Israel quiere extender la masacre en Medio Oriente: ahora va contra Líbano
Maxime Doucrot
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aseguró que en Gaza está llegando a su fin la fase de intensos combates contra los milicianos de Hamas, por lo que el ejército de Tel Aviv podrá trasladar parte de las fuerzas al norte, es decir, a la frontera con Líbano, en lo que constituye una amenaza de atacar a las fuerzas de Hezbollah, la formación integrista respaldada por Irán.
Mientras continúan los bombardeos más mortíferos en semanas, que han dejado más de cien muertos en Gaza, Netanyahu envió a Washington al titular de Defensa y su mano derecha, Yoav Gallant en una misión muy especial, tras señalar que la actual fase de la guerra «terminará muy pronto». Gallant pedirá más armas con las que terminar –en lo que llama la última fase- de aniquilar a Hamás al coste que sea, y recabará la aquiescencia de la Casa Blanca en caso de que Israel invada Líbano.
Israel continuó esta semana con sus bombardeos a Gaza y operativos en Cisjordania reocupada, al tiempo que el Departamento de Estado estadounidense calificó de estremecedor el video que muestra a un palestino herido atado por fuerzas israelíes a un jeep militar en la ciudad cisjordana de Jenin: “Fue impactante. La práctica es absolutamente inaceptable. Nunca se debe utilizar a seres humanos como escudos humanos”, afirmó el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó ante el Parlamento que está comprometido con la propuesta israelí, que fue aprobada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para un cese el fuego, pero aseguró que su país no va a poner fin a la guerra hasta que no haya eliminado a Hamas.
Necesita Gallant el desbloqueo de todos los cargamentos de bombas y misiles que habían quedado inmovilizados en Estados Unidos y muchas armas para atacar a Hezbollah, provisto de una fuerza de más de 100.000 efectivos y armas modernas suministradas por Irán. Gallant le indicó a Hochstein, que esta tercera fase de la guerra «tendrá un impacto en todos los sectores», por lo que Israel se prepara ya «para todas las posibilidades, militares y políticas», incluido un nuevo frente de guerra.
El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Charles Brown, advirtió que un ataque de Israel a territorio libanés podría provocar una respuesta de Irán y escalar el conflicto en Medio Oriente y señaló que los efectos secundarios de una acción bélica de Tel Aviv en Líbano afectaría no sólo a la región, sino también a nuestras fuerzas desplegadas en ella.
Armas nucleares tácticas
En suma, la superpotencia está diciendo a su aliado regional que una agresión contra Hezbollah sería mucho más difícil y peligrosa que la que Israel lleva a cabo contra los palestinos de Gaza. Y no le falta razón: mientras la franja ha vivido por años sometida al cerco implacable establecido por las fuerzas de Tel Aviv, lo que impide a Hamas hacerse de armas y pertrechos,
Amos Hochstein –de doble nacionalidad, nacido en Israel y habiendo servido en el ejército hebreo–, “advirtió a los funcionarios libaneses que si Hezbollah no cesa sus casi ataques cotidianos al norte, Israel podría lanzar un ataque limitado con el apoyo de EEUU”. Douglas MacGregor–asesor del Pentágono durante el gobierno de Trump- dijo en televisión “no excluir la posibilidad de que Israel use armas nucleares tácticas”. El expresidente James Carter habló de más de 300 artefactos nucleares en poder de Israel.
MacGregor vislumbra que la situación en el Medio Oriente es mucho más peligrosa que la de Ucrania: desde el cierre del estrecho de Ormuz –que dispararía el barril del petróleo– hasta la explosividad doméstica en Egipto y Turquía, cuyas poblaciones no toleran el genocidio en Gaza. Añadió que Pakistán, que posee 170 bombas nucleares, ofreció poner su arsenal a disposición de Turquía –ambas potencias regionales sunnitas de primer orden– para reequilibrar el deterrence (disuasión) con Israel.
Hezbollah tiene un margen de acción mucho mayor, en la medida en que posee mejor armamento, dispone de un territorio mucho mayor que el gazatí para operar y cuenta con vías terrestres y marítimas de abastecimiento casi imposibles de cerrar.
El secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, advirtió que en caso de una invasión israelí combatirían sin reglas y sin límites y amenazó a la región griega de Chipre de formar parte de la guerra, en caso de que Israel siga usando sus aeropuertos y sus bases con propósitos militares.
Las masacres y EEUU
Durante ocho meses, las fuerzas israelíes han masacrado sin ninguna contención a la población gazatí y han demolido buena parte de su infraestructura y sus viviendas; el número de bajas fatales entre los palestinos se acerca ya a 40 mil, niños, mujeres y ancianos, sobre todo.
Según Netanyahu, los intensos combates contra Hamas –cuyo número de efectivos armados ha sido estimado por diversas fuentes en un máximo de 20 mil– no han terminado, pese a que la fuerza militar más poderosa de la región ha sido lanzada con todo el poder destructivo del que es capaz. De nada ha servido la presión de la opinión pública estadounidense contraria a los crímenes de guerra: se imponía el lobby judío en EEUU y daba un espaldarazo a Netanyahu y su estrategia militar de tierra quemada.
