100 días de gobierno: avances y desafíos en el nuevo mandato de Lula en Brasil
Paula Giménez y Matías Caciabue
Al cumplirse los cien días de gobierno de Luiz Inácio Lula Da Silva, las aventuras golpistas del bolsonarismo, condenadas ampliamente por el arco político internacional y el presidente de Estados Unidos, parecen ser solo el recuerdo de un mal trago en Brasil, pero la política parlamentaria exigirá meticulosas negociaciones, con un congreso en el que las diversas expresiones de la derecha lograron consolidar un inestable control parlamentario, en las manos del llamado Centrao.
Además, en la economía brasileña persiste el corset económico de las altas tasas que favorece a la renta financiera y bloquea la inversión. Cien días de gobierno es el primer tramo de un camino desafiante y pedregoso, para esta nueva edición de un Lula que, aunque deberá desenvolverse en un mundo mucho más hostil, promete renovar la región y se asume como punta de lanza de una América Latina distinta a la que construyó el llamado “Neoliberalismo tardío” de los Temer, Bolsonaro, Macri, Piñera, Uribe, entre otros.
Tal como había adelantado en campaña, el ex metalúrgico, por tercera vez en el Ejecutivo nacional, amplió la estructura de gobierno a fin de desplegar con mayor precisión su plan politico, ademas de constituir en algunos casos, un gesto de reconocimiento de derechos y de problemáticas que pesan en la sociedad brasileña. Asi es como el Gabinete Federal se amplió a 37 Ministerios, entre los que se cuentan el Ministerio de los Pueblos Indígenas, Medioambiente, Planificación, Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Comunicaciones, Turismo, Transporte, Deportes, Ciudades, de las Mujeres y de Igualdad Racial, entre otros. De los 37, 11 están a cargo de mujeres y representantes sectoriales, como el de pueblos indígenas, en un claro acto de coherencia política.
En términos partidarios, las más diversas expresiones de la alianza, se quedaron con parte del gabinete, resultando en una carta importante de negociación de Lula hacia el interior de la amplia coalición que tuvo que construir para desplazar al neofascismo del Palacio del Planalto. Retomamos aquí, entonces, algunos hechos en materia económica, social y política que nos permiten observar rápidamente el rumbo del actual gobierno.
Política social: atacar el hambre
En materia de género, en el anuncio de un paquete de 20 medidas, anunciadas el 8M, Dia Internacional de la Mujer Trabajadora, se cuentan desde la presentación al Congreso Nacional de un proyecto de ley para garantizar la igualdad salarial, que fue una promesa de campaña de la actual Ministra de Planificación Simone Tebet -quien quedó en tercer lugar en la carrera presidencial y apoyó a Lula en la segunda vuelta-, pasando por la inversión de R$ 372 millones (algo más de 72 millones de dólares) en la implementación de 40 unidades de la Casa de la Mujer Brasileña y la recreación del programa «Mujeres Viviendo sin Violencia», hasta la designación del 14 de marzo como el Día Nacional de Marielle Franco.
Política económica: desarmar el andamiaje neoliberal
Mientras el Banco Central sostiene que la meta inflacionaria no se cumplirá y requiere altas tasas para intentarlo, el Ministro de Hacienda Fernando Haddad, dijo que el paquete de medidas para mejorar las cuentas públicas es una carta al Banco Central De Brasil y declaró: «Antes no había independencia del Banco Central, ahora sí, hay que entenderlo. Del mismo modo que nosotros leemos la carta del Banco Central, el Banco Central leerá la nuestra.
Política internacional: Brasil como actor global
Además, esta semana, Lula confirmó la realización de la primera cumbre de presidentes del grupo BIC, que lo reunió con sus pares de Indonesia y República Democrática del Congo, territorios con las mayores selvas tropicales del planeta. Notable es que la primera reunión a realizarse en junio de este año, sea en territorio africano. No se trata sólo de preservar la fuente de oxígeno del mundo, que ya es una necesidad de altísimo grado de importancia para la humanidad, sino que además, constituye un duro golpe al avance del agronegocio y de la minería ilegal sobre las tierras indígenas, desenfrenado durante la gestión de Bolsonaro.
Al tiempo que negocia con China y Estados Unidos, como un jugador global con peso propio (parado en la representación latinoamericana). Ambas potencias, enfrentadas por la conducción del siglo XXI, mediante el control de los eslabones estratégicos en las cadenas globales de valor intensivas en conocimiento, son los principales socios comerciales del gigante suramericano. Pero mientras Brasil les provee materias primas (alimentos, minerales e hidrocarburos), las inversiones chinas y norteamericanas son fundamentales para la reindustrialización del país sudamericano, que necesita de ellas para infraestructura crítica para la producción.
En su reciente viaje a China cerró más de 20 acuerdos específicos, buscando atraer inversiones para su país y para trabajar la idea de conformar una coalición de paz para frenar la guerra en Ucrania. Sobre su viaje a China, Lula declaró que el viaje fue “extremadamente importante porque China es hoy un socio esencial para Brasil y para América Latina. Después de que el Partido de los Trabajadores dejó la presidencia, la relación se apagó un poco”.
A pesar de la tensa relación con el bolsonarismo, China siguió siendo el primer socio comercial de Brasil. La Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil), por su parte, informó que en 2022 el flujo comercial alcanzó un récord de 150,5 mil millones de dólares, con exportaciones brasileñas de 89,7 mil millones e importaciones de 60,7 mil millones de dólares.
Palabras de cierre: Brasil y el rumbo político de América Latina
Sobre ello deberá estar la atención y la política permanente del lulismo, mientras procura avanzar en su propio programa de gobierno, lleno de tensiones, concesiones y, porqué no, unas cuantas victorias populares que sólo serán conquistadas por un pueblo movilizado. Con su pasado reciente vivo en la memoria para volver a construir un Brasil fuerte económicamente, pero con dignidad política y social, como supo serlo hace 10 años atrás.
*Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos. Caciabue es Licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional UNDEF en Argentina. Ambos son investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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