Venezuela: la hora de la verdad sepultará las manipulaciones mediáticas

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Álvaro Verzi Rangel

El 28 de julio más de veintiún millones de venezolanos están convocados para elegir el presidente por un período de seis años, a contar desde el 10 de enero de 2025, tras una tensa campaña electoral oficial y sobre todo en medios de comunicación nacionales e internacionales.

Como es habitual, se trata de imponer un imaginario colectivo de que habrá fraude: así lo dicen los medios estadounidenses y occidentales, quizá a sabiendas de que los vientos siguen no siendo propicios para la derecha. Hasta el estadounidense Centro Carter dejó en claro que el sistema electoral venezolano es transparente y es imposible hacer fraude con 630 veedores y observadores internacionales. Parece una vieja excusa para una nueva derrota.

Edmundo González y María Corina Machado. (Campaña MUD)

Diversas seudoencuestas afirman la victoria de Edmundo González Urrutia, desde Libertad Digital, hasta la oficial estadounidense Voz de América. Otros medios internacionales, como la humanista Pressenza, dejan en claro que nada apunta a una victoria de la oposición, y denuncia que esas encuestas son dirigidas por antichavistas.

Hinterlaces pronostica 54,2% para Maduro y 24,1% para González Urrutia. International Consulting Services (ICS) estima en 71,6% el apoyo para Maduro y 23,9% para González; medios como Ámbito, otorga un respaldo entre 56 y 61,6% para el actual presidente, cifras que alejan cualquier fantasma de fraude. Pero hay encuestas que apelan a una victoria de Edmundo González, de casi 75 años, candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), de quien se desconocen experiencias de gobierno.

La PUD es una coalición creada en abril de 2021 por Juan Guaidó (designado presidente por Estados Unidos), para participar en las elecciones de alcaldes y gobernadores, cuando se confirmó la derrota de la vía confrontacional de la Mesa de Unidad Democrática (MUD): certificado del fracaso de nueve años de aventuras desestabilizadoras y golpistas.

La via confrontacional sirvió solo para lograr un mayor financiamiento a los supuestos líderes, pero Después de negociaciones entre el gobierno venezolano y la oposición, mediados por Noruega y bajo los ojos de Washington, la oposición regresó a la vía electoral. Quizá un cambio de la estrategia dura del gobierno de Donald Trump, a una más negociada bajo Joe Biden, a pesar de mantener la ruptura de relaciones diplomáticas de 2019 y reactivar las sanciones contra la nación caribeña.

Aunque la derecha venezolana decidió participar en las elecciones, no se compromete a reconocer los resultados. En efecto, tanto el candidato de la PUD, Edmundo González Urrutia, como el disidente Enrique Márquez, de Centrados en la Gente, se negaron a comprometerse, como lo hicieran los otros ocho candidatos, incluido Nicolás Maduro, a reconocer el resultado de las elecciones organizadas por el Consejo Nacional Electoral.

La oposición insiste en que si los millones de venezolanos emigrados votaran, ganarían fácilmente, pero a éstos se les hace imposible sufragar porque, en general, no tiene residencia legal en los diversos países ni están inscritos en los padrones de las respectivas embajadas. Tampoco se puede asegurar que votaran masivamente a la oposición.

Si bien hay una guerra de ideas, también hay una guerra de encuestas, en medio de amenazas de no reconocimiento de los resultados por un presunto fraude que se usa para justificar una derrota previsible. Si bien son diez los candidatos, respaldados por 38 partidos políticos, pero en realidad la disputa por la presidencia queda limitada al actual mandatario Nicolás Maduro y el exdiplomático Edmundo González, al frente de una coalición opositora comandada por la inhabilitada empresaria María Corina Machado.

Maduro es el heredero del fallecido presidente Hugo Chávez, líder de la Revolución Bolivariana, electo presidente en 1998, luego del desplome de la clase política que gobernó el país desde el Pacto de Puntofijo cuarenta años antes. La propuesta chavista del socialismo del siglo XXI, sobrevivió a numerosos intentos de las fuerzas de derecha y sus aliados internacionales, desde el fracasado intento de golpe de Estado de 2002.