Pero lo cierto es que el alto mando israelí ya ha dado las órdenes pertinentes de zafarrancho de combate al ejército para en cualquier momento cruzar su frontera norte y entrar en el Líbano, como ya hizo en 1982 y 2006 para aplastar a Hizbulá en sus propias posiciones, mientras decenas de miles de israelíes fueron evacuados del norte de Israel ante la amenaza de los cohetes lanzados por los guerrilleros de Hezbollah y, sobre todo, para crear un necesario cortafuegos con la nueva zona de operaciones.
Gallant tratará el tema con el secretario de Estado, Antony Blinken; el director de la CIA, William Burns; el secretario de Defensa, Lloyd Austin, y el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. El lunes abordó con el asesor de la Casa Blanca Amos Hochstein, principal asesor del presidente Joe Biden en Oriente Medio, la transición a una nueva fase en la guerra, una vez desaparecida la amenaza de Hamás tras el sometimiento de toda Gaza bajo la bota israelí, y ante la posibilidad real de que Israel invada el Líbano.
La ofensiva diplomática de Netanyahu pone a Estados Unidos de nuevo contra las cuerdas: o desbloquea la Casa Blanca los envíos de armas para el Ejército israelí que estaban retenidas bajo la sospecha de que iban a ser utilizadas contra la población civil paleastina, o Israel, que es el portaviones de la política de seguridad estadounidense en Oriente Medio, quedará solo ante la promocionada amenaza de Hezbollah.
Estados Unidos hasta ahora ha mantenido una posición muy ambigua ante la guerra desatada en Gaza por Israel el pasado 7 de octubre. Ha condenado el exceso de fuerza empleado por el Ejército israelí, que ha causado ya más de 37.600 muertos palestinos, 15.800 de ellos niños, pero ha evitado calificar de genocidio estas masacres.
Washington ha pedido y mediado para conseguir un alto el fuego pero una y otra vez burlado por la actitud de Netanyahu, quien, cuando prometía aceptar una tregua, finalmente daba marcha atrás y culpaba a la milicia palestina de romper la baraja. Todo ello, mientras el Pentágono despachaba miles de millones de dólares en armas a Israel, entre ellas aviones de combate y bombas pesadas de hasta 1.000 kilogramos de explosivos que iban a tomar parte en la destrucción de las principales ciudades de Gaza.
Netanyahu hizo caso omiso de la demanda de Naciones Unidas y de la propuesta de paz del propio presidente de EEUU, Joe Biden, a favor de tres semanas de alto el fuego y la liberación parcial de los rehenes a cambio de prisioneros palestinos. Su meta es desalojar a los palestinos del control de la Faja de Gaz y anexar el territorio a Israel.
Comentaristas militares estadounidenses adelantaron la viabilidad de un ataque de Israel a Hezbollah que no excluiría la posibilidad del uso de armas nucleares tácticas. Tal parece que le van a cumplir sus deseos nucleares tanto a varios políticos y rabinos israelíes como al senador republicano Lindsey Graham quien sugirió que Israel use sus armas nucleares al estilo de Hiroshima y Nagasaki para recuperar su “deterrence (disuasión).
La interna israelí
Los parientes de los cautivos israelíes secuestrados por Hamás ven en estos planes de Netanyahu una sentencia de muerte para sus familiares, y subrayan que si no se consigue su liberación, la guerra misma habrá sido un «fracaso nacional». Además de los familiares están los manifestantes que, como los llamados Banderas Negras, reclaman también la dimisión de Netanyahu
No lo hacen sólo por su ineptitud ante la crisis, sino como causante directo de la misma, por financiamiento de Hamás cuando en 2006 ganó las elecciones en Gaza y en 2007 se hizo con el poder en la Franja, expulsando a la Autoridad Nacional Palestina. Están bloqueando carreteras y accesos a Tel Aviv, y reclamanel fin de la era Netanyahu: «Los rehenes están abandonados en Gaza, el norte (en la frontera con el Líbano) en llamas y otra guerra a punto de empezar” contra el Líbano.
No se puede perder de vista que el genocidio que Insrael perpetra en Gaza tiene como víctima a una población desarmada, inerme y privada de alimentos, agua y servicios básicos de salud, y de seguir por esa ruta, el gobierno que encabeza Netanyahu pronto se encontrará en una situación de aislamiento internacional no muy distinta a la que experimentó el régimen racista de Sudáfrica, con todo lo que eso implica.
Si los planes criminales de los gobernantes israelíes se extienden a Líbano, ello podría desembocar en un desastre sin precedente para toda la zona, Israel incluido. Los vínculos entre la milicia chiíta de Hezbollah y la república islámica de Irán son mucho más explícitos y sólidos que los que puede tener la organización palestina a la que Netanyahu no ha podido derrotar en más de ocho meses.
Eso significa que un ataque contra Hezbollah podría llevar a Irán a involucrarse directamente en un conflicto con Israel, y no sería de descartar que contara con el apoyo de otros países árabes.
*Analista francesa, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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