En este intervalo, en este interregno, oscuramente presentido

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Matías Feito

Pero en la historia los callejones sin salida no existen. Existen solo los intervalos

Iuri Tinianov

Los procesos que constituyen un intervalo nos remiten a una serie de agotamientos entre valores, a lo marchito en infinita fragmentación, a lo desgastado efectivamente por una política. El intervalo está ahí, un espaciamiento en que las acciones políticas desde lo dominante producen detenimientos políticos y sociales. El “no sé qué hacer” contracara de “no sé puede hacer” interpela a aquellos que sienten la opresión social, y aumenta la indiferencia en aquellos que no la perciben ni sienten.

Y el interregno, ¿de qué hablamos cuándo hablamos de interregno? ¿Entre dos o más valores? ¿Ambigüedad? ¿Inter-reinos? ¿Lógica interregna? Emprendemos esta exploración a la búsqueda de palabras y coyunturas vertiginosas que no debe confundirse con aquello del derrumbe fatalista del capitalismo. Cuantas veces se ha dicho que el capitalismo se derrumba y el sistema no hace más que revolucionarse a sí mismo.

El momento Stenterrelo: la indiferencia amigo enemigo

ArteLeonardo School - Florence, Italy - - Stenterello: a Florentine  Carnival maskStenterello, una de las máscaras de la Comedia Humana, personaje de la farsa Fiorentina, que Gramsci contrapone a Maquiavelo en su visión entre pequeña política y gran política. Los Stenterellos “no hacen nada, no trabajan, no son productores de ideas, de un hecho”.

Nuestra ocurrencia gira en pensar un “momento stenterello” en el campo político que se moldea a aquello que produce lo dominante. El momento stenterello podemos definirlo como indiferencia al enemigo amigo, no hay guion que divida. El enemigo indiferenciado, del amigo, del aliado. Todo compañero es enemigo en el mismo presente, porque será quien quiera ocupar en un futuro el lugar que él desea. Es el “enemigo mediato”, y no el “inmediato” quien demanda toda su energía.

Gramsci nos sugiere vincular a Stenterello con la tendencia a la desvalorización del adversario que desemboca en el autoengaño. Entre ambos elementos nos interesa contornear un momento político que permanece atado a lo dominante y reproduce una relación de fuerza de un pantano a otro para aquellos que intenten pugnar en un sentido progresivo.

La “cola del diablo” debe estar de nuestra parte en las confrontaciones. Y eso es producto de aumentar la capacidad Qué es la hegemonía cultural, según Antonio Gramsci?de reflexión colectiva en las organizaciones del campo del pueblo. No podemos sólo prometer mini-cesarismos en las organizaciones sindicales y políticas. Prometer una creatividad mayor en las formas de organizaciones y liderazgo es un paso más allá del momento stenterello que alimenta las mismas prácticas que criticamos en otros, pero no dejamos entrar en crisis en el propio campo. Lo nuevo nace viejo, la cola del diablo está y no está de nuestra parte. Podemos permanecer en las posiciones institucionales al precio de reproducir la lógica dominante que criticamos.

El momento stenterello hay que atravesarlo en busca de modos de resolver diferencias y contradicciones principales, sino la grilla burocrática y liberal se llena sin llegar a resultados distintos. La indiferencia y ensimismamiento de la pequeña política producen el presente, condenándonos a repetirlo.

 Ansia y coyuntura

El ansia comienza, un año electoral comienza en Argentina. ¿El intervalo entre un gobierno y otro? Las confrontaciones electorales tiñen los comportamientos políticos de las organizaciones de un país, tiñen los alineamientos sindicales y de las organizaciones del campo del pueblo hasta el interrogante de quién capitaliza un hecho cualquiera.

Los dirigentes destiñen, las situaciones de hegemonías rotas destiñen, los alineamientos políticos destiñen tras el resultado electoral. La defensa de políticas de “bomberos” a una coyuntura critica, de “atar con alambre”, no puede ser el movimiento de un horizonte progresivo. Se necesitan propuestas de políticas estructurales en lo político y lo económico.

Las alianzas sociales en el gobierno suceden en una permanente construcción y destrucción. Cuando el fracaso hegemónico sucedió y sus efectos no son dimensionados todavía, es tiempo de no quedarse atada a la coyuntura que fracasó, aunque los efectos desencadenados son una de las materias de la pugna.

“¡Esto es política!”, suena a sentencia que cierra la discusión en una alianza, un “no te metas” que deja afuera del proceso de decisión mucho más que a dirigidos y seguidores. Los fracasos pueden derrocar dirigentes, pero no lógicas. Se requiere mucha reflexión colectiva para el derrumbe de lógicas dominantes, y la decisión tras “esto es política” parece más del orden de las cosas. El ansia por transitar una coyuntura critica, por momentos nos hace perder la direccionalidad, dejar de pugnar por ella.