Nicolás Maduro ganó las elecciones de abril de 2013, luego de la muerte por cáncer de Hugo Chávez y se comprometió a seguir con la revolución bolivariana. Pero Maduro no es Chávez ni tiene su carisma, pro heredó el modelo de participación popular y una base social sólida, pese a las sucesivas crisis durante su administración. Para estas elecciones presentó el Plan de la Patria con siete transformaciones a realizar hacia 2030.

El programa habla de la necesaria diversificación económica en un país petrodependiente; de perfeccionar la recuperación del estado de bienestar; asumir acciones para combatir la crisis climática; avanzar en la consolidación de la democracia directa con ética republicana; garantías de justicia, disfrute de los derechos humanos y defensa de la paz social y territorial; independencia plena y la inserción y liderazgo de Venezuela en la nueva configuración mundial, con la participación en los BRICS.

Tras años de graves crisis económica, promovida por las sanciones y bloqueos impuestos no solo por Estados Unidos sino también por naciones euroccidentales, se produjo una caída notable de la inflación, que en marzo fue del 1,2% .Los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indican que la economía venezolana será la que tendrá el más alto crecimiento del PIB (4,2%) de todos los países de la región.

Asimismo, se verifica un repunte de las exportaciones de petróleo y de diversificación de la economía en nuevos sectores como la minería. A causa de varios años de boicot y sanciones, más del 80% de los alimentos de consumo interno se producen ahora en Venezuela, que se distancia de la crisis provocada por las sanciones económicas y las acciones desestabilizadoras internas y externas.

María Corina

La candidata designada por la PUD en 2023, luego de unas primarias organizadas por fuera de las reglas del Consejo Nacional Electoral (CNE), fue María Corina Machado Parisca, figura de la élite oligárquica, de larga trayectoria antichavista desde la presidencia de George Bush padre: en 2002 fue una de las 400 firmantes del “Decreto Carmona”, que pretendía legalizar el fallido intento de golpe de Estado contra Chávez.VOLVER AL INICIO

María Corina Machado participó activamente en la estrategia de cambio de régimen de Juan Guaidó, respaldada por el Gobierno de Estados Unidos, el Grupo de Lima y la Organización de Estados Americanos (OEA). En ese contexto asumió el rol de embajadora alterna de Panamá ante la OEA donde llamó a una intervención militar contra Venezuela. Ello le valió quedar inhabilitada por 15 años para ejercer cargos públicos por la Contraloría General venezolana en 2021, ratificada en enero último por el Tribunal Supremo de Justicia.

Ello explica que la PUD postule al ex diplomático Edmundo González Urrutia como candidato presidencial. González es respaldado por la MUD de Henrique Capriles, por el Movimiento por Venezuela de Simón Calzadilla y Un Nuevo Tiempo de Manuel Rosales. En los hechos, González es el sustituto de María Corina Machado de Vente Venezuela: está en primer plano de la campaña por delante de Edmundo González.

Es considerada la verdadera líder de la oposición y es fervientemente apoyada por gobiernos de derecha en América Latina y una campaña de medios de comunicación nacional e internacional, que aseguran que ella acabará con el chavismo en Venezuela..

En verdad se parece el planteamiento de Javier Milei al de María Corina  Machado?El plan de gobierno neoliberal “Tierra de Gracia”, muy similar al del ultraderechist argentino Javier Milei, terminó encarnando un nuevo intento de destrucción del chavismo. El proyecto político -según la Voz de América- es de “enterrar el socialismo y formar una república liberal en Venezuela. Se trata de privatizar empresas públicas; de privatizar la industria petrolera (PDVSA) y reducir la carga pública y racionalizar el tamaño del Estado; de poner orden económico y solicitar financiamiento internacional.

Existe enorme tensión por lo que ocurra la noche del 28 de julio. La derecha venezolana y sus aliados internacionales, a pesar de sus intentos fallidos durante 25 años, se persisten en imponer un cambio de régimen, lo que incrementa la incertidumbre sobre el futuro de Venezuela.

 

*Sociólogo  y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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