La moral euroccidental y el genocidio
Isabella Arria
La política y la actuación de la Unión Europea en materia de derechos humanos tiene dos vertientes principales. Una de ellas consiste en proteger los derechos humanos fundamentales de los ciudadanos de la UE y la otra en promover los derechos humanos en todo el mundo.
Pero la posición de la Unión Europea (UE) sobre el conflicto en Gaza e Israel no se hizo eco de los llamados a la rendición de cuentas por los crímenes cometidos por todas las partes implicadas en el conflicto. La omisión de las víctimas civiles palestinas no sólo es una brutal asimetría moral, sino una incitación a continuar el genocidio.
La plenaria del Parlamento Europeo guardó el 7 de otubre un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de los ataques realizados por el grupo islamita Hamas en Israel que causó la muerte de mil 205 personas y capturó a otras 251, de las cuales 97 siguen cautivas y 34 habrían muerto bajo las bombas lanzadas por el propio Israel sobre la franja de Gaza.
Las declaraciones de mandatarios y funcionarios dejaron en claro la evidente parcialidad, el doble discurso europeo: nada dijo de las casi 42 mil personas asesinadas -40 veces más numeroso que las víctimas israelíes- en Gaza por las tropas israelíes, con amas y financiamiento provisto por Estados Unidos y la Unión Europea. También pasaron por alto los miles de palestinos secuestrados por Israel desde antes del 7 de otubre de 2023, ni a los cientos de los tomados como rehenes en el último año.
La diferencia en el trato hacia los muertos, los heridos, los rehenes, los huérfanos, los traumatizados y los palestinos que languidecen por falta de comida y medicameson msacrados todos los días bajo el fuego de un Estado con asiento en organismos multilaterales y que, según se comprometió, adhiere a los principios y códigos acordados por la comunidad internacional.
Al erigir un muro de silencio entre víctimas buenas y malas, memorables y desechables, el evento de pretendida humanidad se convirtió en un agravio a cualquier sentimiento humanitario, reflejo del persistente racismo y de la compulsión colonialista que carcomen a las instituciones y sociedades occidentales.
La evolución política de Europa y sus dirigentes -en paralelo al imparable declive de la dominación occidental sobre el mundo- han hecho que esos valores pierdan cada vez más su genuino significado, en boca de políticos que los proclaman, pero nunca los defienden.
Que prácticamente ningún dirigente europeo haya criticado o haya hecho un llamamiento a la contención al Gobierno israelí por dejar sin agua, sin comida, sin luz y sin combustible a dos millones de gazatíes mientras les bombardea sin tregua, es bochornoso. Tanto como que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, haya viajado a Israel para “solidarizarse”, exclusivamente con las víctimas israelíes, sin mencionar a las palestinas.
La misma presidenta de la Comisión de la UE que hace un año ante el Parlamento europeo decía: “Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente electricidad, son crímenes de guerra. Dejar sin agua, electricidad o calefacción, ahora que llega el invierno, a hombres, mujeres y niños son actos de puro terror». Los dirigentes europeos deberían mostrar al menos un mínimo de decencia: ¿será mucho pedir?
La eurodiputada Irene Montero, exministra española de Igualdad, acusó este lunes a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, de «justificar un genocidio» con sus palabras sobre el aniversario de los ataques de Hamás.
«Hacer hoy un minuto de silencio sólo por unas víctimas negando ese mismo reconocimiento y ese mismo respeto a las más de 42.000 víctimas palestinas y también a las víctimas del Líbano no solamente es una muestra de la hipocresía de las élites europeas, sino que muestra sobre todo su complicidad con el genocidio y el apoyo político, militar, económico y mediático que les están dando», señaló.
La Unión Europea se basa en un sólido compromiso de promover y proteger los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho en todo el mundo. Los derechos humanos están en el centro de las relaciones de la UE con otros países y regiones, según su Carta de los Derechos Fundamentales.
Con su política de derechos humanos, la UE: promueve los derechos de las mujeres, los niños, las minorías y las personas desplazadas, se opone a la pena de muerte, la tortura, la trata de seres humanos y la discriminación, defiende los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
Asimismo, defiende los derechos humanos mediante una estrecha y activa colaboración con los países asociados, las organizaciones internacionales y regionales y grupos y asociaciones a todos los niveles de la sociedad, e incluye cláusulas sobre los derechos humanos en todos los acuerdos comerciales o de cooperación con países no pertenecientes a la UE.
Sus Estados miembros renovaron sus compromisos para defender y proteger los derechos en 2023, pero han fracasado constantemente en traducir estas promesas en resultados prácticos, afirmó Human Rights Watch, que señala que las políticas migratorias de la UE han contribuido a muertes, torturas y abusos.
Añade que los Estados de la UE no lograron abordar los ataques y la discriminación sistemática contra comunidades marginadas. La UE tampoco ha tomado medidas ante las crecientes restricciones al Estado de derecho y a la sociedad civil por parte de los Estados miembros y ha empleado un doble discurso en su política exterior.
Algunos países impusieron nuevas medidas discriminatorias y abusivas hacia las personas identificadas o percibidas como árabes, palestinas y musulmanas, incluidas presiones para la adopción de políticas de inmigración más estrictas.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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