Perú en un laberinto (¿sin salida?): primer año de gobierno de Castillo
Mariana Álvarez Orellana
Complejo, complicado, confuso el panorama del Perú, ya que la estructural crisis que atraviesa es un laberinto de escenarios y salidas repleto de nubarrones y polvareda. Los intereses de los gobernantes, ejecutivo y congreso, gobierno y oposición, son demasiado claros: ninguno quiere irse o solo quieren que se vaya el otro.
A un año de haber asumido el gobierno, el presidente Pedro Castillo, acusó en un mensaje en el Congreso a la “oligarquía y poderes fácticos” de buscar su destitución, y pidió a la oposición buscar consensos más allá de las diferencias ideológicas. Castillo transita por una tormenta política en medio de varias investigaciones por denuncias de supuesta corrupción en su entorno, que han hundido su popularidad luego de llegar al poder prometiendo redistribuir las riquezas del país.
“No hemos tenido ni un minuto de tregua”, dijo Castillo al referirse a la oposición política y las acusaciones en su contra durante un discurso dando cuenta su primer año de gestión y cuando el país festeja sus 201 años de la Independencia.
Conciliador, señaló que “en el primer año he recibido una bofetada en una mejilla de que aquellos que no aceptaron perder legítimamente en las elecciones”, manifestó. “Pero en este segundo año no voy a poner la otra mejilla, sino extenderles la mano para trabajar juntos en beneficio del pueblo”.
Esta administración batió un nuevo récord de inestabilidad ministerial: en solo un año, el jefe de Estado nombró a 59 ministros de Estado, entre ellos siete ministros del Interior. “La rotación ministerial en este gobierno da cuenta de que es un gobierno absolutamente improvisado y desorganizado. Pedro Castillo no pensaba que iba a ser gobierno”, señala el politólogo Mauricio Zavaleta
Se van todos… o se quedan todos
En la calle ha prendido nuevamente el que se vayan todos y lentamente va encarnado en propuestas para materializarla. Entre el “se quedan todos”, el escenario menos querido por los ciudadanos pero el esperado por el gobierno y la oposición, y él “que se vayan todos” existe ese laberinto de escenarios y salidas.
El gobierno no puede disolver el congreso, éste no puede destituir ni suspender al presidente y, ninguno quiere recortar su mandato y adelantar las elecciones. Un drama que podría prolongarse hasta el 2026.
En el congreso, luego de dos fallidas iniciativas de destitución presidencial y la constatación que la oposición carece de los 87 votos para realizarla, se va formando otra iniciativa, que requeriría sólo 67 votos, orientada a inhabilitar y suspender a la vicepresidenta Dina Boularte en la primera quincena de agosto y al presidente Pedro Castillo dos semanas después.
En caso de lograr la derecha este propósito, el Congreso encargará a su presidenta (la recién elegida) Lady Camones la Presidencia de la República o elige una nueva mesa directiva cuyo presidente asume un gobierno de transición y convoca elecciones para presidenciales y congresales.
Otro escenario es que Castillo proponga recorte de mandato, cambio de reglas y adelanto de elecciones, una salida audaz pero que difícilmente se concrete, y que le permitiría arreglar algo del desastre de su desgobierno, cambiar su entorno y equipo de gobierno para organizar un gobierno de transición concertada.
También podría la oposición derechista proponer el recorte de mandato, cambio de reglas y adelanto de elecciones, una salida rápida y efectiva puesto que nace en el Congreso que es el facultado para tomar dicha decisión. Pero nada de eso quieren saber los legisladores, que se amparan en su mandato de cinco años. Quizá sea cierto que Castillo mantiene su cargo, gracias a esta mezquindad de la oposición.
Mientras, colectivos ciudadanos vienen recolectando firmas, para que sea la sociedad civil la que proponga el recorte, el cambio de reglas y nuevas elecciones.
Pero también el Poder Judicial puede inhabilitar a Castillo para el ejercicio de su cargo mientras se realizar los procesos sobre las denuncias contra el presidente, lo que igualmente dejaría el gobierno en manos de la vice Boularte y permanecería el desligitimado Congreso, prolongando la crisis política, incentivando el estallido social.
El comportamiento de los actores políticos dentro de este laberinto de escenarios y salidas durante esta semana, será crucial. Un primer momento se definirá en la elección de la nueva mesa directiva del Congreso Hay varias alternativas, lo que no quiere decir que aflore una solución.
* Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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