Argentina, un país donde no hay «parches» suficientes
Juan Guahán
¡Es lo que hay! Es una de las frases más escuchadas en el país. Ella simboliza –en buena medida- el hoy de esta Argentina. Ella exhibe un extremo conformismo ante lo que aparece como irremediable. Por momentos da la impresión que aquella idea de optar por “lo menos malo” ha quedado superada por una realidad donde prácticamente no quedan opciones, ni siquiera ésa. Con “parche” sobre “parche” pretenden emparchar los problemas que estallan por los cuatro costados.
La sociedad ha asistido a una de esas semanas que muestran en toda su potencialidad a la decadencia en la que estamos inmersos. Además de los dramas cotidianos, con el trabajo (o la falta del mismo), la inflación y otros males que se han vuelto permanentes, aparecieron otras realidades que carecen de respuestas.
El conflicto del Sindicato de Neumáticos, que afectó a varios sectores industriales; la conciliación obligatoria para los trabajadores de las fraccionadoras de gas que consumen unos 20 millones de argentinos; los acampes y cortes de ruta, de los piqueteros, por trabajo y comida como objetivo central; los colegios tomados y las fábricas ocupadas; todo lo cual son muestras de esta sinrazón colectiva que después se expresa bajo inexplicables violencias individuales que cuesta entender si no consideramos la angustia general por una situación económico social que no da para más.
Massa y sus «logros»: costos y peligros
A dos meses de haber asumido, Sergio Massa -avalado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el poder económico y los acuerdos con el FMI- ha evitado que una devaluación drástica aumentara las tensiones y terminara por descalabrar –aún más- al sistema económico. También logró que el estallido, tan temido por el poder, no se produjera. Sin embargo, la situación estructural no solo no ha mejorado, sino que la tendencia general apunta a una descomposición cada vez mayor.
La actividad económica, que venía creciendo, en julio tuvo un parate al quedar estancada en las mismas cifras del mes de junio. Por otra parte, la inflación siguió su ruta ascendente y ya es genéricamente aceptado que ésta estará muy cerca del 100% para fines de año. Los sindicatos y las organizaciones sociales, adictas al gobierno, han preferido llamarse a silencio durante estos 60 días. En los sectores opositores, en esta última semana, esa situación pareció revertirse.
La profundización del conflicto de los trabajadores del neumático y las movilizaciones piqueteras han vuelto al reclamo masivo. La amenaza de renuncia de Pablo Moyano al triunviro que conducía a la Central General del Trabajo (CGT), disconforme con la marginación que padece, parece ser el inicio de una nueva crisis interna en esa institución sindical, que está quedando exageradamente pegada a las “políticas de ajuste” del gobierno. Mientras tanto, miles de trabajadores manifestaron su protesta por diversos sitios del país y decenas de miles acamparon en la tradicional Avenida 9 de julio de la Capital Federal.
El mayor “logro massista” es tirar para adelante los problemas. Haber conseguido, con el “dólar soja”, los fondos para evitar que nos quedemos sin reservas, al precio de hacer las concesiones solicitadas a los más concentrado de lo que llaman “el campo”, revela el nivel de la crisis. Ahora desde otros sectores piden otras formas encubiertas de devaluación, lo están haciendo demandando la vigencia de un “dólar Pyme”, el “dólar tecno” y también de un “dólar turista o Qatar”
El gobierno aprovechó estas circunstancias para avisarnos para qué lado se juega, ante las opciones que van apareciendo.
Ley de Humedales: lindas palabras y «acuerdo» para no hacer nada
Está en debate la Ley de Humedales. El humedal es un territorio de tierras inundadas de un modo temporal o permanente. Estas tierras abarcan más del 20% de la Argentina, siendo los Esteros del Iberá los más grandes del país. Con su destrucción se pierden vegetación y fauna, aunque lo más graves es que –al destruirse- liberan el carbono que absorbieron. Sus principales causas de destrucción son la explotación minera, el avance de las fronteras ganaderas, los emprendimientos inmobiliarios y la degradación del medio ambiente por el cambio climático.
La diputada Graciela Camaño se identificó con los sectores ambientalistas y sostuvo que esta Ley es más importante que la Ley del Presupuesto, que es un tema coyuntural, mientras que ésta trata de una cuestión permanente. Los últimos incendios en la costa del Paraná, los temas mineros, particularmente la explotación del litio, en la cordillera están a la cabeza de esta problemática.
Pero desde la otra orilla marcan los límites de un debate que se va diluyendo y va camino a que este Proyecto pierda estado parlamentario. Los dos sectores que se oponen con mayor fuerza constituyen la base de nuestra economía. Por un lado, los productores e la pampa húmeda tienen en el humo que “invadió” a Rosario la prueba de algunos efectos, sino se actúa con cierta rapidez. Sin embargo, las entidades agropecuarias advirtieron que la aprobación del proyecto oficialista «traerá a nuestro país un aumento de la pobreza y la indigencia”.
El gobernador de Jujuy y los sectores mineros reaccionaron –pensando en el litio- al unísono diciendo: “¡Cuidado! con dictar una norma con una mirada que no tiene nada que ver con las realidades de la explotación de un mineral que es estratégico para cambiar”. De esta manera y, más allá de bonitas palabras, es probable que el tema se desplace del Parlamento a la calle y sea un aspecto más de esta Argentina incapaz de abordar y resolver problemas de fondo.
Habrá que acostumbrarse a que no hay “parches” para todo.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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