era de la bipolaridad, pero entonces la frontera se extendía mucho más al oeste.

Aquí, según Lavin, la cuestión crítica y operativa será dónde se trazará exactamente la línea divisoria. ¿Según las fronteras administrativas y territoriales? ¿Según el Dniéper (teniendo en cuenta la retirada de las Fuerzas Armadas de Ucrania de la parte ocupada de la región de Jersón)? ¿O se extenderá mucho más al oeste, donde se encuentran las tierras históricas del mundo ruso?

Más allá de lo que finalmente se logre en la cumbre, otro punto de presión que tendrá Trump será la “responsabilidad” de asegurarse de que el régimen de Kiev y sus aliados europeos “se alineen” y no torpedeen las líneas generales de un acuerdo como lo hicieron previamente. Acerca de los posibles resultados del encuentro, es probable que sobre el tema ucraniano se logre un conjunto de promesas grandiosas, dramáticas y en última instancia vacías, pero suficientes para que Trump registre la casilla de ‘pacificador’ en su marcador personal, en su ansiada y obcecada carrera hacia la obtención del Premio Nobel.

Petróleo, tierras raras y un corredor geoeconómico en el estrecho de Bering

Visión Geopolítica: El Estrecho de BeringParadójicamente, la provocación trumpista de los submarinos clase Ohio en “las cosas rusas”, por absurda que sea, ha dado a Moscú el pretexto para proponer algo que llevaba tiempo en la “mesa de diseño” del presidente Putin: Rusia ha anunciado el levantamiento de las restricciones autoimpuestas en el marco de la moratoria sobre el despliegue de misiles de medio y corto alcance (Tratado INF), justificándolo con las acciones de Estados Unidos, que desde hace tiempo había desplegado sistemas similares en Europa y en la región Asia-Pacífico, violando así el statu quo. Por primera vez, Moscú subraya de manera oficial que la amenaza de los misiles INF estadunidenses no proviene solo de Europa, sino también de la región Asia-Pacífico.

Ése podría ser un tema clave en la cumbre de Alaska. Como ha mencionado Alastair Crooke, a nivel de lógica formal, la revocación de la moratoria sobre el despliegue del INF por parte del Kremlin no es más que una respuesta simétrica a la anterior escalada de Washington. Pero a un nivel más profundo, Rusia no está simplemente “reaccionando”: está creando una “nueva arquitectura estratégica” en ausencia de restricciones internacionales. Y, entre otras cosas, tiene en sus manos la producción en serie del misil balístico hipersónico Oreshnik, así como un aliado directo, Corea del Norte, en la región Asia-Pacífico.La Jornada: Mundo

Este cambio de paradigma se concibe como estratégico. Mientras que antes Moscú confiaba en los tratados y en el ‘comportamiento normal’ de sus contrapartes, ahora apuesta por “la imprevisibilidad, los frentes interconectados y el equilibrio de amenazas”. En una coyuntura, además, que el enemigo principal declarado de las administraciones de Joe Biden y Donald Trrump, es China, que, a la sazón, se define también como un país “casi del Ártico”.

Según consignó Alfredo Jalife -Rahme en el periódico mexicano La Jornada, Rusia ostenta la mayor flota de rompehielos del mundo que hoy se encuentra en las aguas del Ártico en las cercanías de Alaska, a la que se acaba de unir una armada de cinco rompehielos chinos.

¿Tendrán la capacidad de transportar misiles nucleares los rompehielos rusos y chinos? Adicionalmente, el presidente chino Xi Jinping celebró con los contactos entre Rusia y EU, quizá en preparación de lo que se ha venido vaticinando como una probable cumbre geoestratégica de un G-3 en Beijing, entre Putin, Trump y el mandatario chino, el 3 de septiembre próximo. Lo que podría sentar las bases para un reparto del Ártico entre los tres protafonistas.

En otro orden de ideas, tanto Trump como su enviado especial, Witkoff, han mencionado en varias ocasiones, la oportunidad de hacer negocios con Rusia en materia de petróleo y tierras raras, lo que podría profundizarse por ambos presidentes durante su cita en Anchorage, a la par de avanzar en los detalles para un eventual corredor geoeconómico Rusia/China en el estrecho de Bering, al que podría sumarse China.

(*) Escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones.