Una de cal y otra de arena: liberan a parte de la tripulación de Emtrasur, pero convalidan el lawfare
Marcos Salgado |
La Sala III de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata sostuvo la decisión del juez Federico Villena que devolvió los pasaportes a 11 tripulantes venezolanos y un iraní del avión de EMTRASUR secuestrado desde hace más de tres meses en Buenos Aires. Los doce pueden -ahora sí- salir de Argentina cuando termine el papeleo y se comunique la decisión judicial a las autoridades de Migraciones.
La Sala III además aceleró los tiempos para resolver la situación de los otros 7 tripulantes, cuatro iraníes y tres venezolanos. El juez ahora tiene diez días para decidir sobre la suerte de Gholamreza Ghasemi; Abdolbaset Mohammadi; Víctor Pérez Gómez; Mario Arraga Urdaneta; José García Contreras; Mohammad Khosraviaragh y Saeid Vali Zadeh. En el expediente ya destaca una falta de interés de la fiscalía y de los querellantes de la cúpula de la comunidad judía local de defender los señalamientos iniciales, puede ser el preludio de la liberación definitiva del resto de los tripulantes.
En Caracas las autoridades de la aerolínea estatal Conviasa (empresa madre de EMTRASUR) valoraron el costado positivo de la medida, “nos regocija el levantamiento de la medida de prohibición de salida de Argentina dictada a 12 miembros de la tripulación”, escribió en Twitter el ministro de Transporte de Venezuela y presidente de Conviasa, Ramón Velásquez.
En el mismo trino, el funcionario advirtió: “seguiremos en pie de lucha hasta recuperar el avión”. Es la parte medio vacía del vaso. Y parece muy vacía.
La causa por el pedido de Estados Unidos de incautar el avión Boeing 747-300 de Emtrasur se desdobló del expediente original, donde solo se mantuvo la situación de los tripulantes, escandalosamente retenidos en una averiguación de supuestos nexos con el terrorismo, donde lo único que primó es -claramente- la nacionalidad iraní de los tripulantes-instructores.
Sobre la insólita persecución judicial sin delito, aunque fue señalada por los defensores en la audiencia de apelación la semana pasada, los miembros del tribunal no dicen nada. Por el contrario, validan todas las acciones del juez, con adjetivos exagerados para un dictamen serio. Dicen, por ejemplo, que el expediente revela una “extraordinaria actividad de instrucción» de más de un centenar de pruebas que el juez ha detallado en su resolución. Se refiere al pedido de más de 100 medidas de prueba, aunque no valora qué tan efectivas fueron para la prosecución del expediente.
En el otro expediente, el del pedido estadounidense aceptado solícitamente por el juez Villena, todavía no figuran los respaldos de fondo para justificar el reclamo.
El argumento original, como explicaron los abogados de Emtrasur ante los jueces de la Sala III, de que se trata de un avión que antes de ser venezolano fue propiedad de la aerolínea iraní Mahan Air, no tiene ni pies ni cabeza. Pero aún así, se mantiene. Los jueces Carlos Vallefín y Roberto Lemos Arias dieron vía libre al juez de instrucción para seguir adelante con la incautación, “de acuerdo con lo establecido en el Tratado de Asistencia Jurídica Mutua en Asuntos Penales suscripto entre la República Argentina y los Estados Unidos de América, aprobado por la ley 24.034”.
Es un paso no definitivo, pero vital, para avanzar en lo que parece será el fin último de este escándalo: la incautación definitiva del Boeing 747-300, que en pocos meses de operación con cabecera en Venezuela había terciado fuerte en el mercado de las cargas aéreas. Una fuente calificada confirmó a este cronista que las pérdidas que le ocasionó a EMTRASUR la caída de contratos ya prefijados por el secuestro del avión en Buenos Aires es superior a los 200 millones de dólares.
La resolución judicial que se conoció este martes, dice también que “ni la República Bolivariana de Venezuela ni la República Islámica de Irán son parte de la investigación”, en un intento soso de bajar el tono al escándalo, o -también- en un intento vano de frenar lo que se viene: una demanda millonaria de Emtrasur contra el Estado argentino.
