Roger Waters compone un himno atemporal a la resistencia y perseverancia

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Pepe Escobar

Roger Waters tiene una nueva canción. Se llama Sumud. Es una balada, pero no una balada cualquiera: en realidad es un himno atemporal a la resistencia. A partir de ahora, estos sonidos y su grito de guerra deberían, en el mejor de los casos, atravesar todo el espectro global, desde Mali hasta Java, forjando una Alianza Global de Resistencia que ya está empezando a surgir.

Con suavidad, casi en un susurro, creando un ambiente al estilo de Leonard Cohen, Roger comienza presentando “Sumud” en árabe: “perseverancia inquebrantable”. Como en la resistencia cotidiana no violenta, a todos los niveles, contra la ocupación, la explotación y la colonización brutal y forzada de Palestina.

Pero lo que está en juego es aún mayor, más grande que la vida misma, como evoca cuando dice que “las voces se unen en armonía” hasta llegar al coro positivo y catártico. La resistencia contra la injusticia, conceptualmente, debería implicar el compromiso profundo de todos nosotros.

Roger evoca a mártires desde Rachel Corrie hasta Marielle Franco —“oh, hermanas mías, ayudadme a abrirles los ojos”— tendiendo puentes “a través de la gran división” hasta alcanzar un estado de conciencia en el que “la razón alcanza la madurez”.

El tema persistente e hipnótico de “Sumud” es la lucha por alcanzar esa etapa de conciencia colectiva “cuando las voces se unen en armonía”. A medida que “seguimos nuestra brújula moral”, las voces inevitablemente llegarán a un punto en el que “estarán hombro con hombro”. Y “desde el río hasta el mar”, “la gente común que se mantiene firme” es y será capaz de dejar su huella.

Las largas nubes oscuras que se ciernen una y otra vez no intimidan la intuición de Roger. Él elige cerrar “Sumud” de la manera más auspiciosa, evocando paralelismos con el budismo: “Juntos, estas personas comunes / darán la vuelta al barco”.

Cómo dar la vuelta al barco

Roger Waters ha cantato ‘Wish You Were Here’ per la Palestina | Rolling ...La idea de que un colectivo de gente corriente sea capaz de dar la vuelta al barco actual de (peligrosos) locos no podría estar más en desacuerdo con la demencia totalmente orquestada por la oligarquía del totalitarismo liberal y el tecnofeudalismo, totalmente fuera de control y empeñado en normalizar incluso el genocidio y la inanición forzada. Este paradigma está diseñado para intimidar, acosar, desmoralizar y destruir precisamente a esta “gente corriente”.

Roger, con una sencilla balada, demuestra que dar un giro al juego puede estar dentro del ámbito de lo posible. Esta visión viene con la edad, la experiencia y el dominio de uno mismo. Al fin y al cabo, Roger es, desde los años sesenta, una de las principales encarnaciones de la intuición de Shelley sobre los poetas como “legisladores desconocidos de la humanidad”.

Muchos de nosotros pasamos nuestra juventud hipnotizados por la incesante exploración y el júbilo experimental contenidos en “Relics”, “Ummagumma” o “Meddle”, incluso antes de la expedición espacial al lado oscuro de la Luna.

En varios niveles, “Sumud” puede entenderse como un eco contemporáneo de —cómo no— la épicaEl Lado B de Roger Waters: Defender a Palestina experiencia trascendental «Echoes» cuya letra es tan crucial como el viaje musical: Extraños que se cruzan en la calle/Por casualidad dos miradas se encuentras Y yo soy tù y lo que veo soy yo/ ¡Te tomo de la mano/ Y te guío por la tierra/ Y te ayuda a comprender lo mejor que puedo?

El Londres de finales de los años 60 se encuentra con la Resistencia Global de mediados de los 2020: todo gira en torno a la interconexión humana. Y una vez que eso ocurre, nada es más noble que alcanzar un propósito superior. Es el mismo espíritu que ya estaba presente en “Us and Them”: “Con, sin / y quién lo negará / de eso se trata la lucha”.

La lucha que define nuestra época es cómo cambiar el rumbo de un culto a la muerte, con impunidad, capaz de desatar un potencial homicida equivalente a 12 bombas atómicas en Hiroshima sobre una población sometida sin cesar a asesinatos en serie, hambrunas y exterminio calculado, en directo, en todos los teléfonos inteligentes del mundo, y todo ello con la bendición del Occidente colectivo.

¿Es posible liderar la lucha solo blandiendo —y cantando— una balada? Quizás no. Pero es un comienzo formidable. Resistir. Perseverar. Como los hutíes en Yemen, aclamados como héroes éticos, con un claro propósito moral, por la mayoría global.

El mensaje inspirador de Roger es que algún día ese barco podrido se hundirá.

*Columnista brasileño de The Cradle, redactor jefe de Asia Times y analista geopolítico independiente centrado en Eurasia.