Firmaron el acuerdo Mercosur-UE, pero Milei quiere un TLC con EEUU
Claudio della Croce
Tras 25 años de negociaciones, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea firmaron este viernes en Montevideo una carta de intención para alcanzar un tratado de libre comercio. La iniciativa es resistida por pequeños productores e industriales europeos y celebrado por las grandes corporaciones y agroexportadoras.
El acuerdo alcanzado representa un hito significativo en las relaciones económicas y políticas entre los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE). Sin embargo, aún debe superar importantes obstáculos políticos, incluidos procesos de ratificación en los parlamentos de ambas regiones.
Lo logrado este viernes en Montevideo es una «carta de intención», un requisito previo a los tratados mediante el cual cada estado miembro cada parte miembro establece «qué productos quedarían eximidos de la baja arancelaria que implicaría el tratado de libre comercio». El acuerdo debe ser aprobado por los 27 estados miembros de la UE y los países del Mercosur, un proceso que podría prolongarse y naufragar si no consigue los avales necesarios.
Ahora, el documento debe ser traducido, legalizado y refrendado por los países miembros de cada bloque, proceso que podría tomar de 18 a 24 meses antes de su entrada en vigor. La UE exporta al Mercosur insumos para el sector transporte, productos farmacéuticos y piezas de automóviles, que en conjunto representan 35 por ciento del valor total exportado.
En junio de 2019 también se alcanzó un “acuerdo de principio”, calificado como histórico por ambos bloques. Sin embargo, la ratificación del acuerdo se enfrentó a numerosos desafíos, especialmente por las discrepancias entre los estados miembros de la UE.
El Mercosur y la UE alcanzaron un “acuerdo en principio” sobre el pilar comercial de un Acuerdo de Asociación en junio de 2019, así como un acuerdo sobre el pilar político y de cooperación al año siguiente. Su anuncio provocó una fuerte oposición en Europa, a partir de la conformación de una coalición contraria, compuesta por productores agrícolas y activistas medioambientales.
A los primeros, históricamente opuestos por consideraciones distributivas, se sumaron las preocupaciones de los segundos por el impacto de un acuerdo sobre el cambio climático, alentadas por las políticas del gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil respecto de la deforestación en la Amazonia. Así, a diferencia del pasado, el acuerdo se volvió objeto de un elevado nivel de “politización” y una fuerte oposición de actores no tradicionales en asuntos de comercio, provenientes de la sociedad civil, movilizados por la temática ambiental.
Francia sigue insistiendo en que no lo va a aprobary la propia presidenta comisionada de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen manifestó minutos antes de terminar la reunión que había recibido un telegrama del presidente Macron donde decía que varias de las cláusulas aprobadas por el Mercosur son absolutamente inaceptables para su país.
PIT-CNT, la central única de trabajadores del Uruguay, señaló que el acuerdo “solamente favorece a los sectores de exportación de conmmodities”.
El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, señaló que “el acuerdo es una oportunidad para fortalecer nuestras economías, pero debemos asegurarnos de que sea justo y sostenible para todos”. Por su parte, Von der Leyen destacó que “este tratado no solo busca fortalecer el comercio, sino también construir puentes en temas de sostenibilidad y tecnología”
Este tipo de acuerdos a menudo benefician a las grandes corporaciones, dejando en desventaja a los sectores más vulnerables de la economía. Las exportaciones de Europa al Mercosur están dominadas por productos farmacéuticos, maquinaria y materiales de transporte, mientras que el Mercosur exporta principalmente carne, minerales y productos agrícolas.
Economistas sureños advierten que la reducción arancelaria podría aumentar la dependencia de los países sudamericanos en la exportación de materias primas, limitando el desarrollo de industrias locales.
Un futuro incierto
Fundado en 1991, el Mercosur es el quinto bloque económico más grande del mundo y exporta a la UE ganado y piensos, productos petroleros y minerales (70 por ciento del valor total de las importaciones europeas desde esa región). Venezuela –actualmente suspendida– también es parte del Mercosur y Bolivia ingresó este año.
Con la bandera de que el Mercosur debe lograr un acuerdo con Estados Unidos el presidente libertario argentino Javier Milei asumió la presidencia del Mercosur, señalando que “Todo lo que sea para romper, me encanta”, y olvidando que en noviembre de 2005, la argentina Mar del Plata fue escenario del rechazo continental a los intentos de Estados Unidos de imponer un tratado de libre comercio (ALCA) perjudicial para la región.
La intención del mandatario argentino va de la mano del pleno alineamiento de la política exterior con Estados Unidos, sobre todo, tras el triunfo del magnate republicano Donald Trump, que el 20 de enero asumirá su segunda presidencia.
Por su parte, el canciller argentino, Gerardo Whertein, se encargó de expandir la idea en una entrevista televisiva, donde especificó que la administración está esperando la aprobación de la Americas Act -que se debate en el Congreso estadounidense-, que habilita la adhesión automática, sin negociación, del actual acuerdo con México y Canadá.
Milei calificó como una «prisión» a la alianza económica y promovió los tratados de libre comercio bilaterales e insistió en su propuesta para promover el libre comercio, sin restricciones, y rechazó la posibilidad de irse del bloque regional, aunque señaló que el Mercosur “tal como funciona hoy, trae más problemas que soluciones”. En ese camino, deslizó la posibilidad de “disolución” aunque aclaró que no era la intención del gobierno argentino.
“Tenemos dos caminos: o aceptamos que el Mercosur no funciona y lo disolvemos, , o lo adaptamos para que sea funcional a las necesidades actuales de sus integrantes. En nuestra presidencia pro tempore buscaremos dejar atrás una etapa caracterizada por la mera administración de acuerdos; el exceso de regulaciones y la dificultad para implementar normas, que frenan el comercio intrabloque y con el resto del mundo”, anticipó.
Milei añadió que durante su presidencia pro-tempore se explorará la posibilidad de crear un régimen de mayor flexibilidad y autonomía comercial de los integrantes para que cada uno pueda entablar acuerdos que le resulten convenientes. Quizá lleve a la mesa la propuesta de flexibilizar el bloque para firmar TLC en soledad, algo prohibido en el Tratado de Asunción.
En contraparte, Lula da Silva replicó que un Mercosur fuerte y unido es un Mercosur interconectado con América del Sur y con los grandes temas de la agenda global, además de hablar de igualdad de género, justicia social y lucha contra el racismo.
*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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