Interregno e interrogante

Tras el intento de operacionalizar la noción de crisis de Gramsci nos topamos con dos puntos verticales que nos producen más interrogantes “: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”.

Las nociones de intervalo e interregno exceden esta coyuntura y dejan huella. De una coyuntura a otra, de una situación a otra, las fuerzas dominantes tienen mayor capacidad de reinstalación en el pasaje a la relación de fuerza que abre. La realidad se impone, las justificaciones demoran en llegar.El neoliberalismo y la soledad humana: la disgregación de nuestras  sociedades - George Monbiot | Sin Permiso

La espacialización y la temporalización de un intervalo está bajo el control de las luchas de pelotones del capital financiero por aumentar su viabilidad en negocios económicos y políticos. ¿Cuál es la infra y la supra (estructurales) de un interregno? El interregno podemos hacerlo observable en la disgregación de relaciones sociales que nos forman. Lo más complejo es percibirnos en las formas de acción donde portamos al sistema que decimos oponernos, ahí donde hacemos de fuerza auxiliar del sistema.

El eslabón más débil es el más lejano al amo, el nudo mejor atado es el que funciona sin amo. La fuerza auxiliar a la que nos convoca el sistema permanentemente, ¿con qué parte de nosotros lo reproducimos? De una coyuntura a otra arrastramos, guardamos, lo dominante en lo más íntimo de nuestro marco teórico.

La trinchera parece una imagen correcta cuando avanzamos, pero un espacio de incertidumbre cuando no se escucha al enemigo y nuestro tiempo se vuelve a lo inmediato, al presentismo de los que pierden la iniciativa. El momento stenterrello hace de las suyas.

Plástica política: qué no tiene gobierno ni nunca tendrá

¿Qué síntoma de nuestra contemporaneidad aun escribiéndolo y teniéndolo a mano, no podemos percibirlo? ¿Cuándo no estamos en interregno? ¿Interregnantes e interregnados? ¿Qué crisis, qué intervalo, qué interregno, qué transición?

La apariencia de callejones sin salida se vuelve una imagen en nuestra contra encerrándonos más que estimulando la construcción de una política de salida. El intervalo, el interregno, oscuramente presentido es un espaciamiento donde el campo del régimen intenta controlar y resolver la transición de cada crisis.

Entre una coyuntura y otra hay desplazamientos en la posición de lo interrogado. La coyuntura se escapa de nuestras formulaciones políticas en las posiciones de los problemas del poder por transformaciones, correspondencias y detenimientos de las luchas políticas y sociales. Sin encontrar las junturas, los encajamientos, corremos el riesgo de mantenernos atados a una coyuntura que sucedió sin asumir ni tomar conciencia del desencadenante de lo que sucede. Aun cuando protagonizamos aquello desencadenado. Al quedar desapercibida la juntura corre con mayor capacidad de reinstalarse lo dominante entre coyunturas.

La plasticidad como esquema motor, que nos plantea Catherine Malabou, puede ayudarnos en comprender los procesos de formación y dar respuesta positiva a una salida cuando no hay salida. La autora plantea tres implicaciones de la plasticidad: 1) “capacidad de recibir forma”, 2) “capacidad de dar forma”, y 3) “el poder de aniquilar la forma”. En este sentido, no somos flexibles, elásticos, porque en el material plástico lo formado no vuelve a cero, lo modificado deja la forma original. Resistencia y apertura, transformación y umbral.

Ahí donde la noción de correlación de fuerza nos mantiene en una medición pasiva. Ahí donde las teorizaciones al margen de las confrontaciones nos dejan desarmados intelectualmente. Es donde una plasticidad nos plantea futuro asumiendo fragmento y contracción. La vida está en otro lado. Una dentro de otra, lo nuevo que nace no es mágico, antes hay que gestarlo y recomenzar una vez más y otra vez.

La plasticidad de dar y recibir forma en las confrontaciones, pero también la promesa de su explosión. Hay un umbral de formación en las fuerzas sociales y nos remiten a cómo nos transforman las confrontaciones.Un mundo sin gobierno? | SurySur

En este sentido, Gramsci nos hereda una pregunta que debe saltar por los círculos de fuego de lo plástico político: “¿se quiere que haya siempre gobernados y gobernantes o bien se quieren crear las condiciones en las que la necesidad de existencia de esta división desaparezca?”. Un horizonte en la construcción de territorialidades que Chico Buarque también imaginó: “que no tiene gobierno ni nunca tendrá”.

[*]Investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO, www.cicso.org), Argentina, invitado por el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (www.estrategia.la)

 

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