Mientras tanto, los aviones de Conviasa (que se usaron en decenas de vuelos para repatriar venezolanos, con Buenos Aires como uno de los puntos de recogida) no pueden llegar al aeropuerto de Ezeiza, pasibles como están de más persecuciones. Los tripulantes liberados, que regresan junto a sus familiares, que viajaron en vuelo especial hace un par de semanas, transbordarán en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Tres meses ya
Ya pasaron más de tres meses desde que comenzó el secuestro, un escandaloso caso de lawfare versión 2.0, porque con el avión sin combustible para despegar del aeropuerto de Ezeiza comenzó una insólita causa judicial para averiguar si podía haber algún delito. Simplemente se retuvo el avión porque a bordo había pilotos iraníes y venezolanos.
Lo que comenzó como una cacareada operación contra el “terrorismo” probablemente quede limitada a un robo, liso y llano, en territorio argentino y a pedido de EEUU, de un bien del Estado venezolano, para hacer naufragar a una empresa que aunque muy nueva venía pisando fuerte en el mercado de cargas aéreas en América Latina, que prácticamente es un monopolio empresas de Estados Unidos.
Los principales promotores del secuestro de la aeronave y la tripulación fueron los medios de comunicación cartelizados, y la dirección de la comunidad judía argentina, que además de tener vínculos orgánicos institucionales con Israel, tiene una histórica y fuerte tradición de estar bien en la derecha política en Argentina.
Alimentando con nafta la fogata mediática, el presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentina, DAIA, Jorge Knoblovits, dijo por esos días iniciales del incidente que “nada que venga de Venezuela nos puede tranquilizar”. Así de endeble era el argumento, pero bastó para que el juez aceptara a la DAIA como querellante e impulsara una causa por averiguación de algún posible delito. Todo esto necesitaba claro de mucho ruido en los medios, ahí entonces aparecieron los caballitos de batalla habituales: Ciudad del Este en Paraguay, el pasado de uno de los pilotos iraníes y hasta el de uno de los pilotos venezolanos porque participó en la rebelión del 27 de noviembre de 1992 en Caracas… Una ensalada mal condimentada.
Ese piloto es uno de los que hora volverá a Venezuela, junto con otros 10 tripulantes venezolanos y un iraní, luego que un tribunal de control diera el visto bueno. ¿Los mismos medios que hicieron ruido hace tres meses cuentan ahora que finalmente sus sospechosos de vaya a saber qué vuelven a su país porque la expedición de pesca fracasó? No, claro que no lo cuentan.
La misma resolución le da al juez un plazo de días días para definir la situación de los otros siete retenidos. Cuatro iraníes y tres venezolanos. A los medios se les pasó el furor, y a la DAIA también… lo más probable es que también ellos sean liberados pronto.
Distinta es la situación del avión, porque los Estados Unidos pidieron que sea embargado con el argumento, flojo también, de que antes el avión perteneció a Mahan Air, objeto de medidas coercitivas unilaterales de Washington. Pero el avión es venezolano, vuela con matrícula venezolana. Es decir, para que ahora las sanciones de Estados
Unidos se trasladan con las compraventas. En la misma resolución donde se resuelve la liberación parcial de los tripulantes, los jueces avalan el secuestro del avión, que queda así un paso más cerca de lo que quiere Estados Unidos: la incautación definitiva.
El gobierno argentino podría evitarlo, tiene las herramientas legales para hacerlo. Pero el mismo presidente Alberto Fernández quien justamente los días del secuestro avión estaba en la Cumbre de las Américas rechazando las sanciones unilaterales, ahora que puede dar el ejemplo, no lo hace.
Así, en definitiva, lo que comenzó como una cacareada operación contra el “terrorismo” probablemente quede limitada a un robo, liso y llano, en territorio argentino y a pedido de Estados Unidos, de un bien del Estado venezolano, para hacer naufragar a una empresa que aunque muy nueva venía pisando fuerte en el mercado de cargas aéreas en América Latina, que prácticamente es un monopolio ¿de quien? Usted ya lo sabe no? Sí, de empresas de Estados Unidos.
* Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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